Arvo Pärt, noventa años de luz blanca

Mapa de Músicas | Arvo Pärt. 90 años

En el 90 cumpleaños de Arvo Pärt, Paavo Järvi le dedica un álbum que recorre toda su evolución, desde la audacia modernista de Credo hasta la simplicidad del estilo tintinnabuli

El compositor estonio Arvo Pärt (Paide, 1935) cumplió 90 años el pasado 11 de septiembre.
El compositor estonio Arvo Pärt (Paide, 1935) cumplió 90 años el pasado 11 de septiembre. / Kaupo Kikkas
Pablo J. Vayón

21 de septiembre 2025 - 06:10

Arvo Pärt cumple noventa años convertido en una de las figuras más reconocidas del universo clásico. Nacido en septiembre de 1935 en Paide y formado en Estonia, Pärt transitó por etapas muy distintas: desde la experimentación de juventud –serialismo, collage, técnicas aleatorias– hasta la decisión radical de reducir el material musical a lo esencial, gesto que cristaliza en la técnica que él mismo llamó tintinnabuli.

La primera etapa artística del compositor es la de un creador atento a las vanguardias. Sus años con Heino Eller y su labor en la radio estonia lo acercaron a procedimientos contemporáneos que empleó con solvencia en obras como Nekrolog (1960) o el concierto para violonchelo Pro et contra (1966). Credo (1968) representa la culminación de esa fase experimental y, al mismo tiempo, su punto de ruptura: en ella confluyen citas (preludio en do mayor de Bach), serialismo, agregados tímbricos y un fraseo vocal que recurre a extremos expresivos. El uso explícito de un texto religioso chocó además con la ortodoxia cultural soviética. El estreno, dirigido por Neeme Järvi, provocó una reacción pública intensa y la prohibición posterior de la obra. Esa controversia marcó un antes y un después: para Pärt fue el detonante de un período de introspección y replanteamiento estético; para Neeme Järvi supuso el inicio de un boicot profesional que, junto a otros factores, influyó en la decisión de abandonar Estonia con su familia.

Del posterior silencio creativo surgió una reflexión profunda sobre la música antigua: canto gregoriano, polifonía medieval y renacentista se convirtieron en fuentes de una operación compositiva opuesta a la acumulación. Pärt empieza a reducir su material hasta hallar un núcleo que, en su caso, tiene tanto valor técnico como metafísico. Nace así la técnica tintinnabuli, en la que una voz –llamada “tintinabular”– toca arpegiada la tríada de tónica, mientras una segunda voz se desplaza por la escala diatónica por grados conjuntos. Esta extrema economía de materiales es reforzada por un uso del silencio como elemento estructural hasta dar esa sensación de quietud que muchos entienden como espiritual. “Podría comparar mi música a la luz blanca, que contiene todos los colores. Sólo un prisma puede dividir los colores y hacerlos aparecer; este prisma podría ser el espíritu del oyente”, escribió Pärt.

Paavo Järvi y Arvo Pärt en el pasado mes de julio
Paavo Järvi y Arvo Pärt en el pasado mes de julio / Kaupo Kikkas

La adhesión de Pärt a la Iglesia ortodoxa en 1972 orientó decisivamente su producción: muchos de sus trabajos se basan en textos litúrgicos o religiosos que no sólo aportan sentido, sino que suelen funcionar como principio estructurador. En numerosas partituras el texto determina duraciones, acentos, la entrada y salida de las voces y la propia arquitectura formal; en otros casos el texto sirve de plantilla generativa para la música instrumental aunque no se cante. El repertorio resultante cubre formatos muy distintos: desde piezas íntimas para voz y conjunto reducido hasta grandes composiciones corales y orquestales como la Passio (1982) o el Miserere (1989). La técnica tintinnabuli, desarrollada en la segunda mitad de los años setenta y consolidada en obras como Fratres, Cantus in memoriam Benjamin Britten y Tabula rasa, demostró una extraordinaria versatilidad: se aplica tanto a miniaturas como a sinfonías y encargos orquestales tardíos. Pärt revisa y transcribe con frecuencia sus obras, convencido de que el núcleo reside en las alturas y las relaciones entre ellas más que en la orquestación; por eso piezas como Spiegel im Spiegel o Fratres existen en múltiples versiones.

