13 de noviembre | Día de las librerías

Homenaje a las librerías

  • Que la pandemia cierre lo que quiera, menos la librería de mi barrio

  • Un 12 de noviembre, ante la librería San Martín fue asesinado Canalejas por el anarquista Pardiñas

Librería de barrio en Granada

Librería de barrio en Granada / G. H.

Donde haya una librería abierta hay un santuario de cultura que te invita a pasar, por eso duele el cierre de estos establecimientos que tanto nos acompañan. Por eso duele igualmente repasar la larga historia de quema de libros, de incendios de librerías o de actos de barbarie e intolerancia tan simbólicos como el que tuvo lugar en la mañana del 12 de noviembre de 1912, en plena Puerta del Sol, cuando, dada su miopía, el político liberal José Canalejas pegaba sus gafas en el cristal del escaparate de la librería San Martín, momento que aprovechó el anarquista Pardiñas para acabar a tiros con su vida. Nunca una librería se hizo tan tristemente célebre porque a sus puertas se asesinó a un ilustre y empedernido lector.

Si triste es el cierre de librerías lo es aun más la quema de sus libros. Larga es la historia de incendios de bibliotecas. Granada recuerda en sus anales la quema de miles de libros árabes por los cristianos del Cardenal Cisneros en plena plaza de Bibarrambla hacia 1500, en un gesto de intolerancia político-religiosa que solo se comprende en su contexto histórico; es verdad que la mayoría eran ejemplares repetidos del Corán, pero las llamas se llevaron algo mucho más valioso que simples copias coránicas. La ignorancia, la intolerancia política y religiosa, la barbarie, han estado presentes a través de los siglos protagonizando incendios de bibliotecas tan importantes como las de Alejandría en el año 48 a. C., o la de Constantinopla 500 años después, o la de Bagdad en el siglo XIII, o la quema de libros judíos por los nazis en 1933. Larga es la triste historia que se llevó entre las llamas buena parte del conocimiento acumulado de siglos.

Asesinato de Canalejas frente a la Librería San Martín (1912) Asesinato de Canalejas frente a la Librería San Martín (1912)

Asesinato de Canalejas frente a la Librería San Martín (1912) / J. L. D.

La reciente proyección de la película La Librería (2017), dirigida por la cineasta catalana Isabel Coixet en una magnífica adaptación de la novela The Bookshop (1978) de Penelope Fitzgerald, nos sitúa una vez más en ese mundo que se ha movido entre la ignorancia y el conocimiento, entre la sombra y las luces. El intento y el coraje de la joven viuda Florence Green (Emily Mortimer) que quiere abrir una librería en la vieja casa de un pueblo alejado, ignorante y aburguesado de los años 50. Tras sufrir todo tipo de obstáculos que le hacen la vida imposible, la librería acaba en llamas mientras la viuda desahuciada se tiene que marchar sin ser despedida por nadie; salvo por la niña autora del incendio que sin embargo acabará tomado el testigo de esperanza y abriendo de mayor una nueva y hermosa librería.

Que la pandemia que ahora padecemos cierre lo que quiera y todo lo que se le ocurra a los sesudos expertos; la salud es lo primero. Pero nunca fueron los libros causantes de locura como leemos en El Quijote (Capítulo VI) en boca de su sobrina: "No hay que perdonar ningún (libro) porque todos han sido los dañadores, mejor será arrojarlos por la ventana y pegarles fuego, o llevarlos al corral y hacer una hoguera para que no moleste el humo".

La biblioteca de Don Quijote (Grabados 1741) La biblioteca de Don Quijote (Grabados 1741)

La biblioteca de Don Quijote (Grabados 1741) / J. L. D.

 

Cartel del Día de las Librerías de Ximo Abadía Cartel del Día de las Librerías de Ximo Abadía

Cartel del Día de las Librerías de Ximo Abadía / J. L. D.

Que dejen abiertas noche y día las bibliotecas y si es posible la librería de mi barrio, porque donde haya libros hay compañía, comunicación, conocimiento, estímulos, sueños, esperanza. Al pasar ante una librería hagamos una cumplida reverencia como si de un templo de cultura se tratara, saludemos con respeto al librero, brindémosle una sonrisa de agradecimiento. Alguien dijo que entre libros nunca se está solo. Sirvan estas modestas líneas para que jamás se cierren las librerías, se respeten las bibliotecas y vaya al infierno el que intente quemar una sola hoja.

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