"He descubierto hace poco que uno escribe para que le lean"

jesús montiel. poeta

El autor granadino ganó ayer el Premio Hiperión de Poesía por 'Memoria del pájaro', un libro apegado a la tierra en el que habla de sus cuatro hijos, la naturaleza o la situación económica

Jesús Montiel, el ganador de la XXXI edición del Premio Hiperión.
Jesús Montiel, el ganador de la XXXI edición del Premio Hiperión.
G. Cappa Granada

22 de marzo 2016 - 05:00

Jesús Montiel (Granada, 1984) es poeta y experto en cambiar pañales después de tener, pese a su juventud, cuatro hijos. Es difícil toparse con un autor con más verdad, lejos de poses o discursos prefabricados, un hombre que pisa charcos y tiene las suelas manchadas de barro. Ayer ganó el Premio Hiperión con su obra Memoria del pájaro, pero no puede aparcar la pesadilla de un contrato a tiempo parcial con el que subsiste y el horizonte de dejar de cobrar el paro. Escribe una media de ocho horas diarias y tiene tiempo de atender a su prole y de aprender la iconografía bizantina. Aunque todos sus libros tienen sus correspondientes premios, el Hiperión es un respaldo para un escritor que prepara un diario y una novela y que, sobre todo, no se deja vencer por el pesimismo. Por eso, cuando cruza un pasillo y se topa con la sonrisa de la limpiadora, corre a su ordenador para escribir un relato corto titulado Un rostro amable es un ejército.

-La memoria de pez está bastante extendida en la sociedad actual; sin embargo, ¿a qué se refiere la 'Memoria del pájaro'?

-Memoria del pájaro es el título de uno de los poemas en el que comparo cuando uno está en una situación difícil con una tormenta, hablo de guardar la memoria del pájaro en el invierno, de la esperanza en el sufrimiento. A mí no me gusta instalarme en el pesimismo y me gusta ver más allá de la tormenta. Es un libro que no tiene una unidad temática, hay muchos poemas sobre la familia, la naturaleza, la situación política y económica... En este caso son poemas bastante desencantados porque ahora mismo estoy medio parado. Es una situación que viven muchos jóvenes, tener un doctorado y premios de poesía y no poder entrar a un colegio a dar clases de Lengua porque no tienes el dichoso máster de Secundaria, la maldita burocracia. Son poemas entre el cinismo y la ironía, no espero nada de esta sociedad tecnológica en la que los que escribimos quedamos arrinconados. Ahora doy clases a tiempo 'muy parcial' en la Escuela de Magisterio, pero no sé qué voy a hacer a partir del próximo mes de enero cuando se me acabe el paro, no quiero ni pensarlo. Por eso espero un golpe de suerte.

-Sin embargo la poesía está lejos de arrinconarle, si hay un premio de prestigio en este país es el Hiperión, una editorial que dirige una leyenda de la edición como Jesús Munárriz...

-Escribo unas ocho horas al día, pero es una actividad que mucha gente considera inútil y te dicen que te dediques a algo serio, que cómo puedo dedicarme a escribir teniendo cuatro niños...

-Podría hacer como Fernando Iwasaki y convertirse en un profesional de los premios literarios...

-Los premios son lo mejor para darme a conocer porque nunca he estado muy metido en el ambiente literario; por otro lado también escribo por el dinero, escribo con cuatro manos por mis hijos y por mi situación económica, escribo con mucha prisa porque, aunque suene algo quijotesco, me gustaría vivir de esto algún día.

-¿Siente ese desprecio a las Humanidades que denuncian muchos intelectuales?

-Sí, se sigue viendo al escritor como alguien que vive en las nubes o alejado de la realidad, cuando es justamente al contrario. Como docente estoy comprobando que no se valora la vocación, lo único importante es almacenar títulos que de da el Estado y que sólo se consiguen pagando.

-Dice que la familia ocupa un lugar importante en su poesía, y tanto, como padre de cuatro hijos pese a haber nacido en 1984...

-El mayor tiene 6 años, así que puede imaginarse... Los hijos, al mismo tiempo que te succionan, por otro lado son la mayor alegría que uno puede tener en los momentos difíciles como este que estoy pasando en el terreno laboral. Mis niños me salvan de todo. De todas maneras me gusta salirme un poco de ese pesimismo que impregna la obra de muchos de los poetas de mi generación, prefiero ver la literatura como una herramienta para encontrarme con los milagros cotidianos. Lo que está mal ya lo sabemos todos, repetir esto ya empieza a cansarme.

-¿Qué carácter tienen estos poemas familiares?

