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El cabaret de los 7.000 días

  • La compañía Laví e Bel, que opta a dos premios Max por la obra 'Cabaret Popescu', celebra su 20 aniversario con el montaje 'El tren de la lluvia'

Hagamos cuentas: 21 espectáculos, 350.000 espectadores y 1.500 funciones por las que han pasado 32 actores, ocho técnicos, cinco gestores y distribuidores y 22 colaboradores; giras por Cuba, Colombia, México, Francia y Portugal además de España y la participación en los más importantes festivales de Europa en Latinoamérica; dos Premios Max (y dos nuevas candidaturas anunciadas hace unos días, las de mejor espectáculo de teatro musical y mejor director musical, Emilio Goyanes, por Cabaret Popescu), Premio El Público, dos Premios del Teatro Musical de Madrid y otros muchos galardones, reconocimientos y candidaturas. El balance de sus veinte años de historia convierte a la compañía Laví e Bel, dirigida por el granadino Emilio Goyanes, en uno de los episodios fundamentales del teatro español en el mismo periodo.

Ya en sus primeros pasos, en 1992, con todo el ruido de la Expo de Sevilla alrededor, la agrupación ahondó como pocas en el profundo cambio que entonces experimentaba el teatro andaluz en sus formas y sus esencias: se trataba, en gran medida, de renovar las tradiciones y airear los legados, de abrir ventanas a una escena, la andaluza, que soportaba todavía en exceso el peso de la tragedia, el mito y la costumbre. Había que trasladar el acervo, sin destruirlo, a un espectro contemporáneo, que se reflejara en lo artístico, que respetara su identidad pero a la vez fuese capaz de sentirse de todas partes. Laví e Bel asumió el reto sin reparos, hurgando y encontrando hasta bordar un compromiso de creación único con el público: salvo la muy celebrada lectura de Emilio Goyanes de La tempestad de Shakespeare estrenada en 2003, todos los espectáculos han sido paridos desde la imaginación febril y prodigiosa del mismo Goyanes y los suyos, con un lenguaje que hace de la música y el cabaret ley y misterio.

Ahora, a modo de resumen de noticias, la compañía celebra estos veinte años de vida y teatro con una nueva producción, El tren de la lluvia, un greatest hits que recoge algunos de los mejores momentos de todos sus trabajos (desde A moco tendido hasta La barraca del zurdo, una hermosa reivindicación de la memoria histórica con nombres y apellidos que mereció el Max a la mejor dirección musical) además de un nuevo número, y que se representa desde hoy hasta el domingo en el Teatro Central.

El tren de la lluvia es una canción de uno de los montajes más populares de Laví e Bel, Cabaret Nómada (estrenado en 2004), y ahora también es el título de un espectáculo que protagoniza un elenco de seis de los actores que han desfilado por estos veinte años: Larisa Ramos, Antonio Leiva, Nerea Cordero, Javier Parra, Virginia Nölting y Piñaki Gómez ponen voz y oficio a esta criatura de Emilio Goyanes, más hecha de reflejos que de retales, con la actuación en directo (otra de las señas reconocibles de Laví e Bel) de los músicos Javier Viana, José María Pedraza y Miguel Pimentel. El mismo Goyanes explicó con motivo del estreno en Granada que El tren de la lluvia pretende ser "un viaje para recordar de dónde venimos y a quién nos debemos, una celebración festiva para los espectadores, los compañeros de profesión y los miembros de la compañía". Y añadió: "Al final de estos veinte años y en una coyuntura de crisis como la que vivimos, la compañía está asistiendo a un renacer y a un cambio de pelaje para recordar por quién hacemos un teatro de creación". Dicho de otro modo: el resumen de noticias que es El tren de la lluvia puede apuntar a un punto y aparte en la historia de Laví e Bel. Pero todo se sabrá a su debido tiempo. Por el momento, Goyanes se refiere a la metamorfosis de un modo general en clave de permanencia cultural: "La crisis está dinamitando toda la actividad en torno a la cultura y ahora tenemos que reconstruir lo que somos y hacemos. No hay que tirar la toalla. Nuestro oficio es necesario y esa certidumbre está clara. Sin cultura, ¿quién va a hablar de poesía, de amor, del ser humano?".

Goyanes puntualiza que este nuevo montaje "no habla tanto de nuestra compañía sino de las vivencias de todos estos años, que tienen que ver con la vida, la sociedad y las personas. El tren de la lluvia habla también de historia, de muerte, de amor. Tiene lenguajes muy diferentes, momentos divertidos pero también otros poéticos y emocionantes". También la influencia cinematográfica, común en la trayectoria de la agrupación, es aquí notoria a través de la proyección de escenas "de películas que han supuesto algo importante para nosotros, como Cinema Paradiso, Y la nave va y Europa". De nuevo sobre el título, el director considera que el título representa "el largo viaje que estos veinte años han significado para la compañía. Simboliza esa sensación de ir en el tren mientras está lloviendo fuera, ¡con la que está cayendo!".

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