Carlos Barea: "Lola Flores o Rocío Jurado siempre han sido divas gay, como ahora es Lady Gaga"

El granadino publica 'Rebeldes del deseo' en el que arroja luz sobre la orientación sexual, muchas veces oculta, de personajes de la cultura

Manuel Liñán: "La sociedad no está preparada para ver a un hombre con falda"

El autor en una imagen promocional.
El autor en una imagen promocional. / Lina Botero

En su biografía, se refleja que Carlos Barea (1987) es granadino, pero él insiste en destacar que es de Zujaira, cerca de Pinos Puente. Pese ese arraigo por la tierra, como muchos otros, Barea tuvo que partir en busca de oportunidades y fue ahí donde descubrió que Federico García Lorca era homosexual. Él mismo lo relata en Rebeldes del deseo (Plaza&Janés), su último libro en el que hace una especie de labor arqueológica para sacar del olvido la orientación sexual de grandes nombres de la cultura, que tuvieron que ocultar su amor bajo la figura de amigos o incluso hijos adoptivos. Por las páginas del libro, desfilan nombres como Pasolini, Eloy de la Iglesia o Tórtola Valencia, aunque se echa en falta precisamente la del poeta de Fuente Vaqueros.

Pregunta.En el libro reúne una veintena de nombres para reivindicarlos, alguno de ellos ya han aparecido en otros de sus libros, como Eloy de la Iglesia ¿de dónde le viene esa necesidad por rescatar figuras del mundo de la cultura?

Respuesta.Creo que la memoria es muy importante. La memoria histórica, ser conscientes de nuestro pasado, es importante y necesario, sobre todo para saber de dónde venimos, y para tener muy claro a dónde vamos. Entonces, en este caso, estoy muy especializado en recuperar personajes del mundo de la cultura, y además del mundo de la cultura más disidente, personajes que se salían un poco de la norma, un poco bastante, y que aun así llegaron a triunfar (risa). Entonces me he dado cuenta de repente que yo creo que es muy importante reconocer nuestras raíces para reconocer lo que se ha llegado a conseguir en cuestión de derechos y de visibilidad.

P.Hablando de raíces, en la portada aparece Lorca y su figura aparece en no pocos de los perfiles, pero no tiene uno propio. Algo extraño siendo usted granadino.

R.La portada es una propuesta de una diseñadora y a mí también, cuando me hizo la proposición, me sorprendió un poco, pero dije, "¿por qué no?". Luego, si lees el libro, como dices, Lorca atraviesa la vida de casi todos los personajes, ya no solo de Luis Cernuda o Vicente Aleixandre, que eran amigos y compañeros de generación, sino con personas tan lejanas como Pedro Lemebel, que es un escritor comunista chileno, que de pronto hace una sesión de fotos imitando a las hijas de La casa de Bernarda Alba. Es como el espíritu que sobrevuela estas 20 historias, no está presente con un capítulo propio, pero sí que está presente en las vidas de casi todos los personajes que están ahí.

P.Entre esos nombres, la mayoría son españoles, pero hay también de otros países, como Rimbaud, Pasolini o el propio Lemebel, ¿ese ocultamiento traspasa fronteras?

R. Claro. La represión de las disidencias es algo internacional, es decir, es una cuestión casi del factor humano o de la sociedad que nos ha tocado vivir. El caso de Pasolini es quizá más visible, porque él se enfrentó muchísimo a lo que eran las élites fascistas, incluso a la Iglesia se molestó bastante con su visibilidad y al final acabó pagándolo, porque acabó siendo asesinado de una forma no muy clara todavía, pero tiene mucho que ver con ese activismo político que tenía como comunista, pero también como homosexual reconocido que no se escondía. Entonces sí, digamos que esa manía por ocultar las disidencias, por invisibilizarlas o por castigarlas es algo histórico. De hecho, a nivel internacional, la homosexualidad no dejó de ser una enfermedad declarada por la Organización Mundial de la Salud hasta 1990, no hace tanto en realidad. Y las personas homosexuales eran consideradas enfermas por la máxima autoridad mundial en medicina.

De izquierda a derecha: Federico García Lorca, Luis Cernuda y Vicente Aleixandre
De izquierda a derecha: Federico García Lorca, Luis Cernuda y Vicente Aleixandre / Archivo

P.Arranca el libro de hecho diciendo que no podría haberse escrito hace 50 años, ni siquiera hace 30. ¿Dónde pondría el horizonte temporal a partir del cual se puede hablar de estos temas?

R.Ha habido sobre todo una explosión en la última década, ya no solo porque se ha despertado bastante interés por vidas que se salen de la norma, sino también por las fuentes y por la información a la que se puede acudir. Es decir, hace 30 o 40 años no se podía, o estaba muy oculta la información de amantes, como por ejemplo Carmen Conde, que fue una de las grandes autoras de la Generación del 27, que compartió gran parte de su vida con una mujer, pero la información no estaba accesible. Ahora sí, ahora se puede acudir a fuentes, están las redes sociales, está Internet, puedes ir a la Biblioteca Nacional a consultar material personal de ciertos autores. Entonces, ese aperturismo, ese acceso a fuentes, ha permitido que tengamos un mayor acceso a la vida personal, por mucho que se hayan intentado ocultar detalles durante mucho tiempo.

P.Precisamente, ¿cómo ha sido el proceso de documentación para el libro?

