"Las cifras del fraude del 'taquillazo' son de chiste en comparación con la Gürtel"
emilio ruiz barrachina. director de cine
El escritor madrileño estrenó ayer en el Centro Lorca su nueva película inspirada en 'Yerma'. Su "moderna" versión cambia la Andalucía rural del siglo pasado por la Inglaterra actual
-¿En qué se diferencia su 'Yerma' a las anteriores adaptaciones cinematográficas?
-La primera que se rodó en la Antigua República de Yugoslavia al final de los 70 está llena de tópicos. Para rodarla se vinieron a las Alpujarras. Llenaron las casas de jamones colgados, imagínate. Mas quisieran en los años 30, cuando Lorca la escribió, tener la casa llena de eso. Hicieron una cosa muy tópica y curiosa. La segunda, la más canónica y la que mejor se ciñó al texto, la rodó Pilar Távora. Ésta es una versión personal, pero también bastante ceñida al texto. La innovación es que está rodada en inglés.
-¿Qué le motiva a cambiar la Andalucía rural de los años 30 por el Londres financiero de hoy?
-La primera motivación es conseguir que la obra llegue a más público. El texto además tiene plena vigencia. Hemos progresado algo en 100 años, pero no debemos haber arreglado el problema cuando algo escrito hace un siglo con una problemática considerada de ese tiempo encaja perfectamente en el Londres de 2017.
-¿El marido de Yerma sigue siendo una bestia machista, no?
-Sí. (Silencio). Vivimos en una sociedad machista donde cada dos por tres matan a una mujer y se escuchan casos de maltrato. Lo que pasa es que esto hace un siglo era normal. Afortunadamente ya no.
-¿Cómo se enfrenta la protagonista al maltrato psicológico?
-Yerma se enfrente cómo puede. En el filme la retrato como una mujer muy conservadora. El gran drama de Yerma es que ella no concibe tener hijos fuera del matrimonio. Para las mujeres más jóvenes no será un problema. Pensarán en divorciarse. Hay que entender también que la protagonista sufre maltrato psicológico y vive sujeta a ello. Si hablas con mujeres maltratadas te das cuenta de que tienen una dependencia absoluta del marido, de la pareja. Uno de los problemas del maltrato es que la mujer llega a convencerse de que fuera de ese ámbito familiar, matrimonial, de pareja, no puede vivir. El maltratador genera esa inseguridad en la mujer. Aquí se ve, al igual que en la pieza de Lorca, cómo la educación le lleva a pensar que lo correcto es que un hombre la maltrate.
-¿Ha hablado con mujeres maltratadas para saber qué se siente?
-He hablado con muchas mujeres, sí. He hablado con mujeres conservadoras, con mujeres que viven en el mundo rural, con mujeres en Londres. Lo que mejor retrata la obra es la mujer y por eso ellas la entienden tan bien. Hay una diferencia abismal cuando hablas con una mujer o un hombre al final de la proyección.
-Esto ocurre, entiendo, porque Lorca lo que refleja es el sufrimiento que padece una mujer por ser simplemente mujer.
-Exacto.
-Usted antes que cineasta es escritor. ¿Ha sido fácil adaptar el texto a las necesidades del filme?
-Aquí hemos querido ser lo más fieles posibles a la obra original. No me gusta hacer comparaciones, aunque sé que una comparación inevitable va a ser La novia.
-Cuando vi el trailer me vino a la cabeza, sí. Lo reconozco.
-Son dos películas que parten de conceptos totalmente distintos. Paula Ortiz ha hecho una gran película donde han primado los valores estéticos, la forma, mientras que yo me he fijado en el fondo, en el contenido. También es verdad que Bodas de sangre es una película de acción comparado con Yerma. Es una obra de teatro que tiene a cinco señoras, las lavanderas, hablando sentadas durante 20 minutos. Trasladar eso al cine es muy complicado. Hay que reconocer que Yerma es una obra de teatro mucho más pura, más de texto. Bodas de sangre y La Casa de Bernarda al lado de Yerma son auténticas obras de acción (ríe). Ha sido difícil plasmarlo y hacer que esto funcione durante hora y media, pero ha quedado muy digna.
-¿Le ha costado conseguir la financiación necesaria? Con la ley actual de ayudas para el cine parece que o se está con una televisión detrás o es imposible.
-De hecho, está película afortunadamente cuenta con el apoyo de Canal Sur.
-No lo sabía. ¿Le parece bien que la actual ley del cine de prioridad a las películas que cuenten con el apoyo de una televisión?
-Esta ley es un desastre. Es una ley en la que los productores tradicionales y las teles privadas han logrado recuperar y copar todo el sector. Hay que diferenciar entre un cine cultural y un cine comercial. Vamos a la pregunta de fondo. ¿Qué cine tiene que subvencionar un estado? ¿Ocho apellidos vascos o películas con un trasfondo cultural que van a quedar para el futuro por lo que cuentan? No lo digo por mi película, a la que el ICCA -Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales- le negó la subvención. Sin embargo, se ha levantado con capital privado y con Canal Sur. No nos hemos dejado arrinconar.
-Hace unos días se anunciaba la rebaja del IVA cultural al 10% donde no contemplaba el cine. ¿Afán recaudatorio diría usted?
-Hay una inquina contra el cine. Este gobierno pone los toros al 10%, pero la carne al 21%. No tiene ningún sentido. Hay una inquina personal de un determinado ministerio contra el cine y es Hacienda. Hay muchas pruebas palpables. Si ves las cifras del taquillazo son de chiste comparado con la Gürtel y con los chanchullos que se traen tantos políticos. Está demostrado que el dinero de las subvenciones ha ido a parar a sueldos de gente. Y tampoco se puede castigar a todo un sector -el del cine- porque un ministro salga ofendido de una gala de los Goya.
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