Artistas de Granada | Juan Vida

La segura y convincente referencia

  • El creador es una figura indiscutible de referencia para conocer la mejor pintura contemporánea

El artista granadino Juan Vida en una imagen reciente.

El artista granadino Juan Vida en una imagen reciente. / G. H.

Juan Vida es, sin duda, uno de los nombres propios de la pintura de la provincia. Desde el último tercio de la anterior centuria se puede considerar como una auténtica referencia en el arte granadino de los últimos años. Ha sido en todo este tiempo una figura indiscutible a la que había que acudir para conocer la realidad artística de una ciudad donde, en esos años, han ocurrido muchas buenas cosas, han surgido muchos buenos artistas y se han puesto las bases para que el arte de aquí ocupe un lugar de mucha buena consideración en el contexto general de la creación artística contemporánea.

Ha sido un artista que siempre ha estado ahí; casi todos, aunque en el panorama artístico siempre existe algún desinformado -por utilizar el término de manera eufemística- que provoca que el adverbio casi no designe la aplastante realidad de lo unánime, lo han tenido por artista seguro, pintor indiscutible y espejo donde mirar una pintura con el mayor signo de seriedad y rigurosidad. Fue respetado por todos los grandes que le precedieron, considerándolo pintor con infinitas posibilidades que mantenía en lo alto todo lo bueno que aquellos conquistaron en una pintura, ya, con los signos de la modernidad perfectamente asimilados.

Los de su generación lo han tenido como compañero fiel con quien compartir un estamento creativo de sabios argumentos y un espacio donde todos cabían y tenían su oportunidad. Los más nuevos lo han visto como fórmula segura de una pintura de la que ellos tenían -y debían- asumir sus serias consideraciones. Vida es, por tanto, artista en quien confiar porque su trayectoria está avalada por casi todos y sólo admite la consideración de lo realizado conscientemente, sin reveses ni signos espurios que distorsionen una verdad creativa, santo y seña de su hacer artístico.

Una de las últimas obras de Vida. Una de las últimas obras de Vida.

Una de las últimas obras de Vida. / G. H.

No ha sido, sin embargo, un artista asiduo a esos centros de interés donde se dilucidan -o, al menos, se pretenden- poner las bases dialécticas e interesadas de la creación. Ha estado al margen de las coheterías y divismos de un arte al que le sobran feas maneras y le falta serena dimensión. Este creador ha sido, más bien, llanero solitario, en una profesión con muchos matices, algunos bastante cuestionables. Su trabajo ha sido más de la intimidad del taller, de labor callada en soledad que de algarabía en ambientes de mucha alharaca y poca enjundia creativa.

Juan Vida (Granada, 1955) llegó a lo artístico, no desde una formación reglada y práctica, sino después de haber estudiado Historia del Arte. La teoría estuvo antes que la práctica o, al menos, tuvo mucho que ver para comenzar una trayectoria con fórmulas sustentantes muy bien acondicionadas. Pronto su carrera pictórica fue tomando cuerpo con los argumentos básicos del que conoce muy bien el estamento y sabe cómo llevarlo a cabo desde un sistema bien organizado y con los registros de una pintura abierta donde tenía cabida una figuración de muy amplio espectro, guiada por los planteamientos de un realismo contundente de muchos márgenes plásticos.

Desde un primer momento, Vida ha ofertado una pintura valiente, fresca, sin ataduras a exigencias de modos y modas; una pintura que refleja los postulados amplios de un expresionismo figurativo que da contundencia y realza plásticamente la imagen.

La obra del pintor ha pasado por varias etapas y ha tenido un desarrollo amplio donde los más esenciales argumentos de la figuración tomaban vida en un lenguaje poderoso, lleno de sabia gramática conformante que dejaba abiertas las estructuras de una sintaxis que adelantaba una sabia significación donde lo mediato y lo inmediato fundían sus espacios. Así lo hemos visto como constructor de paisajes donde los horizontes de la realidad marcaban muy bien desarrollados lo límites de lo real dejando, siempre, abierto un espacio para un íntimo desenlace creativo; también, como ejecutor de retratos, en ellos la apariencia del modelo dejaba flotar sus esquemas emocionales, sus sentimientos y diferencias psicológicas.

Pieza 'Pandemonia' en proceso. Pieza 'Pandemonia' en proceso.

Pieza 'Pandemonia' en proceso. / G. H.

Ha sido un relator de escenas, con protagonistas cercanos a su entorno y elementos constitutivos que apoyaban y magnificaban la realidad de lo proyectado. En todas su obras, el artista se ha apoyado en constantes representativas que marcaban una especialísima iconografía: niños, animales, juguetes, toboganes, pelotas que potenciaban un paisaje donde lo real y lo imaginado fundían felizmente sus fronteras.

Ahora, cuando, el artista vive una joven madurez y sus espacios representativos manifiestan un argumento sereno, consciente y de máxima lucidez, nos encontramos a un Juan Vida creador de una metáfora de la existencia, de imágenes que rompen la linealidad de lo cotidiano para adentrarse en nuevos espacios -algunos con sabios gestos metafísicos- donde lo real muestra su contundencia representativa pero dejando entrever marcar con posiciones que descubren presunciones, formas pararreales, espacios distópicos donde lo posible y lo imposible muestran sus más íntimas posiciones.

La obra de Juan Vida ha ocupado una de las parcelas pictóricas más amplias y significativas del arte granadino de los últimos años. Su nombre sirve de referencia para conocer la mejor pintura contemporánea. Ha sido y es un artista imprescindible, un pintor total, sabio y portador de un lenguaje personal e intransferible.

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