Carmelo Sánchez Muros. poeta

"Sigo siendo un adolescente, un poco más amargo quizás"

  • El poeta granadino presenta esta tarde su nuevo poemario 'En renuncia de Eros', una nueva crónica de las emociones y la incomunicación.

Carmelo Sánchez Muros publica En renuncia de Eros (Port-Royal), un nuevo tratado sobre el amor y el inevitable desamor. Pero en vez de quedarse en la autocomplacencia del dolor, el poeta apuesta por el "curativo" camino de la autocrítica. Esta tarde presenta sus nuevos versos en el Palacio de los Condes de Gabia (19 horas) junto al profesor de la UGR Antonio Sánchez Trigueros y el diputado de Cultura, José Antonio González Alcalá.

-En 2006, con la presentación de 'Estado carencial', hablaba de un amor que acababa de nacer. Ahora publica 'En renuncia de Eros', ¿es la crónica de la muerte de ese amor?

-Más que matarlo es un renacimiento a otro tipo de amor, a otro tipo de erotismo. Con la edad hay renuncias a muchas cosas, y el amor y el desamor se convierten en otra cosa. El libro podría definirse como un relato sobre las emociones, cuando hay un desamor hay que escoger entre la desesperación, el estallido o el camino de la crítica, que es un camino más curativo, más educativo, que te puede llevar a encontrar otra forma de estar en el mundo, algo más místico. Me gusta la palabra evolucionar porque afinas tus gustos estéticos, pasan cosas en tu vida que te cambian la visión... Pero en el fondo uno sigue siendo el adolescente de siempre, un adolescente más amargo, quizás.

-¿Todo ejemplar padre de familia esconde un adolescente bajo las capas? ¿Por eso la noche es tan interesante cuando la gente se quita el disfraz que lleva puesto a la oficina?

-Ahora soy menos aficionado a la noche. Me separé hace 13 años y los amigos que encontré en ese momento eran todos muy jóvenes, lo que me dio una nueva energía para seguir adelante. Claro, la gente joven sale más que los mayores, y yo estoy más cerca de los jóvenes que de la gente de mi edad. A mi me gusta la música que la gente de mi generación considera que es ruido. Me gusta la música clásica, pero también la étnica, el rock duro, algo del pop... Puedo pasar de Gracia Montes a la Quinta de Beethoven. También leo todo lo que puedo, pero no me pongo unas metas fijas, tal vez es que sentimentalmente soy muy desordenado.

-¿Cómo entronca con 'Ausente resplandor', su anterior libro?

-Son libros de ausencia, de renuncia a muchas cosas, están muy presentes la luz y el sol.

-¿El paso de los años deja, inevitablemente, un sentimiento de pérdida?

-Algo de eso hay, la gente va desapareciendo, los amigos toman distintos rumbos dependiendo de las circunstancias, unos se han ido fuera, otros están muy enfermos... Y es verdad que te vas quedando solo. Afortunadamente soy una persona que sigue muy viva por dentro. Soy de los que piensan, si se me permite la expresión, que envejecer es una putada, mientras el cuerpo responde cada vez menos y el corazón sigue joven, anhelando la utopía del amor y de la vida.

-La mística tiene algunos de los poemas más eróticos de la historia de la literatura...

-La erótica de la mística también existe. Uno de mis poetas preferidos, San Juan de la Cruz, está a un paso de esto. De hecho, hay algunas teorías que dicen que era más erótico que místico.

-Comenzó a publicar en 'Poesía 70' de la mano de Juan de Loxa. Partiendo de la base de que Granada sigue siendo una ciudad de talento, ¿falta una figura que sepa aglutinarlo?

-A Juan de Loxa le debo muchísimo, era la persona que, cuando era más tímido y vergonzoso, me animó a publicar. En Granada hay talento, pero también hay divisiones y facciones.

-Espacia mucho sus publicaciones, ¿se debe a un exceso de meticulosidad o a un exceso de responsabilidad?

-No, hay momentos en los que no he tenido posibilidad de publicar, otros no he interesado a nadie, otras veces yo mismo he preferido no correr tanto y esperar a que las cosas estuvieran más maduras. Ahora puede que sea más meticuloso, antes era más espontáneo. Cuando llega la inspiración consigues escribir con más acierto y menos esfuerzo. Hay veces que no me sale nada porque o bien no tengo nada que contar o no sé cómo contarlo. En renuncia de Eros es una crónica de las emociones, de la incomunicación que te puede conducir al desastre, de la difícil relación entre los seres humanos cuando se da en profundidad.

-A este respecto se habla mucho de la curiosidad de que mucha gente con miles de amigos en el Facebook no tiene a nadie con el que poder hablar de sus problemas mas íntimos. ¿La superficialidad es la tónica común en las relaciones sociales?

-No hay una profundidad de sentimientos que pueda chocar con lo más íntimo de la otra persona. También somos más cerrados y, en vez de pensar que un cambio puede provocar un avance, nos aferramos mucho a nuestra forma de ser y decimos 'yo soy como soy y no me cambia nadie'. Me parece un error porque si aceptas el cambio puedes encontrar dentro de ti a otra persona, otra nueva vida, otro camino que de otra forma te cierras si eres muy férreo en eso de no cambiar.

-Esa frase de 'no voy a cambiar' es muy típica de los españoles.

-Yo también la he dicho, pero no está de más ver qué te dicen los demás, ver en qué fallas, qué te falta, qué te sobra...

-Luis García Montero dice que los poetas deben ser tiburones, que tienen que implicarse en la sociedad. ¿Hay que afilar los poemas?

-Me parece perfecto, aunque esté jubilado soy trabajador social y he luchado en el campo de batalla por la igualdad y por los más desfavorecidos. Pero no creo que la poesía, y conste que he hecho poesía casi social, deba decir qué hacer. Somos mayores para decidir, pero si surge que tienes que dar una opinión no hay problema... Luis ya lo hace a través de la radio y los periódicos, y yo no soy ajeno a la desigualdad y el sufrimiento.

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