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El cante sosegado de Habichuela

El flamenco joven, fresco, eminentemente local y popularmente asequible, tiene el nombre de Patrimonio Flamenco o, lo que es igual, La Chumbera. El sábado, 1 de noviembre, comenzaron los recitales en esta sala flamenca granadina, con el cante carismático de José Luis Habichuela. Son propuestas rigurosas del flamenco incipiente del Sacromonte, y del más maduro, que se extenderán hasta las postrimerías navideñas, con la 'pandereta flamenca' que nos propone la cueva María la Canastera. Todos los sábados, con un precio más que asequible tenemos una cita en este rincón hacia el final del Camino. En la muestra podremos ver a Juan Ramírez, Esther Marín o Rafaela Gómez.

El primer día, como digo, tuvimos la suerte de disfrutar con la entrega incondicional del ex miembro de la Barbería del Sur. El lleno total de la sala sorprendió por el tiempo tan desapacible de aquella noche y la retardada promoción del evento. Pero hay un público fiel y atento, seguidor de un conato artístico de este tipo, para presentarse en él ante viento y marea. Así, mi primer ole es para el aficionado.

La voz de Pepe Luis, dulce y armónica, con ese punto de aguardiente necesario para pellizcar, hizo que el encuentro pareciera corto. Una reciente infección vírica impidió que estuviera al cien por cien de sus facultades. Su recortada potencia de voz era paliada por un exacto control de la megafonía y un peculiar gusto en su fraseo. Por eso, el martinete que abrió la noche, no llego a romper un hielo que duró más de lo deseado. Después de la fragua, que recordó tiempos mejores, pasó al cante de ida y vuelta. Con sumo agrado, un poema de Lorca se escuchó por vidalita. Nuestro asombro fue grande con esta nueva entrega, pues no es normal escuchar este tipo de cante en el repertorio de un cantaor de raza. Es más, interpretado con pasión en su riqueza vocal.

El respetable, sin embargo, despertó con el colorido del baile por levante, rematado por tangos, de Raimundo Benítez. Raimundo es un trabajador del baile, estudioso y con la cabeza en su sitio, que aún le queda por madurar. El maestro borda la soleá, antes de darle paso a Rafael Habichuela, que nos participa una composición libre con su guitarra. Le acompaña un respetuoso José Antonio Carmona con el cajón. Los mejores cantes de José Luis, en cambio, llegaron al final en forma de fandangos y el remate por bulerías, que ilustra Benítez, prueba de que si hubiera seguido en el escenario habríamos redondeado la noche sin excepción.

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