arte

Universos de pasiones

  • Pilar Albarracín nos vuelve a situar en esta muestra, comisariada por Concha Hermano, en un universo con infinitos matices

  • No se la pierdan

Es muy conocida la anécdota aquella en la que, tras una actuación de la genial Lola Flores en Nueva York, un crítico del New York Times publicó sobre ella: "una artista española que no canta ni baila, pero no se la pierdan". Con Pilar Albarracín pasa algo parecido. No es una dibujante excelsa, su fotografía es sólo correcta, pinta mínimamente... pero una comparecencia suya es toda una genial manifestación de intensidad creativa y una experiencia artística inolvidable que nadie debería perderse por su contundencia formal, plástica y conceptual.

Conocí a Pilar Albarracín cuando era casi una niña, todo un volcán de intensiones artísticas y poseedora de la mayor pasión creativa que uno puede imaginar; estudiante en la determinante y poco abierta Facultad de Bellas Artes de Sevilla ya destacaba por sus ideas claras, su osadía y sus acertadas propuestas. Todavía no me perdono no haberle comprado un espléndido grabado que formaba parte de una inquietante serie sobre las tapas de alcantarilla que, por entonces, la artista de Aracena realizaba con una infinita amplitud de miras creativas.

Ha sido desde sus comienzos una artista de gran dimensión con las ideas muy claras

Ha sido, por tanto, Pilar Albarracín, desde sus comienzos, una artista de gran dimensión; con las ideas tremendamente claras y argumentando, en todas las ocasiones, un sentido artístico diferente y de absoluta libertad. Siempre ha tenido claro que su obra no podía permanecer en un único estamento. Ha buscado que sus acciones estén llenas de situaciones extraídas del entorno, que la realidad marque estrategias para que ella les imponga sus preclaras y comprometidas actuaciones. Sus proyectos artísticos se cuentan como experiencias dignas de la mayor notoriedad; habiendo expuesto en los mejores espacios nacionales y teniendo una gran repercusión internacional. En estos momentos la encontramos en Granada, en esas estancias históricas de la Madraza que, ahora, la sapiencia de Belén Mazuecos está aportando seriedad, rigor y trascendencia.

La exposición granadina nos sitúa por algunos de los muchos planteamientos creativos que caracterizan su obra. En todos ellos encontramos esa pasión creativa que adornan unos esquemas artísticos que no dejan indiferentes. Cada una de sus obras encierran unos registros con fuerte carga metafórica; diseños de una realidad que la Albarracín potencia con determinación y contundencia. Imágenes que se desarrollan en un contexto y en un momento determinado pero que transportan a escenarios mediatos. Así nos encontramos un felicísima instalación Rompimiento de gloria, de la serie Lujo ibérico, que incide en ese ejercicio de diversidad conceptual que anima la obra de esta artista. Plásticamente, su real continente nos sitúa ante una ristra de chorizos perfectamente confeccionados con terciopelo rojo y colgados de ganchos. Por un lado alude a ese término barroco que designa a una parcela escénica de una pintura religiosa donde se sitúa el cielo. Por otro nos lleva a los estamentos de una realidad patrocinada por la visión festiva de una escena ficticia que transporta jocosamente a una situación real. También de un gran posicionamiento entre festivo y popular es la fotografía del año dos mil en la que aparece la propia artista protagonizando una de esas escenas tan queridas por ella en la que las connotaciones folkloristas juegan un papel decisivo. En la estancia de un bar lleno de recuerdos toreros, entre los que destaca la cabeza disecada de un toro de lidia, la artista aparece amordazada y atada. El título es toda una declaración de intenciones, Prohibido el cante. La represión y el estamento femenino en un universo poco propicio son los jugosos planteamientos significativos de una obra llena de carácter e irónica determinación.

Algo de lo que, también, se desprende en Lunares, una vídeo creación en la que la artista es, así mismo, protagonista de una escena en la que el baile flamenco desprende su dramática pasión con un final inesperado en el que el traje de gitana adopta sus tradicionales lunares desde una sangrante dimensión. La doblez semántica y estructural aparece en Bordados de guerra y Paraísos artificiales. En ellos, a modo de clásico mantón de Manila o tapices orientales, con bordados de seda sobre seda, nos encontramos dibujos de aves exóticas y bellas flores que enmascaran realidades esquivas. En Diálogos imposibles, Pilar Albarracín nos conduce por la visión contrapuesta de unos cuchillos y una gota de sangre que materializan una realidad de imposibles extremos.

Para terminar este recorrido por una obra de muy amplísimo espectro plástico y conceptual nos encontramos con otra poderosísima video creación, Bailaré sobre tu tumba en la que se formaliza un contundente baile entre una pareja de artistas flamencos que manifiestan la disparidad de sexos y la falta absoluta de entendimiento que existe entre géneros.

Pilar Albarracín nos vuelve a situar en esta muestra, comisariada por Concha Hermano, en ese amplísimo estamento artístico que ella establece en un entorno cercano donde prevalece ciertos estigmas de esa sociedad andaluza rígida que posibilita un universo con infinitos matices. La Albarracín en estado puro. No se la pierdan.

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