-En muchos casos hablan de resurrecciones, cuando uno está hastiado de esta sociedad y llega a casa un poco triste encontrarme con mi familia supone una resurrección.

-En el jurado estaban escritores como Luis García Montero y Benjamín Prado, dos autores bastante cercanos en muchas cosas. Partiendo de que el mundo poético tiende a las etiquetas, ¿se siente usted encuadrado en algún grupo aunque sea por afinidad personal?

-No me gustan las etiquetas y, de hecho, mis lecturas son bastante eclécticas y no sigo ninguna corriente. De hecho, Luis García Montero fue de los primeros poetas a los que leí y fue mi profesor en la Facultad, pero luego me ayudó con muchísima paciencia Miguel D'ors, que no tiene nada que ver con Luis García Montero. También me gusta la poesía de Antonio Praena, Amalia Bautista, Carlos Marzal... Me gusta de todo, soy muy exigente y tengo que confesar que hay muchos poetas contemporáneos que no me gustan, pero leo de todo, incluso más prosa que poesía.

-De hecho, su tesis doctoral trataba sobre Walker Percy, el autor de 'La conjura de los necios'. ¿En esas ocho horas diarias ante el ordenador hay tiempo para escribir narrativa?

-Acabo de terminar una especie de diario, es prosa poética con una mezcla de aforismos. Hay dos editoriales interesadas y también tengo una novela a punto de terminar.

-En su blog, en el que tiene colgados algunos de estos textos, hay entradas a horas tan dispares como las cinco de la madrugada, las ocho de los mañana, las doce del mediodía...

-Escribo todo el día, pero como no tengo internet en casa aprovecho cuando estoy en algún sitio que tiene wi-fi para colgar los textos en el blog. Hay días que me levanto a las cinco de la mañana para escribir porque ese silencio es el mejor para un escritor.

-En sus poemarios anteriores trata temas muy personales, como la enfermedad de un hijo. A diferencia de otros autores como José Carlos Rosales, que se muestran muy pudorosos a la hora de dar pistas biográficas en sus poemarios, ¿no tiene miedo a desnudarse demasiado?

-La puerta entornada era un libro muy personal por la experiencia de la enfermedad de mi hijo. No siento ese pudor porque hay filtros y porque no concibo la literatura que no esté ligada a la vida, en mi caso están muy pegadas.

-¿Qué le ha conmovido más del fallo del jurado?

-Me lo dijeron por teléfono, resaltaron la madurez de mi obra y la ironía. También el verso, que es muy rítmico y muy preciso y que es una de las herencias de Miguel d'Ors, que es un maniático de la métrica. No escribo temas propios de mi edad, es lógico porque la mayor parte de los de mi generación no tienen cuatro niños y están en otras cosas, es una situación que me ha obligado a madurar a cámara rápida.

-En su blog tiene una entrada titulada 'Una de dos: jaula o vuelo' en la que muestra su escepticismo en una boda. ¿El resultado de un día más complicado de lo habitual?

-Si le pregunta a mi mujer le podrá dar más detalles. Depende del día, tengo los dos extremos. Tengo carácter de artista, soy un poco maniático y tengo mis cambios de humor.

-¿Su poca presencia en la vida literaria de la ciudad se debe a la falta de tiempo o es una decisión tomada de forma consciente?

-En los últimos años he vivido casi en un hospital y no tenía ganas, de hecho no he presentado mis libros en Granada y fue Antonio Praena el que, de alguna manera, me obligó a sacarlos a la luz. He descubierto hace poco una cosa muy tonta, que uno escribe para que le lean. Pero me cuesta porque soy muy tímido.

-Antonio Praena es dominico y Walker Percy se convirtió al catolicismo en su madurez. ¿La religiosidad está presente también en su vida?

-Soy creyente, por familia me he movido en un ambiente muy católico, pero huyo de las etiquetas porque cuando estoy en ese ámbito me tachan de lo contrario, pero cuando estoy en un ambiente ateo me tachan de conservador. En realidad me gusta llevar la contraria, pero cuando estoy solo soy creyente aunque luego me peleo bastante con las distintas ortodoxias. Me siento en la frontera y la religión me ha ayudado con la enfermedad de mi hijo.

-¿Y la poesía?

-A partir de esa experiencia me he volcado mucho más en la literatura, como una cabaña, pero no para huir, porque me he reconciliado con mi gran pasión y me he instalado en la realidad, no he escapado de ella. Ahora mismo no puedo pasar un día sin escribir, por eso me quiero dedicar a esto porque lo pasaría mal trabajando en un supermercado.

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