La compañía de teatro que duró mucho más que un instante

Más de tres décadas de vida y 51 obras estrenadas son las credenciales de una empresa que ofrece "artículos de lujo" a los espectadores que asisten a sus funciones

Pepe Cantero y Miguel Serrano sobre las tablas del escenario del Corral del Carbón
Pepe Cantero y Miguel Serrano sobre las tablas del escenario del Corral del Carbón
Miguel Navas Granada

20 de agosto 2015 - 05:00

Corría el año 1983. Con la Transición recién terminada, España vivía un ambiente de aperturismo inimaginable hace tan sólo un par de años. Cultura, economía, política... todos los ámbitos sufrían cambios e iniciaban un camino del que jamás abría marcha atrás. Granada no podía ser una excepción, durante la década los 80 se produjo una oleada masiva de artistas a la ciudad, muchos se fueron, pero sus frutos se quedaron. Un ejemplo es la compañía Teatro para un Instante, fundada por Miguel Serrano, quien todavía sigue al pie del cañón dirigiendo toda de clase obras de teatro.

Tras varios años viajando por todas las salas de España, la compañía se asentó en 2004 en Granada, su ciudad, con el objetivo de exponer "de manera estable" la obra de los principales dramaturgos a sus vecinos, en palabras de Pepe Cantero, mano derecha de Miguel, además de productor y actor de los espectáculos. Este año, la compañía se presenta en Los Veranos del Corral con dos obras muy distintas: por un lado, No hay burlas con el amor, una comedia de Calderón de la Barca, uno de los principales creadores del Siglo de Oro; y por otro, La casa de Bernarda Alba, escrita por García Lorca en base a las historias de una de sus vecinas en Valderrubio.

Ahora gozan de cierta popularidad, de las 300 butacas del Corral del Carbón suelen llenar sobre 240, además de contar con público procedente de otros países como la vecina Italia, e incluso de otros continentes, como Estados Unidos. Sin embargo, los principios no fueron fáciles. Empezaron con una ayuda de 3.600 euros, que utilizaron para montar 14 funciones, lo que, según Serrano se tradujo en pérdidas, pero siguieron apostando por su proyecto hasta que, varios años después, el público recompensó su esfuerzo y la idea comenzó a crecer. "Si crees en tu producto tienes que invertir en él", asegura Serrano, quien pone como ejemplo a José Carlos Plaza, responsable de Lorca no ha nacido todavía, uno de los primeros espectáculos del Generalife que "costó una fortuna y no iba la gente". Ahora la cosa ha cambiado, lo mismo le ocurre a Teatro para un Instante, que se ha convertido en un referente para la gente que opta por el turismo de interior, según Cantero, quien asegura que los espectadores regresan al año siguiente para volver a disfrutar de sus representaciones.

Pero no todo es de color de rosas. Aunque ya no hay pérdidas, tampoco hay grandes beneficios. "El dinero es el justo" para recuperar lo invertido y poder vivir, asegura Serrano. Tanto él como su compañero afirman que Teatro para un Instante es una compañía que depende de sí misma, que no tiene ningún tipo de subvención pública, aunque la colaboración con el Ayuntamiento conlleva una retribución económica que según ellos es a cambio de trabajo y no a fondo perdido, como las subvenciones.

La crisis económica les afecta también. Igual que todos los sectores, el teatro está atravesando una mala época, y si antes venía una familia completa, ahora lo hacen solo los padres, o en lugar de asistir a todas las representaciones, lo hacen solo a una, ejemplifica Cantero.

Para él, el teatro vende "productos de lujo", lo que dificulta aún más su supervivencia. Es necesario pagar las facturas o la comida, pero la cultura es prescindible, por eso la gente reduce su consumo de teatro a la espera de poder reunir algo de dinero extra. Con todos esos riesgos, asegura el productor, el sector del espectáculo es tratado como cualquier otro sector y tiene que hacer frente al mismo tipo de problemas y responsabilidades.

Pese a todo, se muestran optimistas. El verano está siendo bueno y confían en que el teatro vuelva a ser lo que era cuando se supere la crisis. El mejor ejemplo son los niños. En un mundo hiperconectado, puede parecer que los más jóvenes ya no disfrutarían tanto con el teatro, pero Miguel Serrano asegura que lo hacen incluso más que los adultos por el "elemento catártico" del mismo. Aunque el director afirma no hacer obras de teatro para niños, él hace teatro, "sin más", otra cosa es que puedan gustar o no a los más pequeños.

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