El duende que habita en la granaína

"No, no me la dejan ver. / Enferma en la cama / estaba. / Y no, / no me la dejan ver. / Y a mí me mata / la pena / porque de seguro sé / que al verme / se pone buena". Sobrecogedor, inconfundible, jondo, enorme. Qué desgarro, qué poderío. Así suena Miguel de Tena, pecho henchido, cuando canta unas granaínas. Comenta Pepa Sánchez, directora académica de la Fundación de la mecenas americana del flamenco Cristina Heeren, que la dificultad de este palo radica en que hay que tener "unas cualidades vocales bastantes fuertes". Vaya, soniquete, que dirían los antiguos flamencos. La propia fundación celebra hoy, a partir de las 20:00, la final del Concurso Talento Flamenco de Cante por Granaínas en el Auditorio Municipal La Chumbera.

Entre las cinco voces semifinalistas, se encuentra el granadino Tomás García. Natural de Padul, el artista empezó a picarle "el gusanillo" por el cante a los nueve años. "En mi familia no hay ningún antecedente, pero si que hemos escuchado música toda la vida. Aunque nunca flamenco. Algunos allegados empezaron a tocar la guitarra y a aprenderse palos y yo les seguí", cuenta entusiasmado. García, que este año cumplirá 20, siente "predilección" por la música de Enrique Morente -"tanto en su última etapa como en la primera", señala-, Metallica y Mendelssohn.

La joven voz ha ganado ya un galardón Desencaja y el tercer Premio del Concurso de Cante por Soleá la pasada semana en Sevilla, aunque no puede presentarse a muchos de ellos. "Me debo a mi otra aspiración: sacarme la carrera de Historia del Arte, que en ello estoy y me ocupa la mitad del tiempo", reconoce. Si se le pregunta por su percepción de la granaína dice que la ve como "una especie de malagueña de Chacón, con una musicalidad y una tonalidad propia. Un buen vehículo transmisor de muchos sentimientos". A la hora de cantarlas, el joven cree que lo complejo es "la afinación y saber medir bien las respiraciones".

Otra de las elegidas, Marián Fernández, también es de la tierra, más concretamen de Churriana de la Vega. Lleva cantando toda su vida y se dedica profesionalmente al cante desde la tierna edad de 14 años. "En mi casa siempre se ha escuchado flamenco, aunque yo misma decidí que quería que esta fuera mi profesión. Estuve estudiando recursos humanos y lo dejé a la mitad. El flamenco es mi prioridad", declara orgullosa. Se le llena la boca hablando de su oficio y no le faltan motivos. Por ahora tiene trabajo. "Por eso me parece muy complicado esto de los concursos, porque estoy acostumbrada a currar en los tablaos. Es totalmente diferente. Un cante libre frente a un cante al compás", explica.

Confiesa que lleva tomando tila desde que le anunciaron que iba a participar en la final. "Encima con granaínas, que lo han interpretado frandes figuras. Es un orgullo", comenta. Entre sus grandes maestros se encuentra Enrique Morente, "alguien tan innovador, que fue capaz de cantar una malagueña pura y luego dedicarse a proyectos con Lagartina Nick", señala, Fernanda y Bernarda de Utrera, Fosforito y La Paquera de Jerez. "Lo fundamental es aprender la base, los clásicos, y luego ya irte a la fusión", aconseja.

El primer premio del Concurso Talento Flamenco de Cante por Granaínas 2017 conseguirá 1.500 euros, trofeo artesanal, beca de estudios en la Escuela de Flamenco de la Fundación Cristina Heeren (valorada en 4.500 euros) y participación en la Gran Final Talento Flamenco de Cante que, impulsada por el Instituto Andaluz del Flamenco, se celebrará en septiembre en el Teatro Central de Sevilla. El segundo premio consiste en 1.000 euros y trofeo; y el tercero, en 600 euros y trofeo. La serie de concursos, que continua con el certamen de Cante por Tarantas de Linares, se han retomado tras seis años parados. "El objetivo es encontrar a gente joven con facultades vocales artísticas, especiales, que puedan ser pulidas por grandes maestros en nuestras instalaciones", resume Sánchez. Esta noche, el objetivo será encontrar el duende de aquel o aquella que habita en una granaína.