"El caché no se reduce cuando ni siquiera existe la negociación"
María Muñoz. Bailarina y coreógrafa
La compañía Mal pelo llega este fin de semana al Teatro Alhambra con 'Todos los nombres', una propuesta de danza contemporánea que relaciona palabra y movimiento
La "singularidad" de sus propuestas le valió a la compañía que codirige junto a Pep Ramis el Premio Nacional de Danza 2009 a la Creación. Ahora, María Muñoz y el grupo Mal pelo regresan a Granada conscientes de lo atrevido de Todos los nombres, una amalgama coreográfica de música y gestualidad con la que pretenden hacer reflexionar sobre el sentido de la palabra.
-¿Cómo nace el espectáculo 'Todos los nombres'?
-Surge en un momento de la trayectoria del Mal pelo en la que necesitábamos probar una serie de cambios escénicos, en la temática y en la música. El deseo era el de acercar, a través de un solo escénico, el mundo del movimiento y la palabra. En este último sentido, el contacto epistolar con el filósofo Carlos Thiebaut y autor del libro Historia del nombrar, fue fundamental. De este intercambio de ideas escénicas resultó el espectáculo final. John Berger es otra de las figuras influyentes en Todos los nombres. Un pequeño texto enviado a través de sms se convirtió en el eje vertebrador de la obra.
-¿Cuál es ese eje vertebrador?
-Construimos un personaje llamado Carnaval que durante el espectáculo reflexiona sobre la necesidad de nombrar las cosas, yendo de una concepción extrema a otra, desde la del nombre como una forma de la identidad hasta un elemento provisional para no perdernos. Había que contrastar este personaje que reflexiona , a veces de una manera loca y otras seriamente, con el personaje de Presencia, el estado en el que se aparta la palabra y se enfrenta a las mismas cuestiones pero a través de la danza.
-¿Cuáles son los principales alicientes que tiene la obra?.
- Tiene algo un poco envolvente. Por un lado, el espectáculo tiene un trabajo visual basado en lentos escenográficos sencillos pero muy trabajados. Este cuidado también está muy presente en el aspecto sonoro compuesto por un caleidoscopio de materiales: pequeños fragmentos, texturas de sonidos que Pep Ramis, codirector de Mal pelo, edita en vivo junto a mi puesta en escena. Se trata por tanto de un trabajo de improvisación muy interesante que nunca habíamos probado. Por otro lado, el de la intepretación es un trabajo que al espectador le puede resultar atractivo por ser un viaje entre extremos.
-¿Qué respuesta espera obtener con esta propuesta vanguardista de un público granadino aficionado especialmente a los contenidos más clásicos?
-Probablemente haya una cierta extrañeza pero no lo valoramos de una manera negativa. La compañía es consciente del gusto por lo clásico, de las puestas en escenas vistosas y asumimos que estamos en el límite de la comunicación y extrañeza, algo que forma parte de un acercamiento a la escena. Lo que más valoro del público es que sabe reconocer cuando hay calidad y compromiso, por muy alternativa que sea la propuesta.
-¿Cómo valora el actual panorama de la danza?
-En general, en España nunca había habido tantas propuestas y tan variadas como hay ahora. Desde el punto de vista artístico y de formación siento orgullo de que la gente haya luchado por aportarle seriedad a la profesión y levantar proyectos creativos en todas las partes del país. Otro aspecto diferente es en qué medida esas propuestas han sido apoyadas desde las instituciones públicas, que no han sabido entender la profesión ni su crecimiento.
-¿Qué opinión le merece el hecho de considerar la cultura como mero entretenimiento?
-Se trata de un enorme retroceso. La cultura es una cualidad que atraviesa todas las cosas. Obviamente es también una actividad empresarial pero no es este el rasero con el que se tiene que medir sino como el de una disciplina que transmite una serie de ideas, miradas y esperanzas.
-¿Han incidido los recortes en la actividad de la compañía Mal pelo?
-Por supuesto. Las posibilidades y condiciones de trabajo han cambiado radicalmente. El caché no se reduce cuando ni siquiera hay negociación, la situación es la que es.
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