Ciencia hoy

De Verne a la Luna

  • Daniel Guirado, físico del IAA y un apasionado de la literatura del autor de 'Viaje al Centro de la Tierra' o '20.000 Leguas de Viaje Submarino, desgrana cuáles fueron sus aciertos y cuáles sus errores

Cien años antes de que Armstrong, Aldrin y Collins posaran sus pies en la Luna, Julio Verne (1828-1905) había escrito un relato con coincidencias asombrosas: De la Tierra a la Luna narra la proeza de tres astronautas que, en una misión promovida por Estados Unidos, despegan a bordo de una nave desde Florida, y llegan tras 150 horas de viaje. Su descripción de la cotidianeidad en ingravidez o la caída de la cápsula en el Oceáno Pacífico son otros dos datos sorprendentemente realistas.

Daniel Guirado, físico del Instituto de Astrofísica de Andalucía y batería y cantante de Ana Lógica, es un apasionado por la literatura de Verne. Como explica, en la edición original de la obra el escritor incluyó un apéndice bastante largo con todos los cálculos de órbitas que un científico contratado hizo para dar rigor a su novela. "Estoy seguro de que más de un ingeniero de la NASA guardaba un ejemplar de la obra con este apéndice en el cajón de su mesa durante el desarrollo de las misiones Apollo".

¿Era Verne un escritor apasionado por la ciencia o un científico loco por la literatura? "No fue el primero en hacer Ciencia Ficción sino que ninguno de los anteriores la hizo. Con esto quiero decir que él no pretendía escribir relatos de Ciencia Ficción, sino de ciencia, y lo de la ficción le salió sin querer".

Siempre basándose en conocimientos existentes, su creatividad era imparable e inventó posibilidades que no contradijeran a la ciencia del momento, "pero que también podían ser incorrectas, puesto que derivaban de su imaginación y no de un desarrollo matemático completo, de experimentos o de una experiencia en ingeniería". Él estaba, compara el físico, "tirando una moneda al aire cada que vez que añadía algo de su invención a la ciencia contemporánea, así que a veces acertó y a veces falló, pero acertó más veces de las que falló porque siempre intentaba buscar el rigor y se asesoraba".

Desde su primera novela, la intención de su editor y del propio Verne fue construir una enciclopedia científica que contuviera contenidos sobre Geografía, Botánica, Zoología, Física y otras ramas del conocimiento pero presentados en entretenidas novelas de aventuras. "En un principio se planteó realizar esta mastodóntica tarea en 60 novelas a lo largo de 20 años. Finalmente escribió algunas más". A esta extensa obra se le llamó Los Viajes Extraordinarios.

Aciertos sorprendentes

Para Guirado, era natural que surgiera una idea así en la Francia de aquella época, puesto que La Enciclopedia había sido escrita sólo un siglo antes en aquel país. "El concepto se parece bastante al de las series de dibujos animados del tipo Érase una vez ... que tanto éxito tuvieron en los 80 y 90". Estas series, como la obra de Julio Verne, tenían una intención de formación científica, pero en el caso de Los Viajes Extraordinarios, la imaginación desbordante de Verne lo llevó a ir más allá de la ciencia del momento.

Esto a veces le condujo a sus famosas predicciones acertadas sobre el futuro progreso científico y tecnológico (el submarino). En otras ocasiones falló (el interior de la Tierra). "Todo lo que describió acerca del submarino es una realidad, y no es casualidad: él hizo (o pidió que hicieran para él) cálculos para hacer que el submarino de 20.000 Leguas de Viaje Submarino no fuera contrario a la ciencia del finales del siglo XIX. Cuando se construyeron los primeros submarinos, los ingenieros miraban la novela de Verne: allí había muy buenas ideas sobre el diseño. Por tanto, no es que sus predicciones se parezcan por alguna razón esotérica a la realidad posterior, sino que se preocupaba tanto por hacer realistas sus inventos, que la realidad posterior tomó como fundamento las novelas de Julio Verne. La cápsula espacial que aparece en De la Tierra a la Luna es muy parecida al Apollo XI en tamaño y peso, pero el sistema de renovación del aire y el de propulsión son diferentes".

También se anticipó a Internet. "El hablaba de una "red de comunicación telegráfica global" en París en el Siglo XX: no pensó en ordenadores ni en el protocolo HTML, pero el concepto subyacente es el mismo".

Errores comprensibles

¿Se equivocó en algo? "Hay dos errores graves en su obra: el primero es el interior de roca fría y horadada de la Tierra que presenta en Viaje al Centro de la Tierra. Hoy sabemos que el interior de nuestro planeta está muy caliente y es de roca fundida". Además, incluso si su conjetura hubiera sido cierta, los exploradores deberían haber notado "una disminución de la fuerza de gravedad que los ataba al suelo conforme descendían hacia el núcleo del globo, hasta llegar a una completa ingravidez en el mismo centro, y este efecto no se describe en la novela". El segundo error es el sistema de propulsión de la cápsula espacial en De la Tierra a la Luna. En la novela los astronautas son lanzados usando una enorme cantidad de pólvora en un gran cañón, cuya explosión dota a la cápsula en la que viajan, en tan sólo unas décimas de segundo, de una velocidad de más de 11 kilómetros por segundo. Semejante impulso implica una aceleración unas 400 veces mayor que la máxima que el cuerpo humano puede soportar. Los astronautas se habrían aplastado contra el suelo literalmente en el momento del lanzamiento.

Verne habló también de coches movidos por motores de gasolina y combusión interna, trenes de alta velocidad y hasta de la silla eléctrica, pero en su enorme imaginación surgió también la colisión de un gran cuerpo celeste con la Tierra, que arrastre una capa de vegetación con animales, personas y una tenue atmósfera. "Éste es el argumento de la novela Héctor Servadac, en la que es muy riguroso en las consideraciones sobre gravedad, temperatura y comportamiento de los fluidos.

Del siglo XX

Hoy, Verne puede llegar a ser considerado modelo científico en el desarrollo del submarino y de las misiones espaciales. Incluso en algunos adelantos introducidos en el globo aerostático (Cinco semanas en globo). Sin embargo, su primera obra París en el siglo XX no pudo considerarse una inspiración para los científicos porque la novela estuvo guardada en una caja fuerte desde que se escribió en 1863 hasta que salió a la luz en 1989 -se publicó en 1994-.

En ella, habla de un joven que vive en un mundo de rascacielos de cristal, trenes de alta velocidad, automóviles de gas, calculadores y una gran red mundial de comunicaciones, pero que no puede alcanzar la felicidad y termina de una forma trágica. Su editor Hetzel le sugirió que no publicase esta novela debido a su enorme pesimismo.

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