Arte

El Taller Realejo, un fiel reflejo de la Granada vanguardista de los 80 y 90

  • La UGR recibe una donación de 203 grabados del espacio de trabajo surgido en 1985 en la calle Molinos donde se formaron algunos de los artistas más relevantes de la ciudad en ese campo

Vista del Taller Realejo

Vista del Taller Realejo / León Moreno García

Diez años después de que España dejará de ser una dictadura, un grupo de jóvenes abría en Granada el Taller Realejo con la intención de defender el patrimonio histórico artístico andaluz y de poner en práctica nuevas técnicas en el grabado. Entre ellos se encontraba Carmen Sicre, Jesús Conde, Dolores Montijano, Teiko Mori y Rosario García Morales. Más tarde se incorporarían el celebrado Cayetano Aníbal, Juan Manuel Braza y Manuel del Moral, entre otros. También trabajaría en él Christian M. Walter, una referencia internacional en el campo de la serigrafía hoy día. El Taller Realejo acabó por ser un éxito y también un fiel reflejo de la Granada vanguardista de los años 80 y 90.

La Universidad de Granada ha recibido una donación de 203 grabados del espacio de trabajo surgido en 1985 en la calle Molinos donde se formaron algunos de los artistas más relevantes de la ciudad en esa disciplina artística. La concesión se materializó ayer a través de la firma de un convenio entre Pilar Aranda Ramírez, rectora de la UGR, y Araceli de la Chica, Julián Amores, Tremedad Gnecco y Carlos Villalobos como representantes de aquel taller de grabado y de los artistas donantes. La obra pasará a formar parte de la colección de arte contemporáneo de la Universidad.

Firma del convenio entre Pilar Aranda Ramírez, rectora de la UGR, y Araceli de la Chica, Julián Amores, Tremedad Gnecco y Carlos Villalobos, como representantes de aquel taller de grabado Firma del convenio entre Pilar Aranda Ramírez, rectora de la UGR, y Araceli de la Chica, Julián Amores, Tremedad Gnecco y Carlos Villalobos, como representantes de aquel taller de grabado

Firma del convenio entre Pilar Aranda Ramírez, rectora de la UGR, y Araceli de la Chica, Julián Amores, Tremedad Gnecco y Carlos Villalobos, como representantes de aquel taller de grabado / UGR

"Para nosotros ha sido una cosa muy importante. Primero, por la propia donación. La UGR recibe muchas donaciones, pero este era un conjunto muy homogéneo de algunos de los grabadores más relevantes de la ciudad, vinculados a un taller de referencia en la década 80 y de los 90. Después, el volumen. Estamos hablando de 203 grabados: fundamentalmente aguafuertes de una gran variedad tanto por la técnica como la estética", destaca María Luisa Bellido Gant, catedrática de Historia del Arte y directora del Secretariado de Bienes Culturales de la UGR, que reconoce que “aunque la colección de arte contemporáneo tenía un importante fondo de grabados, esto ha venido a enriquecer muchísimo la propia colección".

En muchas de las piezas donadas se hace referencia a lo granadino: desde la Alhambra pasando por la cerámica de fajalauza, el flamenco y la Vega. "La ciudad es un tema recurrente en la obras de estos creadores. Para un artista es muy difícil sustraerse del entorno que le rodea. El entorno era el Realejo y la ciudad de Granada. Aparecen otros temas como el paisaje, lo geométrico, el tema de la mujer. No lo granadino tan evidente. El sabor y el olor que tiene la ciudad aparece mucho en estos grabados", explica la profesora.

Más allá de la Alhambra

Para los artistas del Taller Realejo, la identidad granadina no se circunscribe a lo más elemental como el monumento nazarí. Van más allá. De ahí la transgresión. "La ciudad no sólo es la Alhambra. Es una ciudad tan diversa, tan plural y tan rica. Quizá lo que más se vende es esa imagen de la Alhambra y de todo lo que está vinculado con ese pasado. Granada es vanguardia, progreso. Y eso aparece también reflejado en toda la actividad cultural que tuvo el taller", subraya Bellido Gant. En las 13 carpetas en las que está divido el legado hay obras dedicadas a la literatura, cuestiones vinculadas a la producción del legado andalusí, la música y el paisaje tanto rural como urbano.

