Artistas de Granada

Simón Zabell: ritmos pausados

Simón Zabell: ritmos pausados

Simón Zabell: ritmos pausados

Dos situaciones distintas pero muy relacionadas surgen de esta exposición en el Museo de Nerja que la hacen para mí especialmente atractiva. En primer lugar, el feliz encuentro con la obra de Simón Zábell; un artista importante del espectacular grupo salido de las primeras promociones de la Facultad de Bellas Artes de Granada. El artista nacido en Málaga en 1970 es uno de los que han dado suma trascendencia al arte andaluz de los últimos tiempos y un artista imprescindible para conocer los muchos entresijos de la creación contemporánea. Como de tantos otros de aquella ilustre generación tuve el honor de ser de los primeros que escribió de su obra –uno tiene, ya, muchos años de crítica a su espalda y fue testigo del nacimiento artístico de aquella pléyade importantísima que surgía, desde el primer momento, de la verdadera factoría artística que era el número 14 de la Autopista de Badajoz, allí donde estuvo el antiguo manicomio de Granada– y ver cómo sus muchos éxitos, iban consolidando una carrera que, ya, es toda una acción sin vuelta de hoja y que comenzó con una esclarecedora comparecencia, titulada Apartment, en la Sala B del Palacio de los Condes de Gabia y que seguiría, en aquellos momentos iniciáticos, con una serie de importante premios y galardones, Nacional Fin de Carrera para estudiantes de Bellas Artes del Ministerio de Educación, Beca Manuel Rivera, Beca Duveen Scholarship del University Collage de Londres, Beca Project Awards, Slade School of Fine Arts, también de la capital londinense, entre otros, para continuar, en la actualidad, con una consolidada posición de artista imprescindible, serio y en quien confiar.

Por otro lado, esta muestra sirve para retomar la estela de importante activista en el complejo mundo del arte contemporáneo de María Rosa Jurado, la galerista de Torrox que, en poco tiempo, está consiguiendo actuaciones de infinita credibilidad, con artistas de indudable calidad –Jesús Zurita, Irene Sánchez, José Luis Puche, Fernando Bayona, Antonio Rico o, ahora, Simón Zábell-. Su galería, Eldevenir, con sede en la localidad de Torrox, está accediendo a importantes eventos como fue su selección en la difícil plaza de ArteSantander o su participación, en la edición del 2020 en Justmad, una de las ferias del febrero madrileño. Su importante labor en la gestión del arte más nuevo la lleva, en estos momentos, a comisariar la importante exposición de Simón Zábell en el Museo de Nerja; una muestra que se suma a la conmemoración del descubrimiento de la gran Cueva existente en la costa oriental malagueña.

El artista

Simón Zábell ha sido, desde siempre, un artista de muchísimos registros. Su obra no se ha detenido en un único planteamiento, sino que echa mano de la instalación, de la fotografía, de la escultura y de la propia pintura para desarrollar todo su potencial artístico y poner en perfecta conjunción todos los esquemas de la plástica contemporánea. Además, es un artista culto, de profundo conocimiento sobre temas muy distintos que analiza, desarrolla y en los que se implica para beber de sus fuentes y aplicarlos, de manera exhaustiva, en su obra. Lo hemos visto a lo largo de su carrera ofreciéndonos, por ejemplo, una cuidada oferta pictórica basada en poéticas tradicionales orientales -La casa de Hong Kong- o referencias de remotas filosofías que servían de base a una obra sucinta, esencial, mínima y portadora de los más absolutos valores. Toda su obra ha tenido siempre un principio conceptual que desarrollaba posiciones minimalistas muy bien planteadas desde la más pura esencia de una idea bien sustentada y mejor llevada a la práctica formal; mostrando el verdadero sentido del arte por el arte.

La muestra

La exposición en la Sala Ana María Márquez del Museo de Nerja nos conduce por esa obra de Simón Zábell implicada de lleno en un registro sustentante, en este caso la música. Porque no es la primera vez que la obra de este artista tiene al género musical como signo impulsor de su trabajo. Lo vimos en la muestra de la galería sevillana Alarcón Criado, centrándose su actividad en la obra del compositor francés Olivier Messiaen, Des canyons aux étoiles (De los cañones a las estrellas). Ahora, serán algunos temas musicales realizados exprofeso por el compositor Craig Stuart Garner y por el propio Simón Zábell para la ocasión. Club Calypso es un entramado expositivo de amplio espectro, generado desde esa extensa y variada posición creativa del artista, con diferentes acciones creativas –pintura y escultura que se yuxtaponen a los espacios musicales– y que generan amplios desarrollos emocionales.

Dos de las piezas que pueden verse en la muestra. Dos de las piezas que pueden verse en la muestra.

Dos de las piezas que pueden verse en la muestra. / R. G.

El artista juega con los ritmos, crea espacios geométricos básicos que se abren y se cierran, intiman y se expanden, creando supremos estados de emoción. Todas las pieza están sujetas a unos particulares episodios geométricos que redundan en la racionalidad de una música que es, al mismo tiempo, personal interpretación de supremas sensaciones íntimas. Pintura y escultura de sobria ejecución material que incita al espectador a descubrir espacios presentidos, al goce supremo de la forma plástica, al encuentro inesperado con sensaciones nuevas que marcan rutas por donde acceder a un universo de emociones distintas.

Simon Zábell siempre han sido un autor muy minucioso en su trabajo, que ha asumido una realidad mediata donde la superación de la representación lo lleva a crear un estamento abstracto desde la referencia absoluta de los elementos concretos; sus obras muestran una gran solvencia creativa, sin dejar nada al azar. En esta exposición del Museo de Nerja, de nuevo, nos hace sintonizar con un estado musical que él asume para dotarlo de motivadoras circunstancias estéticas. Funde la música con la plástica y, con ellas, hace transitar al espectador por rutas comprometidas buscando posicionarlo en una nueva sensación llena de espiritualidad.

Muy afortunada es esta nueva comparecencia de uno de los autores que siempre nos ha sometido a supremos estados de emoción artística. Ahora continúa formulando su especialísimo compromiso con una obra abierta a la que extrae sus máximos argumentos para generar nuevas situaciones identificativas.

María Rosa Jurado que ha dejado constancia de su importancia como galerista, nos sitúa, ahora, por su muy acertado compromiso con el universo curatorial. Esta exposición lo demuestra y desentraña una clarividencia que no ofrece la menor duda.

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