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Una antología recupera a Juan José Domenchina, el crítico insobornable del 27

  • La filóloga Amelia Paz reúne en 'Artículos selectos' algunas de las críticas que dedicó a Proust, Unamuno o Azorín

Fue secretario personal de Azaña, poeta y el critico más insigne e insobornable de la Generación del 27 y quizá por ello, el olvidado con más inquina por casi todos. Ahora un libro recupera los artículos más importantes de Juan Jose Domenchina, reunidos por la filóloga Amelia Paz.

Artículos selectos es la primera antología dedicada a Domenchina (Madrid 1898-México DF 1959) desde que en 1946 se publicara en México Las crónicas de Gerardo Rivera, pseudónimo que utilizaba el que fuera esposo de otra de las poetas de la Generación del 27, Ernestina de Champourcín.

En este volumen, de la colección Fundación Banco de Santander, se incluye una selección de casi un centenar de artículos publicados en la prensa, como La Voz o El Sol, durante tres decenios, desde el principio de los años 30 hasta la muerte de Domenchina en 1959.

Proust, Kipling, Unamuno, Salinas, Baroja, Stendhal, Azorín, Alberti o Gómez de la Serna, son sólo algunos de los escritores a los que les lanzaba su latigo o sus flores, porque "él aplicaba su coherencia y visión poética sin tapujos", como recordó Amelia de Paz, doctora en filología y estudiosa de la obra de Domenchina durante más de veinte años, en la presentación del libro.

Domenchina también dedicó palabras a Miguel Hernández, cuando todavía era desconocido. En Anunciación y elogio de un poeta le califica como "soberbio y absorbente cantor" y termina el artículo diciendo: "por lo que ya es Miguel Hernández y por la significación latente de su numen, me cumple escribir, sin reservas ni atenuaciones, el elogio de este singular poeta de España".

"Es el más sañudamente olvidado de la generación del 27. Nuestro olvido actual es ingenuo, simple ignorancia. Pero en otro tiempo fue deliberado, ninguneado, porque a Domenchina le conocía todo el mundo en los mentideros madrileños de preguerra. Era el crítico por excelencia, controvertido, tímido y detestado porque no se mordía la lengua", precisó la antóloga.

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