Uno de los grabados con la cerámica de fajalauza como inspiración Uno de los grabados con la cerámica de fajalauza como inspiración

Uno de los grabados con la cerámica de fajalauza como inspiración / UGR

Otra de las piezas donadas Otra de las piezas donadas

Otra de las piezas donadas / UGR

La literatura, la música y la Vega, tres ejes de su producción

"Otros elementos importantes de la identidad granadina van a ser la literatura y no sólo con Lorca. La música y no sólo con Falla. No hay que olvidar cuál es la ubicación geográfica de Granada. Desgraciadamente esta Vega, que está desapareciendo, en décadas anteriores la presencia del campo y de la Vega en la ciudad era una constante. Todavía lo sigue siendo y ya la Vega es un paisaje muy domesticado. Granada sigue siendo urbana pero también rural", señala.

Esas influencias de la literatura y la música se vieron reflejadas después en algunas de sus exposiciones como Loxa (1986), con textos del poeta Juan de Loxa o Cinco versiones gráficas de Salobreña (1989), con escritos de José García Ladrón de Guevara y del dramaturgo José Martín Recuerda, además de otras ediciones como Viento del Sur (1990), en homenaje a Lorca, con poemas de Javier Egea, Luís García Montero, Antonio Jiménez Millán, Luís Muñoz y Álvaro Salvador y un preliminar de Antonio Sánchez Trigueros.

"En Granada teníamos varios talleres de grabado y cafés galerías y se hacían reuniones literarias"

Los artistas abrieron el taller en un momento de enorme efervescencia cultural. "La década de los 80 y los 90 fue un momento de eclosión en muchas ciudades andaluzas. En el caso concreto de Granada teníamos varios talleres de grabado, había cafés galerías, reuniones artísticas literarias. Era un momento de una gran riqueza cultural. Las reuniones literarias, las librerías, las galerías de arte y ese mundo cultural era un referente en nuestra comunidad en ese momento. Después con el tiempo se ha ido diluyendo un poco. La ciudad ha crecido y la gente ha ido hacia otros derroteros", admite la catedrática de Historia del Arte.

Un grabado, esta vez protagonizado por el campo Un grabado, esta vez protagonizado por el campo

Un grabado, esta vez protagonizado por el campo / UGR

El grupo de grabadores que formaron parte del Taller Realejo era muy variado. "Unos eran granadinos, otros de fuera. Unos se han formado en la Escuela de Artes y Oficios de Sevilla, de Granada, algunos de Madrid. Todos están muy interesados por la experimentación, por aportar lenguajes y técnicas nuevas, nuevas formas de entender el grabado", recalca. Muchos de ellos se iniciaron, además, en el Taller de la Fundación Rodríguez Acosta bajo las enseñanzas de José García de Lomas. Bellido Gant lo describe como "un personaje clave tanto para el grabado como la actividad cultural de la ciudad promocionando galerías, exposiciones, conferencias, seminarios y talleres".

La donación que pasa a formar parte de la colección universitaria incluye obras de artistas como Cayetano Aníbal, Julián Amores Mendoza, María José de Córdoba, Teiko Mori, Dolores Montijano, Rosario García Morales, Tremedad Gnecco, Carlos Villalobos, Francisco Izquierdo Martínez, Eduardo Fresneda, Luis Orihuela, Araceli de la Chica, Armando Salas, José Manuel Peña, Manuel Martínez Vela, Ana Berveraggi, Jesús Pertíñez y Juan Carlos Lazuén. "Nuestra idea es hacer una exposición y buscar una línea argumental para presentar a la ciudadanía una selección de los grabados más importantes", contesta la docente cuando se le pregunta por la futura muestra, que está prevista organizarse próximamente.

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