Cita con el Romanticismo
Programa: Ludwig van Beethoven, Concierto para piano y orquesta núm. 4 en sol mayor op. 58; Anton Bruckner, Sinfonía núm. 4 en mi bemol mayor WAB 104 “Romántica”. Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Solista: Elisabeth Leonskaja (piano). Director: Vasily Petrenko. Lugar y fecha: Palacio de Carlos V, 12 de julio de 2024.
El Festival Internacional de Música y Danza de Granada llega a su último fin de semana, tras una intensa y extenuante programación llena de grandes artistas y formaciones, en la que el bicentenario del nacimiento de Anton Bruckner ha sido su principal eje vertebrador. En su penúltimo concierto sinfónico recibió a la Orquesta Sinfónica de Castilla y León bajo la dirección de Vasily Perenko, junto a la pianista Elisabeth Leonskaja, que una vez más nos mostró su elegante y meditada versión de Beethoven.
Anton Bruckner es, para muchos, uno de los grandes sinfonistas del siglo XIX, pese a que su densa y monumental producción no recibiera en un primer momento el mismo trato que la de sus coetáneos Brahms o Mahler. Del genial compositor austriaco se interpretó la Sinfonía núm. 4 en Mi bemol mayor, apodada “Romántica” como homenaje a Wagner y a su ópera Lohengrin. Al igual que la sexta sinfonía de Beethoven, esta página bruckneriana posee un programa asociado que hoy en día se considera innecesario para apreciar la partitura. El joven director Vasily Petrenko puso en atriles este monumento al sinfonismo romántico junto a una poderosa y efectista Orquesta Sinfónica de Castilla y León, reforzada para la ocasión.
La primera parte del programa se dedicó al Concierto núm. 4 en sol mayor op. 54 de Ludwig van Beethoven, cuya parte solista fue interpretada por Elisabeth Leonskaja, una habitual en Granada y amante del repertorio beethoveniano. Desde los primeros acordes de este concierto, verdadera antesala del romanticismo más puro, la pianista de origen georgiano expresó un discurso cuidado y bien compensado, en el que destacó con la habilidad y dulzura que le caracterizan las melodías principales frente al complejo entramado de la escritura pianística del autor, quien escribió la obra pensando en interpretarla él mismo.
El diálogo entre solista y orqueta, tan importante en esta obra, se desplegó con el balance justo en la dirección de Vasily Petrenco, y una OSCL empastada y de sonido dulce pero presente supo dar a Elisabeth Leonskaja el necesario marco sonoro para expresar su discurso. Hay que destacar como particularmente bellas las tres cadencias que el concierto contiene, y que la pianista, una de las más afamadas de Europa, articuló con maestría y una perfecta coherencia estética. El prolongado aplauso del público persuadió a la solista para ofrecer una obra fuera de programa: el Preludio núm. 2/12 “Feux d’artifice” de Claude Debussy.
La segunda parte del programa se consagró a la monumental Sinfonía núm. 4 en mi bemol mayor WAB 104 “Romántica” de Anton Bruckner. La interpretación de Vasily Petrenco consiguió capturar la esencia de esta obra maestra del siglo XIX. Desde los primeros compases - en los que las trompas enuncian la célula motívica de la partitura –el director compensó hábilmente las distintas secciones tímbricas, dando especial protagonismo a los vientos y articulando hábilmente el diálogo con las precisas y vibrantes cuerdas. La exactitud rítmica, fundamental en esta pieza, fue acertada, y la descripción orgánica de las melodías según el timbre asociado se abordó con eficacia. Hay que destacar la cohesión y el dominio técnico de la formación orquestal; particularmente interesante fue el trabajo de las secciones de viento y percusión, que brillaron por su potencia y precisión en cada movimiento, mientras que las cuerdas aportaron una textura rica y vibrante para sostener hábilmente el tejido musical.
Sin ser una interpretación impactante, el público presente en el Palacio de Carlos V fue consciente de haber asistido a una buena versión de un magnífico repertorio. La Orquesta Sinfónica de Castilla y León, dirigida por su principal director invitado Vasily Petrenko, junto a la elegancia al teclado de Elisabeth Leonskaja, recrearon una bella velada consagrada al romanticismo musical.
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