R.No es tan difícil como puede parecer. Está el caso por ejemplo de Tórtola Valencia, que me parece una de las historias más sorprendentes del libro. Ahora se cumplen 20 años de la aprobación del matrimonio homosexual en España, pero en aquella época tenían que buscar formas de dar protección jurídica a sus parejas y Tórtola se enamoró de una mujer 30 años más joven que ella y ya sabía que iba a morir y que no iba a poder, de forma legal, heredar o dejarle un legado, porque no se podían casar. Entonces lo que decidió fue adoptarla y al final están enterradas como madre e hija, pero en realidad son pareja. Es algo insólito, pero no es tan difícil rastrearlo, porque ella fue una bailarina muy famosa a principios del siglo XX y se codeaba con muchos autores, de hecho se dice que tuvo un romance con Víctor Zuluaga. Entonces toda esa historia estaba ahí, la conocía la gente, no era visible, pero sí había fuentes a las que acudir.

No hace tanto que las personas homosexuales eran consideradas enfermas por la máxima autoridad autoridad mundial en medicina

P.En la introducción habla de cómo muchos malvados de las películas Disney tienen actitudes y comportamientos claramente homosexuales. Ahora, hay series como Arcane, con una protagonista lesbiana. Parece que sí se ha avanzado.

R.Sí, claro, ha habido un avance, aunque hay que decir que lo ha habido y no lo ha habido, porque también tenemos casos como lo que ocurrió con la película de Buzz Lightyear, donde se veía a dos mujeres besándose y se puso el grito en el cielo. Si se muestra de forma evidente, ahí sí que hay algunos problemas, pero sí que a nivel subliminal se ha mejorado bastante con respecto a hace 20 o 30 años.

P.Siguiendo con los avances. El libro se queda en La movida. Si hiciera una segunda parte ¿qué nombres incluiría?

R.Es bastante complicado porque la selección sería muchísimo más compleja, ya que por suerte en estos años, gracias a la facilidad que hay para producir, para publicar, para hacer películas,... la democratización de la cultura, ha permitido también que se haga otro tipo de arte mucho más fuera de los márgenes, digamos, no tan mainstream, y eso es lo que ha provocado que al final haya muchísimos nombres que ahora... Yo siempre digo, por ejemplo, nombres indispensables como Alberto Conejero, que es un Premio Nacional de Teatro, siempre muy comprometido con la memoria; José María Miró, que también es otro dramaturgo increíble; David Velduque, un director que está haciendo un cine cuidado, ahora está empezando a mover proyectos, y aunque tiene una productora y hace muchas cosas, también se preocupa mucho de contar historias disidentes; Samantha Hudson, que siempre está publicando discos y creo que mezcla muy bien esa postura política con una inteligencia y con un humor muy fino,... no sé son solo algunos nombres.

P.¿Cómo ve lo que está ocurriendo con Manuel Liñán?

R.Eso es otra cuestión. Porque no solo es hablar de la orientación sexual, si no que nos metemos en el tema de los roles de género, porque parece que hay que estar en la categoría que te pertenece, si eres un hombre heterosexual que te pintas las uñas o llevas falda te pueden criticar porque se supone que no tiene que llevar tu género, y eso es terrible. Además, hay que tener en cuenta otra cosa, que muchas veces la homofobia, no solo afecta a las personas homosexuales, al final también eso es algo que atraviesa mucho a los heterosexuales, porque al final tiene unas exigencias masculinizadas, por decirlo de alguna forma, en que los hombres no lloran, no se pueden pintar las uñas, los hombres siempre tienen que ser duros, los que tienen que resistir.

P.Ahora compagina su trabajo de escritor con su presencia en Cine de barrio y en el libro hace una firme defensa de la copla y lo popular

R.Ahora la suerte que tenemos es que cada vez las líneas entre la baja y la alta cultura se están difuminando, y eso es bueno, pero en el siglo XX es verdad que la cultura popular era un poco en la que se apoyaba más las disidencias para poder expresarse, por ejemplo, figuras de la copla como Lola Flores o Rocío Jurado, siempre han sido divas gay como ahora es Lady Gaga, pero en su momento ya aquí en España eran las folklóricas por varios motivos, porque representaban un poco esa valentía que se necesitaba, porque las mujeres estaban muy denostadas y al final ellas eran empoderadas, se subían a un escenario a cantar y yo creo que, en cierta forma, era una forma a través de la que vivían todas esas personas que querían también un poco poder gritar la libertad de amar a quien fuera o de estar con quien quisieran. Luego, detrás de esas folclóricas estaban los letristas, que eran también homosexuales, y las usaban un poco como guía de expresión, me viene a la cabeza por ejemplo Rafael de León, uno de los compositores de copla más importantes, que tiene cientos y miles de letras y muchas veces las canciones que componía hablaban de la imposibilidad de amar, de ser la otra, la escondida, que cuando lo cantaba una folclórica eran ellas, pero en realidad también lo estaba manifestando quien componía la copla.

P.Para terminar, ¿cuál es su siguiente proyecto?

R.Ahora justo a finales de 2024 estuve trabajando en un documental de Televisión Española que se llama La última noche de Sonia Martínez, que es una presentadora infantil que acabó muy mal, y en ese sentido sigo un poco con esa recuperación de la memoria histórica, pero ahora estoy muy metido en el mundo de la edición. Lo cierto es que me está gustando mucho llevar de la mano a otros autores para que puedan escribir o ayudarles a mejorar sus textos o trabajar con ellos mano a mano.

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