La ciudad provocadora de imágenes
A Pedro Osakar le pilló la transición con 13 años. Vivió aquellas espectaculares circunstancias con la mirada expectante de un adolescente que asistía a un universo provocador de imágenes, mensajes y situaciones de fuerte contenido visual. Quizás llevado por una intuición de futuro artistas, guardó aquellos carteles poseedores de la contundencia política que desprendía el momento, sin saber que, muchos años después, servirían de elementos artísticos en un proyecto donde se analizan los efectos de la contaminación visual en los espacios públicos.
Si habitualmente una moderna ciudad está infectada de imágenes que intentan provocar la atención del espectador, es cuando la política invade nuestras calles, cuando esa contaminación se multiplica hasta el infinito y el entorno se convierte en un escenario que atrae las miradas e intenta convencer mediante mínimos implantes textuales y máximos recursos visuales.
Pedro Osakar es un artista todoterreno, un creador nato al que es difícil clasificar dentro de la terminología artística -yo, en una ocasión lo encasillé dentro la escultura y, poco tiempo después, lo tuve que desechar de tan estanco compartimento porque su actividad va mucho, mucho más allá-. Sus ofertas artísticas circulan por muchos estamentos, siempre con resultados positivos por su clarividencia práctica y teórica. Ahora presenta su proyecto donde se difunden muchas fronteras; en esta comparecencia en la Universidad jiennense, lo conceptual, las simples desvirtuaciones en la estética ciudadana, los desenlaces significantes de las imágenes, las incidencias de la publicidad política en el entorno, forman un todo que posibilita una realidad artística a contracorriente, con novedosas posiciones creativas que desarrollan una iconografía visual tremendamente sugestiva.
El artista navarro, profesor de nuestra Facultad de Bellas Artes, se vale de aquellos carteles que guardó de adolescente, y compone un entramado con las imágenes de los mismos y unas copias realizadas en madera pintada de rojo, sobre las que ha dibujado con cera blanca -que imita la apariencia de la tiza-. La visión de una misma imagen repetida y simétrica potencia su efecto y capta la atención. Es lo que ocurre en el aluvión de una campaña electoral, repetición incesante de lo mismo hasta convertir la realidad en un medio mediato que ha roto el hilo argumental de una existencia con pocas alteraciones. Además la instalación -un muro de siete por cinco metros- se ha efectuado conscientemente en el propio Campus universitario, un escenario habitualmente poblado de mensaje que pretenden captar una atención y que sintoniza con la idea originaria. Aquí amplía, a conciencia, el aspecto textual en detrimento de lo visual. Muy bien ideado y mejor planteado este proyecto del profesor Osakar que nos conduce por una realidad artística diferente en la que intervienen muchos aspectos que abren las perspectivas artísticas y sintonizan con un nuevo concepto que funden intereses muy diversos.
Pedro Osakar nos vuelve a introducir en una de sus múltiples y sugestivas facetas creativas. La realidad cotidiana presenta muchos asuntos sobre las que incidir una mirada comprometida. El artista navarro genera situaciones y lleva la mirada sobre la inmediatez de una realidad existente que, a pesar, de su fortaleza estructural nos pasa muchas veces desapercibida.
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