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Un cautivador secreto musical

Autor: Ermanno Wolf-Ferrari. Libreto: Enrico Golisciani. Intérpretes: Elena Simionov (soprano), Víctor Cruz (barítono), Héctor E. Márquez (piano). Director: Rafa Simón. Lugar y fecha: Facultad de Filosofía y Letras, 16 de diciembre de 2014.

El director de escena Rafa Simón nos propone un viaje al interior de las pasiones y los vicios del ser humano a través de una hilarante puesta en escena de El secreto de Susana, ópera de cámara del compositor italiano Ermanno Wolf-Ferrari con guión de Enrico Golisciani. Sobre el escenario, un trío de ases: la soprano Elena Simionov como la condesa Susana, el barítono Víctor Cru encarnando a su marido el conde Gil, y al piano Héctor E. Márquez que además interpreta al criado mudo Santé. La versión presentada reduce al piano la partitura orquestal de forma magistral.

Hay obras en la historia de la música que, por sus modestos medios o su corta duración, han pasado desapercibidas para el gran público; El secreto de Susana es una de ellas. En un formato camerístico, esta ópera cómica de tan sólo tres personajes (y uno de ellos mudo) es un claro ejemplo del estilo alegre y ecléctico del compositor, basado en una línea melódica clara y dinámica que va mutando y migrando entre los personajes. Ideal por sus dimensiones para ser interpretada en programa doble, esta ópera de Wolf-Ferrari ha sido tradicionalmente compañera de cartel junto con La voz humana de Francis Poulenc.

El diseño escénico concebido por Rafa Simón para esta pequeña joya de la lírica contemporánea resulta de lo más cautivador y atrayente, pese a la necesaria economía de elementos de atrezzo. Frente a un paramento decorado con motivos geométricos belle époque, aparecen de manera icónica un gran piano de cola a un lado, y un amplio sofá al otro, en torno a los cuales se articulan los espacios narrativos de la acción. La integración del piano en la escena resulta un gran acierto del director, ya que el pianista interpreta a su vez al personaje de Santé, un criado mudo cómplice de la acción sobre el que recae buena parte de la carga cómica de la obra; así, Santé se expresa con el piano y con la mímica, pese a no tener ni una sola palabra de texto en el libreto. Esta doble responsabilidad es magistralmente encarnada por Héctor E. Márquez, un pianista de enorme talento capaz de afrontar cualquier reto artístico, cuanto más difícil, mejor; en una perfecta sincronía con los cantantes, va saltando del piano a la escena, apuntillando con su gesto las intervenciones de sus señores los condes con grandes dosis de humor. En lo artístico, una factura perfecta al teclado dotan de realismo y coherencia argumental la partitura, cuya dificultad radica en lo ecléctico de su estilo y el enorme sentido textual de la música, que a menudo resalta el verso más que acompañarlo.

Pero, sobre todo, El secreto de Susana es una obra lírica, cargada de elementos melódicos puestos al servicio de la voz. El dúo protagonista formado por Elena Simionov y Víctor Cruz resultó tremendamente eficiente en la puesta escénica del diálogo de celos y equívocos diseñado por Golisciani. Elena Simionov mostró no sólo su calidad vocal y su bien timbrada voz, sino además una soltura escénica encomiable; en sus desplazamientos emanaba elegancia y dulzura, cualidades demandadas por el papel de la condesa Susana. La complicidad demostrada con su criado Santé, al que incluso sustituye al piano en varias ocasiones, funciona a la perfección dentro de la trama de la obra. Por su parte, Víctor Cruz es un joven barítono que en los últimos años ha crecido como cantante y como intérprete, hasta el punto de encarnar una muy acertada personificación del conde Gil ideado por Wolf-Ferrari, un personaje desconfiado, cómico en sus arranques de celos y tremendamente enamorado de su mujer. La potencia vocal de Cruz y la belleza melódica de Simionov conjugaron un diálogo verista y cargado de pasión.

Si sumamos la genialidad artística de Rafa Simón con la bondad interpretativa del elenco escogido, llegamos a la conclusión de que su versión de El secreto de Susana ha sido, con diferencia, la mejor que hasta el momento he conocido, merecedora de aparecer en la programación de los mejores teatros de ópera.

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