El doblaje y los subtítulos

Aún siendo cierto que es la única manera de contemplar la obra en su integridad, no se pueden dejar de lado los inconvenientes de los subtítulos

El doblaje y los subtítulos
Manuel Sánchez Ledesma

25 de mayo 2016 - 05:00

Desde el primer momento en que el sonido conquistó el cine, los magnates de Hollywood se echaron a temblar pensando en el problema que el idioma les iba a suponer para la distribución internacional de sus películas. Durante los primeros años del sonoro, los grandes estudios superaron este contratiempo lingüístico realizando versiones paralelas de sus éxitos en los distintos idiomas. Se aprovechaban decorados, vestuario y hasta la iluminación, para rodar otra vez de noche y con el planning de la versión anglosajona, la misma película con distinto reparto y equipo técnico.

Así, por ejemplo, en 1931 cuando Tod Browning terminaba su jornada laboral dirigiendo a Bela Lugosi en Drácula, un grupo de actores hispano-hablantes se ponían bajo las ordenes de George Melford (que, curiosamente, no tenía ni idea de castellano) para filmar -cuando ya, muy apropiadamente, se había ocultado el sol- lo que podría denominarse un 'Spanish Drácula' con un actor cordobés, Carlos Villarías, encarnando, de una manera muy parecida a Lugosi, al famoso conde rumano.

Muchos actores se versionaban a sí mismos, rodando las escenas en otros idiomas con secundarios de los distintos países, y es probable que algunos lectores de cierta edad recuerden la extraña y característica pronunciación de Stan Laurel y Oliver Hardy -El Gordo y el Flaco- que posteriormente se verían obligados a imitar sus dobladores habituales en castellano.

Sin embargo, ni este sistema (era costoso y poco práctico) ni la alternativa de subtitular las películas (rechazada en principio por el público), satisfacían a los estudios que, desesperados, recibieron como agua de mayo la invención de un procedimiento mediante el que se podían grabar sobre la banda sonora del celuloide otras voces diferentes a las de los actores de la película. Había nacido el doblaje, el método más económico y sencillo de acabar con las barreras del idioma y, al mismo tiempo, el origen de un interminable debate sobre si este procedimiento afecta al resultado artístico de las películas.

Los detractores del doblaje aducen que al sustituir las voces originales de los actores se escamotea a los espectadores una parte, la mayoría de las veces, esencial de su interpretación. Por buena que sea la técnica de doblaje (y en España lo es), la voz 'postiza' no puede reproducir los matices e inflexiones de la original. Piénsese, por ejemplo, que un magnifico doblador español, Ricardo Solans, presta su voz para actores tan dispares como Robert de Niro, Al Pacino, Dustin Hoffman y Silverster Stallone. En otras ocasiones como en el caso de El Resplandor (The Shining), fue el propio director -Stanley Kubrick- quien supervisó el equipo de doblaje eligiendo las lamentables voces de Verónica Forqué y Joaquín Hinojosa para doblar los personajes de Shelley Duvall y Jack Nicholson.

El resultado fue tan desastroso que hasta los más incondicionales de las películas dobladas abominan esta película de terror convertida por mor del doblaje en un auténtico esperpento cinematográfico. Tampoco parece conveniente introducir la creatividad en los estudios de doblaje tal como se hizo en la película Kung Fu Hustle (2004) en la que los personajes hablan en diversos dialectos chinos y al doblarla no se les ocurrió otra cosa que remedar esta diversidad dialectal empleando los diversos acentos españoles y así en la película tenemos unos chinos hablando el perfecto castellano de Valladolid, otros con deje andaluz, gallego, catalán... ¡un auténtico despropósito! Durante la época del franquismo, el doblaje sirvió, además, para censurar los contenidos que podían molestar la sensibilidad política o moral de las autoridades del régimen y así en la mítica Casablanca (1942) mientras que en la versión original Rick (Humphrey Bogart) cuenta que participó con las Brigadas Internacionales en la guerra civil española, en la versión doblada -para conveniencia de la dictadura- nos enteramos que Rick luchó para impedir que los nazis se anexionaran Austria. Sin embargo, es en la famosa película de John Ford, Mogambo (1953) donde sirviéndose del doblaje la censura hizo el ridículo hasta extremos insospechados: Los personajes interpretados por Grace Kelly y Donald Sinden pasaron -gracias al doblaje- de ser marido y mujer a ser hermanos. Este cambio venía motivado porque se quería evitar que el público supiese que Grace Kelly cometía adulterio con el cazador de safaris que interpreta Clark Gable. Los diálogos "trucados" nos hacían ver que eran hermanos pero los censores no cayeron en la cuenta de que, al cambiar su parentesco, el adulterio que se ocultaba al público español se convertía... ¡en incesto!

La alternativa a doblar las películas es proyectarlas en su versión original con subtítulos. Aún siendo cierto que es la única manera de contemplar la obra en su integridad no se pueden dejar de lado los inconvenientes de los subtítulos. Según estudios científicos, el espectador solo puede realizar una lectura cómoda de una letra cada dos imágenes.

Por esta razón existe una ley (no escrita) para subtitular como mucho doce letras por segundo. Esto obliga al traductor a resumir los diálogos de los protagonistas puesto que en pantalla solo podrá aparecer alrededor del 80% de los mismos. Así pues los subtítulos no son una traducción literal de lo que hablan los personajes, sino una adaptación de sus conversaciones, lo que en ocasiones puede provocar críticas en los espectadores que conocen el idioma de la versión original y un cierta incomprensión de las sutilezas verbales del argumento en aquellos que se guían por los subtítulos. Hoy día, el público más joven (y más versado en lenguas extranjeras) suele preferir ver las películas y, sobre todo, las series en versión original con subtítulos en castellano. El subtítulo les sirve de apoyatura para lo que se les escapa al oído y, en caso de dominar decentemente el otro idioma, prefieren la opción de subtítulos en el segundo idioma -generalmente inglés-. Sin embargo y en favor de los amantes del doblaje planteo una pregunta: ¿Puede haber una voz mejor para Darth Vader o Terminator que la de Constantino Romero?

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