Actual

"Siempre vamos palante"

  • l Teatro Alhambra, el sábado a las 21 h y el domingo a las 19 h. 12 euros.La coreógrafa y bailarina Teresa Nieto trae a Granada la obra con la que obtuvo el premio Max a la Mejor Intérprete de Danza

Ni palante, ni patrás es una obra que habla por sí misma. Vital. Utiliza el lenguaje adquirido del movimiento continuo. Atrae o repele con la fuerza de los bailarines de la misma forma que hay palabras que aclaran o confunden. Contemporánea, pero con sabor flamenco. Teresa Nieto en Compañía llega al Teatro Alhambra para comunicar la incomunicación en una obra con la que ha ganado recientemente el Premio Max a la Mejor Intérprete de Danza: "Un empujoncito, un reconocimiento al trabajo de años y un arma de doble filo porque a veces piensas, ¡ay!, que ahora voy a tener que seguir y no me puedo retirar... Una ya está mayor...", comenta entre risas.

Con ella Nieto, que es bailarina, coreógrafa y maestra, demuestra sus prodigiosas aptitudes para la conversación. Cuando la empezó estaba "pesimista y hundida en la miseria". De ahí la idea de confusión. "Estaba saliendo de una relación. Sin terminar de soltarla pero confundida porque no sabía hacia dónde tirar". Confiesa sin ningún tipo de tabú que todo eso está en la obra. La confusión y el miedo al cambio, por ejemplo, se expresa en un paso a dos donde la coreógrafa habla del momento en el que la pareja va a terminar pero ninguno de los dos se atreve a mirarse a la cara y plantear el siguiente paso. Una experiencia universal.

"Siempre hago las cosas para sacar los fantasmas, intentar entenderme y saber por dónde tengo que tirar", dice Nieto. Y en este sentido Ni palante ni patrás (No hay manera, oiga...) tiene mucho de intimista, de poética, e incluso de dolorosa sin llegar, asombrosamente, a ser pesimista. "Cuando estuvo terminada me di cuenta de que lo de ni palante ni patrás es mentira. Siempre vamos palante aunque terminemos en el mismo punto de partida porque ha pasado el tiempo, nos han pasado cosas, hemos conocido a gente, hemos llorado o reído... Aunque parezca que no avanzamos, no estamos de la misma forma". Sólo hay que ver las cosas con cierta distancia.

Confusión pero también ironía. Aparecen momentos de incomodidad que son universales. Una fiesta repleta pero en la que no hay nadie con quien hablar por ejemplo. "Cuando pienso en una escena parto de un concepto", argumenta la artista. "Una palabra o una idea, pero un concepto claro que desarrollo y del que intento no desviarme para no bailar por bailar sólo por una cuestión estética. Mi intención es comunicar o explicar algo que la gente pueda reconocer cuando lo vea". El secreto, la honestidad. También el fino humor con que enriquece un título completo -No hay manera oiga...-.

En definitiva, confusión en la estructura pero también en el fondo y en un final sorpresa. "Con esta obra quise trabajar de otra forma, no como en todos los procesos creativos que había hecho hasta ahora en los que había mucho trabajo de mesa, cuando tenía muy claro de lo que quería hablar, las escenas, el guión musical o el camino a recorrer". Aquí, comenzó una forma más "confusa" -que no caótica- de trabajar, partiendo de una idea y dejando que el trabajo la fuera llevando por lugares insospechados. Compartiendo con su equipo -del que habla maravillas- las ideas, aceptando las suyas.

"Hay un momento de fiesta, los hay íntimos... Es una obra muy fragmentada donde ocurren muy diversas cosas. La mezcla de danza contemporánea pero con sabor flamenco", dice Nieto. "Aprovecho la sensibilidad del granadino que hay en el espectáculo, Daniel Doña".

Nieto explica que se trata de una obra más comercial: "Aunque me da miedo últimamente esa palabra porque se toma en su sentido peyorativo. Tiene muchas mezclas, músicas diversas, cambios de vestuario... Cuando presenté la anterior, Consuelo, a los programadores me decían que la obra era maravillosa pero que sería difícil que llegara al público". Sin embargo, "esto de que lo comercial sea lo alegre y vistoso y si no lo es, no es un invento. Es tomar a la gente por tonta. Decir "para mi público no" es de una prepotencia inmensa y es no tener ni idea de lo que le pasa a la gente cuando va al teatro y se sienta. Los mismos programadores deberían venir al teatro y ver la reacción de la gente cuando la ve.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios