Todos los colores de la voz caben en una viola de gamba
Jordi Savall, el gran maestro del instrumento, ofrece esta noche un repaso por algunas de las composiciones de música antigua
Jordi Savall es uno de los maestros indiscutibles de la interpretación de música antigua, uno de esos genios capaces de exprimir la belleza de cada nota de su instrumento y contagiarla a quien le escucha. Ella, su compañera de vida, es una viola de gamba de cuerpo grande y sonido "muy bello" construida en 1697 por el luthier inglés Barak Norman; un instrumento prácticamente desterrado para los compositores contemporáneos pero que él se ha empeñado en sacar a la luz y mostrar "toda la intensidad y toda la expresividad" que caben en sus siete cuerdas.
Savall regresa a Granada, la ciudad que asistió maravillada a uno de sus primeros conciertos allá por el año 1966 y que le regaló a cambio "grandes lecciones de vida", para ofrecer esta noche en el Auditorio Manuel de Falla un recital con Les Voix Humaines, un trabajo en el que explora todos los matices sonoros que puede tener la viola de gamba a través de obras de Bach, Ford, Playford, Sainte Colombe o Ferrabosco.
"La voz humana es siempre el modelo de instrumento más bello de todos, porque la voz humana está directamente ligada al corazón; cuando canta una voz tenemos la mayor intensidad de emoción posible. Es por eso que en todas las épocas se catalogaban los instrumentos en función de su capacidad de imitar la voz humana y la viola de gamba, desde sus primeros años en el siglo XV, se convirtió en el más cercano a la voz humana. Sus cuerdas están menos tensas que las de un violín y el sonido que emiten es más cercano a la intimidad de la voz humana. Una viola de gamba puede susurrar las notas como si las dijese al oído, mientras que con un violonchelo se canta directamente. Además, desde siempre se decía que entre sus cuerdas se hallaban todos los sonidos de las diferentes edades del ser humano: las graves se relacionan con las de una persona madura, las centrales con las de un joven adulto, las medias con las de una joven y las agudas con un niño de corta edad. Abarcan todos los momentos de la voz de la vida humana y su capacidad expresiva es única", explicó ayer Savall, capaz de trasladar a los demás en tan solo unos minutos la gran pasión que le lleva acompañando sus días durante casi los últimos cincuenta años.
¿Y por qué su interés en la viola de gamba? ¿Qué la diferencia del resto de instrumentos? Savall se recrea en la respuesta. "Es un instrumento con unas posibilidades increíbles, tiene siete cuerdas y tiene trastes como el laúd, así que puedes tocar acordes, melodías... Yo la toco golpeando con la madera en el arco, en pizzicato, con la mano izquierda, con la derecha... Si no es un instrumento demasiado popular es porque hay pocos compositores que conozcan a fondo el instrumento, de hecho, la mayoría de grandes composiciones de la época son de músicos especialistas en el instrumento", relató.
En el concierto de esta noche, Savall ofrecerá él solo un "pequeño repaso" por diferentes momentos de la historia de la viola de gamba. Así, empezará con algunas de las composiciones más modernas de cuantas se conservan, datadas en 1780, para terminar con música dos siglos anteriores, de 1580, y una única intención: "Demostrar que en el arte no hay progreso y que las músicas más antiguas no son necesariamente menos interesantes que las más recientes".
El afán de Jordi Savall y otros pocos enamorados de la música por recuperar del olvido el repertorio antiguo se topa aún hoy con demasiados obstáculos en un país como España que tiene "una asignatura pendiente con la música" y que "no cuida a sus músicos".
"Tenemos un patrimonio musical ligado a nuestra historia y, por tanto, al mundo árabe, al judío, al nuevo mundo e incluso a la Europa de Carlos V. Nuestra historia musical nos permitiría establecer un contacto musical con todo el mundo pero, para eso, es necesario conocer nuestros orígenes y lo que hicieron otros antes. La cultura es lo que nos representa como nación, como espíritu, lo que nos une al pasado y lo que nos hace posible crear un futuro mejor. La cultura es el alma del pueblo ", destacó.
Savall, que el próximo mes de mayo recibirá el prestigioso Premio Léonie de la Música -comparable a los Premios Nobel-, se reconoce un afortunado por poder vivir de la música antigua, aunque reconoce que en un país como España es muy difícil poder hacerlo: "De unos 150 conciertos que tengo al año, los de España se quedan solo en unos 20, y porque insisto mucho y ya solo en Barcelona tengo unos siete cada año. A diferencia de otras ramas de las artes, en España no existe ningún conjunto institucional que se ocupe de la música antigua, sino que somos distintos grupos privados los que asumimos esa responsabilidad, aunque con ayudas, eso sí".
También te puede interesar
Lo último