Sinfonismo romántico

La OCG, durante su actuación bajo la batuta de Jordi Mora.
La OCG, durante su actuación bajo la batuta de Jordi Mora.
Gonzalo Roldán Herencia

23 de enero 2011 - 05:00

Obras: Felix Mendelssohn Bartholdy, 'Obertura de El cuento de La bella Melusina'; Johannes Brahms, 'Serenata núm. 2 en La mayor op. 16'; Robert Schumann, 'Sinfonía núm. 3 en Mi bemol mayor "Renana" op. 97'. Intérpretes: Orquesta Ciudad de Granada. Director: Jordi Mora. Lugar: Auditorio Manuel de Falla. Fecha: viernes, 21 de enero de 2011.

La OCG continúa con su ciclo sinfónico, que esta temporada es rico en referencias al romanticismo centroeuropeo. Los grandes nombres del sinfonismo decimonónico están desfilando por el Auditorio en una programación algo conservadora, aunque sin duda del gusto de todos. En esta ocasión, el director Jordi Mora desplegó su conocimiento de este repertorio a través de tres de sus pilares fundamentales: Mendelssohn, Schumann y Brahms.

La primera obra del programa fue la Obertura para el cuento La bella Melusina op. 32 de Felix Mendelssohn. Escrita para la Sociedad Filarmónica de Londres, esta pieza es fresca y vivaz, muestra evidente del entusiasmo y optimismo que su autor experimentaba en aquel momento. Compuesta para cuerdas y vientos, el sencillo pero efectivo motivo con que se inicia en flautas y cuerdas va desarrollándose progresivamente, dando como resultado un interesante movimiento orquestal con un rico entramado melódico. La interpretación de esta pieza resultó muy del agrado del público; verdaderamente, parecía escrita para la sonoridad de nuestra orquesta, en la que las distintas secciones de viento madera tuvieron la oportunidad de demostrar sus bondades. La dirección precisa y equilibrada de Jordi Mora contribuyó al éxito de la obra.

Completando la primera parte del concierto se interpretó la Serenata núm. 2 op. 16 de Johannes Brahms. Con ella el compositor vuelve a explorar la escritura para un conjunto orquestal no muy numeroso, en el que el tratamiento camerístico de los temas requiere un cuidado y equilibrio en la sonoridad de cada sección. Prescindiendo de los violines, las cuerdas se completan con vientos maderas y trompas. Así, una OCG reducida demostró cómo con pocos efectivos un autor puede construir todo un discurso motívico de gran complejidad. Jordi Mora demostró su profundo conocimiento de este repertorio, con una dirección muy bien calibrada. Cabe destacar de entre los músicos a las trompas, flautas y oboes por su maestría en las secciones destacadas que Brahms dejó escritas para ellos.

La segunda parte tuvo como única obra la Sinfonía núm. 3 "Renana"de Schumann. El sobrenombre de Renana le viene por el interés que el compositor puso en evocar a través de los ritmos y motivos melódicos las orillas del Rin. Esta obra supone una inflexión en el lenguaje sinfónico del autor, pasando a desarrollar un lenguaje sinfónico de madurez, mucho más amplio y complejo, y con una riqueza tímbrica que no aparece en sus sinfonías anteriores. Jordi Mora articuló magistralmente la interpretación de esta sinfonía, calibrando estupendamente las fuerzas sonoras de la orquesta y escogiendo el tiempo justo para cada movimiento. Una vez más, el buen sonido de la OCG y lo acertado en las decisiones del director arrancaron al público una prolongada ovación.

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