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La danza bolera vuelve al Generalife

El 20 de julio de 1953, con unos jardines del Generalife recién convertidos en mágico espacio para la danza, Antonio Ruiz Soler presentaba su nueva compañía, Antonio Ballet Español, en un jovencísimo Festival de Música y Danza de Granada.

Fue el principio de una auténtica historia de amor y admiración entre el Festival y las danzas españolas, representadas en otras muchas ocasiones por el bailarín sevillano, un artista genial y completo que ha dejado para la historia auténticas obras maestras, tanto en el terreno de la danza clásica española como en el de la escuela bolera y el flamenco.

Cuando en 1980, Antonio Gades abandonó el Ballet Nacional Español, que así se llamaba la primera compañía pública nacional, creada en 1978, a nadie pudo extrañar que se llamara a Antonio para dirigirla. Como tampoco sorprendió a muchos el año pasado, a pesar del esfuerzo que entrañaba, que José Antonio, quien además de dirigir actualmente el Ballet Nacional de España comenzó su carrera de bailarín, cuando era apenas un adolescente, en las filas de la compañía de Antonio, decidiera conmemorar el treinta aniversario de la compañía con un programa dedicado a la castañuela y la zapatilla.

En un momento en que la Escuela Bolera atraviesa una gravísima crisis, motivada sobre todo por la enorme dificultad que entraña su ejecución, como demuestran las escasas compañías privadas capaces de afrontarla -la de Aida Gómez, Dospormedio, formada por Rafael Estévez y Nani Paños, y poco más- el espectáculo del BNE, estrenado el año pasado en el Teatro de la Zarzuela de Madrid junto a otros programas conmemorativos del citado aniversario, llega a Granada en medio de una gran expectación. Especialmente por la oportunidad única que ofrece de volver a contemplar piezas maravillosas, creadas o recreadas a lo largo de sus treinta años de historia, y que han desaparecido prácticamente de los repertorios actuales. Obras que presentan un estupendo abanico de las distinas ramas que la escuela bolera ha desarrollado desde sus orígenes, tanto en Andalucía como fuera de ella.

Entre éstas, el público del Generalife -que agotó hace tiempo las localidades para la velada- tendrá ocasión de ver pequeñas joyitas como Eritaña y Puerta de tierra, estrenadas por el ballet de Antonio (con coreografía suya) en 1958 y 1960 respectivamente y repuestas más tarde por el BNE en 1980 y 1981; Seis sonatas para la Reina de España, coreografiada con música de Scarlatti por Ángel Pericet, apellido ligado a la escuela bolera desde la época de la gran bolera sevillana Amparo La Campanera, que fue, en el último tercio del siglo XIX, maestra del primer Pericet de la fecunda saga; Danza y Tronío, coreografía emblemática de Mariemma o La Chacona, una fresca recreación de las danzas boleras antiguas realizada en 1990, con música de José Nieto, por Victoria Eugenia, miembro también durante años de la compañía de Antonio. Y junto a éstas, como demostración de que el género puede evolucionar si se respetan sus cánones y se interpreta con maestría, algunas piezas creadas por el propio José Antonio para el estreno de 2009, como las pertenecientes al Mosaico andaluz, con música de Albéniz: Córdoba y Rumores de la Caleta.

Por otra parte, el espectáculo Escuela Bolera del Ballet Nacional de España, supone además una magnífica y genuina representación española, la única en los Jardines del Generalife, dentro de un Festival Internacional de Música y Danza que este año, bajo la dirección de Enrique Gámez, alcanza su edición número 59 con el deseo de rendir un homenaje, entre otros, a la independencia de los países latinoamericanos con motivo de su Bicentenario.

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