Aforismos y sonrisas

En esos momentos en los que busco desesperadamente esos puntos de fuga que me han ido salvando la vida: la música, la literatura y la amistad he recordado la sonrisa leyendo un ramillete de aforismos

Una conversación verdadera

Carmen Canet en un acto en la pasada Feria del Libro de Granada.
Carmen Canet en un acto en la pasada Feria del Libro de Granada. / G. H.
Pilar Mañas

20 de agosto 2025 - 13:13

Pasé unos días en Granada requerida por la presentación de la Poesía Reunida de Rafael Juarez. Iban a ser pues unos días de buena poesía, volver a ver a las amigas y también días de melancolía. Granada, como siempre, me recibía engalanada con su feria del libro, íntima y entrañable. ¡Que puedo decir sobre esa feria y ese Paseo de la Angustias si he sido hija literaria de esa ciudad, de sus poetas, de sus libreros, de sus ciudadanas, de sus pájaros y de sus calles!

En aquella calle creo recordar estaba la pastelería en la que comprábamos los piononos de Santa Fe, algo más allá han cerrado la zapatería de niños en la que calzaba cada invierno y cada verano los piececitos de nuestro hijo y han abierto otra tienda de fundas para móviles, y al llegar a la Plaza de la Trinidad las lágrimas querían aflorar cuando sentada en un banco oía el remolino de gorjeos desordenados y alegres de otros pájaros. Miré detenidamente la pequeña terraza del piso en el que vivíamos y que ahora acoge, seguro, otros sueños y otros paisajes. Entonces queriendo entretenerme para ahuyentar la tristeza abrí el libro que acababa de regalarme su autora y amiga. Cálido y agradable al tacto, delicada portada como su hospitalidad: Telegramas de Carmen Canet.

Trayectoria

Sigo con interés la obra aforística de Carmen Canet. Desde sus primeros libros (Malabarismos ,2016, Luciérnagas, 2018, Olas, 2020, Cipselas, 2022, etc..) hasta su último libro Telegramas. Editorial Libros del Aire, ya en la primera página de Telegramos desde el primer aforismo hasta unas páginas después, rápidos y lacerantes, certeros como relámpagos de luz:

"Están ocurriendo hechos en la Historia que nos acercan a la Prehistoria.

Si Dios quiere: que mala costumbre la de poner nuestro destino en manos de un desconocido.”

El capitalismo da miedo, se ha quedado sin pastillas de freno.

Hay que recuperar muchos kilos de memoria histórica, y muchos kilómetros de cunetas. Nos queda viaje".

Estos son solo una pequeña muestra de la sabiduría sencilla que encierran los aforismos, y en esa sencillez no deja de estar escondida de un modo misterioso la complejidad de las sociedades humanas, el enigma del alma humana. Y fue entonces cuando al seguir leyendo desapareció el intento de mis lágrimas por aflorar y una sonrisa apenas perceptible pero relajada se ha ido insinuado en mi rostro. No puedo haber visto mi sonrisa, pero la sentí en mis labios entonces ya sin el rictus de la nostalgia. Y pienso que de la misma forma que un verso logrado nos hace levantar la vista hacia el horizonte como si así penetráramos mejor en su belleza y lo comprendiéramos mejor, de ese modo un agudo aforismo arranca una sonrisa permanente en nuestro rostro.

"Hay personas muy vivas que tienen mucho de mosquitas muertas".

"Tener ironía en la vida es una obra de humor al arte".

"¡Qué sabio es el buen amor! ¡Qué sabio es el buen humor!"

Escribo estas palabras en un Madrid convulso por el principio de un verano que se presume tórrido y por tambores de guerra cuyo temblor nos llega desde Oriente. En esos momentos busco desesperadamente esos puntos de fuga que me han ido salvando la vida: la música, la literatura y la amistad. Y he recordado que la última vez que llevé cosida una sonrisa entre los labios fue sentada en un banco de piedra en Granada leyendo un ramillete de aforismos. Les deseo que se dejen seducir por sus propias sonrisas. No siempre la literatura produce ese efecto y el aforismo es un arte que aúna sentimiento y pensamiento.

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