El archivero de la OCG, camino del Oscar
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Juande Marfil trabaja desde hace dos años en la orquesta y es el autor de la banda sonora del cortometraje 'Aquel no era yo', que opta a los premios de Hollywood
Hasta hace poco, Juande Marfil era un discreto archivero recién llegado a la OCG que guardaba un secreto; en sus ratos libres, componía bandas sonoras para películas. Así, en la pasada edición de los Goya, se hizo con su trocito de estatuilla al ser el responsable de la música de Aquel no era yo, del director Esteban Crespo, que se hizo con el premio al Mejor Cortometraje de Ficción. Esta misma película se ha hecho hueco entre La gran estafa americana y Gravity y competirá por el Oscar en la categoría de cortos, la única presencia española en la gala que se celebrará el próximo 2 de marzo en el teatro Dolby de Los Ángeles. Pero las obligaciones de Juande Marfil en la OCG le impedirán saltar el charco con el resto del elenco para empezar a promocionar la película en EEUU desde principios de febrero. "El premio está muy en el aire, aunque creo que hay posibilidades, depende mucho de la promoción que se haga y del resto de cortometrajes nominados", explica.
Aquel no era yo muestra a unos médicos cooperantes que llegan a un país africano que está en plena guerra y con un ejército que utiliza a niños soldado. En principio llegan para ayudar a la población, pero se ven involucrados en la guerrilla y en el conflicto y se crea un vínculo entre los nativos y los médicos, con un cruce de vidas y de caminos. Un drama en toda regla que, pese a estar ambientado en un país africano, se rodó en plena meseta castellana, concretamente en Toledo.
A la hora de abordar la banda sonora, ¿se decantó por una música conmovedora como la de El piano o quiso salirse del tópico? Según el archivero y compositor,
trabajar con Esteban Crespo es "un lujo" porque "lo tiene todo clarísimo, sabe cuándo tiene que entrar y cuándo tiene que salir la música, qué momentos y qué personajes tiene que apoyar la música". Con total libertad, Juande Marfil sólo se ciñó a unas pocas indicaciones. Al ser un corto ambientado en África, preguntó al director si quería incluir algún tono africano o alguna percusión, pero Crespo le dijo que quería mostrar una mirada occidental del conflicto, como a través de unos ojos extranjeros. También le pidió una música que apoyara la imagen y que llegara a emocionar al espectador, a acongojar. Casi nada.
Así que, en su estudio, el archivero fue probando hasta que llegó a la conclusión de que banda sonora necesitaba pocos elementos para funcionar, que la partitura tenía que ser minimalista. "La instrumentación es cuerda básicamente y un vibráfono, una cosa muy sencilla que aporta a la película porque hay momentos de acción, de huida, y escenas más dramáticas al final, en el que no hay sonido ambiente y la cinta se apoya en exclusiva en su música", afirma.
Para grabar la banda sonora, lo lógico será pensar que le bastó con bajar las escaleras del Auditorio Manuel de Falla para reclutar a algún músico de la OCG. Pero acababa de empezar a trabajar y "no tenía la suficiente confianza para involucrar a nadie en este proyecto porque, además, en los cortometrajes no se cobra, todo se hace por amor al arte", explica para apuntar a continuación que para su próximo proyecto sí va contar con los artistas de la orquesta granadina que, por otro lado, pasan por ser unos profesionales inquietos que están embarcados en mil proyectos.
Así que la música la grabó en su propio estudio con samplers, con lo que salió una composición que ganó en inmediatez. "Claro, si hay gente que luego pueda tocarlo es mejor, pero depende de la envergadura del proyecto, porque en un corto nunca sabes la repercusión que va a tener, no podíamos imaginarnos que incluso íbamos a competir para los Oscar", cuenta el artista.
En cuanto a su labor como archivero de la OCG, Marfil resalta que es un trabajo que exige saber de música, no se trata de la tópica imagen de un hombre con canas enterrado entre montañas de libros y de polvo. "Exige disciplina, tienes que saber de catalogación, hay veces que tienes que bregar con partituras de las que no te especifican nada y tienes que buscarlas para ver su catalogación", explica sobre su día a día en las oficinas del Auditorio Manuel de Falla. Marfil tiene que informar sobre qué instrumentación tienen las obras, algo capital en los tiempos actuales porque hay partituras que exigen un refuerzo para abordarlas en directo, lo que supone un sobrecoste difícilmente asumible en los tiempos actuales. También tiene que informarse sobre los derechos de autor, lo que también supone un ahorro para las exiguas arcas de la formación. "En todas las orquestas se intenta tocar obras que estén libres de derechos y que además estén en el archivo para no tener que comprar las partituras, porque hay obras que pueden salir por 500 euros", señala.
En definitiva, el archivero está a medio camino entre la planta de los artistas y la de administración, como un intermediario entre la sala de conciertos y las oficinas. "Soy como un músico no músico", concluye el discreto archivero.
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