Actual

El amigo invisible de García Lorca

  • Nicolás Antonio Fernández presenta en el Palacio de Condes de Gabia 'Federico García Lorca y el grupo de la revista Gallo', donde recopila material inédito del poeta de Fuente Vaqueros como cartas y dibujos

En vez de heredar un reloj, Nicolás Antonio Fernández recibió unas Obras completas de Federico García Lorca, una fotografía del poeta y un par de ejemplares de la revista Gallo. El legado lo custodiaba su tío abuelo, Enrique Mateos Almoguera, quien murió en 1975 soltero y sin hijos. Y aquí, con apenas 12 años, comenzó su búsqueda lorquiana que culmina esta tarde con la presentación en el Palacio de Condes de Gabia de Federico García Lorca y el grupo de la revista Gallo. El libro, de más de 700 páginas, es un estudio a través de documentos de la familia del autor, quien ha descubierto algunos dibujos, fotografías y cartas inéditas del poeta de Fuente Vaqueros fechadas entre 1926 y 1929. "Mi tío era un chico de segundo orden porque había una jerarquía no establecida en la revista", explica Nicolás Antonio Fernández.

Al principio de la investigación, hace tres décadas, el autor sólo sabía que su tío llegó a Granada en los años 20 procedente de Almuñécar -donde su padre tenía un balneario- y estudió Filosofía y Letras y Derecho. Después, buscando en su biblioteca, comenzaron a aparecer cartas de un tal Federico, "desconocido para mí a los 12 años". Tampoco sabía nada de una revista llamada Gallo en la que escribían gente como Salvador Dalí, Jorge Guillén o Francisco Ayala. "Buscando a Federico me encontré a un poeta extraordinario y a un grupo de amigos que le habían ayudado a embarcarse en una aventura extraordinaria, con la historia de Granada en los años 20 como telón de fondo", continúa el autor.

En el transcurso de su investigación encontró recortes de prensa originales e incluso ejemplares de El Defensor de Granada o del diario Sol "que no están ni en la Hemeroteca Nacional ni en la Casa de los Tiros". Y entre papeles del régimen, "qué mejor sitio para guardarlas", comenzaron a aparecer cartas de Federico García Lorca. También misivas de Joaquín Amigo, Enrique Gómez Arboleya o Álvarez Cienfuegos. "Todas las cartas estaban fechadas entre 1926 y 28, la época de gestación y difusión de la revista", apunta Nicolás Antonio Fernández.

Aquí, el puzzle comenzaba a recomponerse y el autor iba comprendiendo la historia vital de su tío y de sus amigos. Y su familiar, siempre en segunda fila y anónimo, salió por primera vez en los papeles en 1988 cuando Gallego Morell le nombró como el primer asistente a la presentación de Gallo según El Defensor de Granada.

En el libro, Nicolás Antonio Fernández habla también de la tertulia de El Rinconcillo para romper con la tesis de que Gallo se gestó en el bar Alameda."Y no es así", defiende. Es una época en la que García Lorca "ha fracasado" con su primer libro, Impresiones y paisajes, y con su primera representación teatral en Madrid, El maleficio de la mariposa. Corre el año 1926 "y estos chicos le embarcan en la revista para reivindicarle, para demostrar que va a coger el testigo de Juan Ramón por encima de todos sus compañeros de generación, por encima de Cernuda". Además, una tarjeta postal remitida a Almuñécar "destruye todas esas teorías de que Gallo la pagó el padre de Federico porque los gallistas tuvieron que pagar una suscripción".

Pero en el 28, el autor de Romancero gitano se desentiende de la revista coincidiendo con la ruptura con su pareja sentimental y con Buñuel y Dalí. "Ahora se ve que los del 27 no están tan cohesionados como se decía y que la única generación que había en esta época era la revista Gallo", sostiene sobre un grupo de amigos que soñó con otra ciudad. "Estaban hartos de Beethoven y de tanta música alemana y querían música francesa, en pintura están hartos de Morcillo y quieren a Picaso y Dalí, es un movimiento cultural más que una revista".

Sus opiniones están fundamentadas en las cartas enviadas a Almuñécar por gente como Luis Álvarez de Cienfuegos, con continuas referencias a Federico y a la revista. "Enrique Gómez Arboleya le manda a mi tío sus primeras poesías dedicadas y una copia mecanografiada de una conferencia lorquiana que sirvió para inaugurar el Ateneo de Granada en febrero de 1926 consagrada a Luis de Góngora", explica. Pero en el legado de Enrique Mateos Almoguera aparecieron más cosas, como el poema La casada infiel con dedicatoria del propio Lorca. El estudio reúne otros documentos como un folleto de una institución granadina con un dibujo original de Federico dedicado y titulado Amor. El autor 'tropezó' en la biblioteca con una primera edición de Romancero gitano y con un volumen de Impresiones y paisajes que Lorca le dedicó a su tío en 1927. Este libro tiene además una sorpresa en forma de una nueva dedicatoria: 'Cariñosamente para mi amigo Enrique Mateo Almoguera, 1918-1927". Y pegado al ejemplar, una tarjeta de visita de París "con un dibujo precioso". También folletos de la época que no abundan mucho "como uno que habla de un tal Manuel de Falla y de la Orquesta Bética, de un concierto que iba a dar Maurice Ravel, una audición poética presentada por un tal Manuel Machado o una exposición de dibujos de Lorca en Cataluña", enumera. "La gran aspiración de los gallistas era convertir a Federico en Lorca", concluye Nicolás Antonio Fernández.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios