A la espera de alguna novedad con la llegada del legado el Centro García Lorca continúa con su programación de actividades y, tras los meses de verano, abrirá el nuevo curso académico con una obra de teatro firmada por otro dramaturgo granadino, Antonio César Morón. El prolífico escritor estrenará en el edificio de Romanilla su última obra, Radiografía de puta y poeta, una obra inédita que tras su puesta en escena los días 22 y 23 de septiembre está previsto que se publique, junto a otras cuatro más, en un volumen que llevará por título Los cinco estigmas del éter.

"Radiografía de puta y poeta surge de la necesidad de explorar el espacio de los vínculos humanos en la sociedad postmoderna", resume el dramaturgo, que está en conversaciones con su editorial habitual, Fundamentos, para su publicación,"aunque aún no hay nada cerrado". "Comencé a escribir esta obra en Estrasburgo, una noche fría y lluviosa durante las primeras horas de soledad que devienen cuando se llega a una ciudad que no se había visitado nunca. Un congreso me había llevado hasta allí; no conocía a nadie de quienes al día siguiente inundarían los pasillos de la universidad para debatir sobre el estado del teatro en el siglo XXI. Por aquellos días Francia había elevado el nivel de alerta de atentado terrorista y la presencia del ejército en las principales plazas de la ciudad generaba una indefinible sensación que mezclaba emociones muy diferentes, desde el miedo a la tranquilidad de sentirse protegido por el poder del Estado. Mi hotel estaba situado justo enfrente de la sobrecogedora Catedral de Estrasburgo, de una belleza que solo el gótico es capaz de desplegar, y más en medio de una noche de mal temporal y con las luces de la plaza apagadas", cuenta el autor sobre el contexto en el que surgió la primera chispa de inspiración, muy vinculado a la sensación que se vive estos días con los recientes atentados de Barcelona. "Se generó en mí un momento sublime. Una emoción inspiradora que, con el tiempo, he aprendido a reconocer", apostilla.

Farah Hamed, nominada a un Goya por 'Retorno a Hansala', dará vida al personaje protagonista

"Tenía toda una noche para escribir. Y en aquel momento me vino a la mente, de manera fugaz, esta frase con la que el filósofo Zygmunt Bauman describe lo que significa la fragilidad de los vínculos humanos en la era postmoderna a través de un concepto inaugurado por él: el amor líquido", explica sobre la base teórico-filosófica del texto. "Mi aeropuerto de origen había sido Melilla. Allí dejé una valla que separa Europa de lo que no es Europa. Mi destino era el corazón de Europa. Y allí me encontré a un ejército desplegado para defender a Europa de lo que no es Europa y pretende agredirla. En medio de esta vorágine vinieron a visitarme los dos personajes de esta obra: Sara Khen y Jeremías Ibniz", continúa Morón sobre el germen de este drama atravesado por las ideas del filósofo polaco: "Las relaciones virtuales están provistas de las teclas suprimir y spam que protegen de las pesadas consecuencias (sobre todo, la pérdida de tiempo) de la interacción en profundidad".

El autor detalla que las fronteras físicas que separan a los dos personajes "se traducían en fronteras emocionales". "Ella venía de un mundo más sólido, en el que las relaciones humanas expresan con urgencia el peligro ante la llegada de la muerte, el dolor o la injusticia. En un mundo peligroso lo único que queda son los vínculos que, necesariamente, generan una imagen de responsabilidad mutua entre individuos. El mundo de él no es peligroso y eso convierte cualquier vínculo emocional en un estado líquido".

Así, Radiografía de puta y poeta es una reflexiona sobre la 'vida líquida', esa que según Morón se ha convertido en "la manera habitual de vivir en nuestras sociedades modernas contemporáneas, cuya característica fundamental se basa en no mantener ningún rumbo determinado, puesto que la vida se halla inscrita en una sociedad que, en cuanto líquida, no mantiene por mucho tiempo una misma forma". "Las líneas imaginarias que separan a los seres humanos son tan potentes que se transforman en muros infranqueables, impasibles ante la necesidad de amar, de estar en el otro, de construir", asegura el escritor.

Y sobre la manera de plasmar eso en escena, para el dramaturgo "la luz es el elemento determinante que refleja esas fronteras y genera las diferentes atmósferas". Y lo hace "impactando en los personajes que deambulan por sus vidas y sentimientos de forma errática y agonizante": "La estrategia consiste en invitar al espectador a deambular por el escenario, acompañando a los personajes en una suerte de situaciones en las que se esfuerzan sin éxito en seguir las pautas: las reglas del juego".

Morón -dramaturgo y teórico del teatro, doctor en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad de Granada, donde trabaja como profesor- conoció a la actriz y directora del montaje, Carmen Ruiz Mingorance, a través de la academia Academia de Artes Escénicas de España. "Nos pidieron que preparásemos un acto para presentar la Academia en Granada", recuerda. Un tiempo después de organizar aquel homenaje a Martín Recuerda contactó con la directora para este texto y ella le recomendó a Farah Hamed, nominada a un Goya por Retorno a Hansala, para el papel protagonista. "Fuimos los dos a hablar con ella", cuenta sobre el trío inicial de esta propuesta, al que luego se sumó Juan Antonio Hidalgo a instancias de Hamed, quien había trabajado con él en una versión de Luces de Bohemia que pudo verse en Málaga recientemente.

Morón destaca la complicidad a la hora de trabajar con Ruiz Mingorance, licenciada en la Escuela Superior de Arte Dramático de Málaga y Máster de Estudios Teatrales de la Universidad de Granada. "Nos reunimos para analizar los textos de Bauman y resultó que teníamos planteamientos filosóficos muy parecidos", comenta sobre los primeros pasos que se dieron para montar este drama, del que poco más puede adelantar para no disipar el misterio: "Será una sorpresa también para mí".