La historia de su emigración –Viena, Berlín– y las relaciones establecidas en estas ciudades (su vínculo con la editorial Universal, la colaboración con ECM y Manfred Eicher, el estrecho trabajo con formaciones como The Hilliard Ensemble o con directores como Tõnu Kaljuste) contribuyeron a proyectar su obra internacionalmente. Muchas de sus obras se convirtieron en banda sonora de la cultura contemporánea y del cine, y su influencia se ha hecho sentir más allá del ámbito estrictamente clásico. A lo largo de las décadas Pärt fue acumulando encargos de instituciones y festivales, manteniendo una práctica creativa que evolucionó desde la precisión de la forma hacia una mayor libertad expresiva sin renunciar a la austeridad que lo define.

Alpha acaba de publicar un álbum que el director estonio Paavo Järvi, hijo de Neeme, grabó este mismo mes de julio, al frente de la Estonian Festival Orchestra, como homenaje a su compatriota. El disco se titula Credo y propone, en su recorrido por diez obras, un itinerario que conecta todos esos polos: desde la provocación juvenil de Credo (1968) hasta páginas orquestales recientes como Swansong (2013) o La Sindone (2005, rev. 2015), pasando por piezas emblemáticas del tintinnabuli como Fratres o el Cantus in memoriam Benjamin Britten. También se incluyen partituras de carácter conmemorativo (Für Lennart in memoriam, Da pacem Domine), obras de encargo como Silhouette (2009, aquí en su primera grabación mundial) o Mein Weg (2000) y la delicada Estonian Lullaby (2006). El piano de Kalle Randalu en Credo y varias formaciones corales de Tallin tanto para esta obra seminal del músico como para la nana conclusiva, completan una lectura que ofrece una visión panorámica de Pärt en diálogo con su tiempo y con su país.

En estas páginas emerge una voz que ha sabido hacer de la limitación, expresión de todo un mundo personalísimo: menos no es pobreza, sino posibilidad. Aun partiendo de presupuestos técnicos rigurosos, la música de Pärt aspira a afectar la esfera ética e íntima del espectador: el uso del silencio, la cadencia de las tríadas, la disposición del texto, todo remite a la intuición y las emociones del oyente. El disco de Järvi funciona como un mapa o como un índice: permite seguir los hitos de una trayectoria que va de la experimentación conflictiva a la calma reconcentrada, y que, a los noventa años de su autor, sigue generando placer y conmoción, turbación y paz.

Arvo Pärt: Credo. Paavo Järvi. (Alpha)
Arvo Pärt: Credo. Paavo Järvi. (Alpha)

La ficha

CREDO

Arvo Pärt (1935)

  1. La Sindone [para orquesta, 2005; revisión, 2015]
  2. Fratres [sin instrumentación definida, 1977; para orquesta de cuerda con percusión, 1983; revisión, 1991]
  3. Swansong [para orquesta, 2013]
  4. Für Lennart in memoriam [orquesta de cuerda, 2006]
  5. Da pacem Domine [sin instrumentación definida, 2004; para orquesta de cuerda, 2006]
  6. Silhouette [Dedicada a Paavo Järvi y la Orchestre de Paris; orquesta de cuerda y percusión, 2009]
  7. Cantus in memoriam Benjamin Britten [orquesta de cuerda y campanas, 1977; revisión, 1980]
  8. Mein Weg [catorce instrumentos de cuerda y percusión, 1999; revisión, 2000]
  9. Credo [coro, piano y orquesta, 1968]
  10. Estonian Lullaby [coro femenino, dos voces de mujer y orquesta de cuerda, 2006]

Estonian Festival Orchestra [Benjamin Baker, concertino]

Paavo Järvi, director

Kalle Randalu, piano [en 9]

Estonian National Male Choir [en 9]

Ellerhein Girls' Choir y Ellerhein Alumni Choir [en 9 y 10]

Alpha

EL CD EN SPOTIFY

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