Cuando lo artístico encuentra referencias existenciales

Arte

Jacobo Castellano expone en solitario en la galería Rafael Ortiz. Se trata de uno de los nombres más trascendentes del momento.

2 y 3. La exposición nos hace partícipes de su profundo enfoque conceptual a través de piezas muy diversas.
2 y 3. La exposición nos hace partícipes de su profundo enfoque conceptual a través de piezas muy diversas.
Bernardo Palomo

24 de octubre 2016 - 05:00

JACOBO CASTELLANO. Galería Rafael Ortiz. Sevilla. Hasta el 2 de noviembre.

Formó parte de ese importantísimo grupo de artistas que constituyeron las primeras promociones de la Facultad de Bellas Artes de Granada, allí donde Ángeles Agrela, José Piñar, José Miguel Chico López, Marisa Mancilla, Aixa Portero, Jesús Zurita, Domingo Zorrilla, Andrés Monteagudo, Santiago Ydáñez, Paco Pomet, Carlos Aires, Paloma Gámez, María de los Ángeles Rodríguez Doblas o Asunción Lozano, entre otros muchos, clarificaban y daban vida a uno de los momentos más espléndidos que han tenido lugar en el Arte andaluz de los últimos tiempos. Con todos ellos, Jacobo Castellano salió de las aulas que ocupan lo que fue el antiguo Manicomio de Granada con las alforjas bien provistas de cuanto se necesitaba para afrontar una carrera artística con argumentos sobrados. En poco tiempo accedió a los importantes foros donde se plantea lo más trascendente del Arte actual y fue conquistando parcelas del mejor paisaje artístico nacional. Hoy su nombre es imprescindible en los mejores catálogos donde se dan cita los artistas de ese segmento que han dejado de ser figuras emergentes para convertirse en realidades indiscutibles de una plástica a la que él ha impuesto mucho carácter, entusiasmo y emoción. Sin embargo, esas incongruencias que tantas veces distingue a lo artístico, han hecho su aparición y, un artista que ha expuesto individualmente en espacios tan importantes como las galerías Pedro de Oliveira de Oporto y Fúcares de Madrid, en Artium de Vitoria, en la Kunsthalle de Sao Paulo, en la Fundación RAC de Pontevedra o en el Palacio de Fonseca de Salamanca, entre otras, nunca había expuesto en solitario en Andalucía. Ahora lo hace en Sevilla en la galería de Rafael Ortiz, auténtico emblema de este tipo de instituciones expositivas de Andalucía y casi de España entera.

Esta primera comparecencia sevillana de Jacobo Castellano nos insiste en algunos de los planteamientos conceptuales que han motivado su obra y que siempre acuden a algunas circunstancias por él experimentadas. Nada más entrar en la galería de la calle Mármoles el espectador se encuentra con la conocida vitrina existente en la galería, esa que otros artistas utilizan para mostrar catálogos de exposiciones pasadas y en la que el artista jiennense ha colocado documentos referentes a su familia; familia que se dedicaba a la proyección de películas y que, por tanto, nos presenta facturas, cartas y otros documentos relacionados con esa profesión y que sirven a Jacobo Castellano como declaración de intenciones para el resto de sus obras, siempre con una clara referencia a su entorno.

La exposición tiene tres partes perfectamente diferenciadas. En la primera, Sepulcros, nos encontramos con una serie de fotografías que representan imágenes de sepulcros antiguos en los que aparecen la figura de un perro a los pies del difunto; perros cazadores fieles a sus amos y que el paso del tiempo ha transformado en un elemento más de la tumba ajeno al momento iconográfico que representaban. Junto a estos sepulcros, el autor presenta una serie de esculturas realizadas con maderas y objetos encontrados y a los que se les concede una nueva dimensión. Son "personajes" que Castellano identifica como la representación de sí mismo. La tercera propuesta de esta primera muestra individual andaluza lleva por título Contenedores, contenedores de leche que aluden a un hecho autobiográfico del artista por el que, al ser alérgico a la lactosa y no poder beber leche, busca contenedores donde depositar ese veneno que para él constituiría tomar leche.

La exposición nos hace participar en el profundo juego conceptual que manifiesta la obra de Jacobo Castellano y cuyo trabajo adopta elementos para marcar ese territorio en el que su biografía, su entorno y su propia historia existencial juegan un papel definitivo. Estamos, pues, ante una muestra absolutamente necesaria que nos plantea la importancia de uno de nuestros más significativos artistas y que, por esos misterios de la plástica actual, todavía, no había hecho su presentación en Andalucía.

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