La eclosión de los grupos tributo
La crisis ha provocado el descenso de las bandas con música propia, ya que el público no desea invertir su dinero en la novedad sino en repertorios famosos y conocidos
La crisis económica ha tenido también sus efectos colaterales en la música. Las bandas de pop y rock al uso de los últimos treinta años, aquellas que escribían y tocaban sus propias canciones, que editaban sus discos, boquean ahora agonizantes como un pez en la orilla del mar. De cobrar cachés que permitían a un músico vivir profesionalmente de su trabajo han pasado a tener que pagar por tocar en salas que escasamente son llenadas por el público. La música original se está muriendo. Curiosamente, se ha creado un fenómeno contrario: quienes ahora tienen conciertos y son requeridos para fiestas y eventos son aquellos formaciones llamadas "grupos tributo", aquellas bandas que se dedican a tocar los grandes temas de bandas como AC/DC, Pink Floyd, Queen, Rolling Stones, Beatles, U2, Tina Turner. Es un fenómeno extraño. Ni necesariamente bueno ni malo. Tan sólo extraño.
"Se trata de un fenómeno que tiene muchas dinámicas", explica Joaquín Vílchez, ex batería del grupo granadino TNT, banda pionera del punk español en los años 80 y ex integrante de Light Years, un grupo tributo a AC/DC. "La crisis ha hecho que la gente ya no se arriesgue a ir a un concierto de un grupo que no sea conocido o una banda nueva. El público prefiere ir a lo seguro. Quiere ir a un concierto en el que conozca las canciones que va a escuchar". "Luego también está la consecuencia de muchos años de desmadre... Tequila empezaron cobrando 90.000 euros de caché, y eso es una locura. Por 2.000 o 3.000 euros, el empresario de una sala prefiere contratar a varios grupos tributo que le aseguren una fiesta en la que haya lleno absoluto antes que arriesgarse con una formación nueva por muy buena u original que sea".
Una de las características de las banda tributo es que los músicos son especialistas en el material que interpretan. Son técnicamente muy buenos. Ése es el caso de Guillermo Crovetto, cantante del grupo granadino Quäsar, que acaba de sacar un disco totalmente experimental en el que aúna el punk con el flamenco y las músicas étnicas, y cantante también de ZooState, una banda tributo a U2. Con los primeros, apenas ha tenido actuaciones. Con los segundos, no deja de tocar.
"Cuando uno decide hacer un tributo a U2, por ejemplo", explica, "sabe que si no lo hace a la perfección, el público se le va a echar encima. Hay que tener mucha dignidad musical en esas cosas... Y lo que ha pasado es que, en los últimos años, han aparecido muchos grupos con música original que cobraban cachés descomunales y cuyos temas estaban hasta mal tocados... El público terminó por cansarse de eso. Ahora prefiere ir a lo seguro".
El grupo sevillano Los Escarabajos fue uno de los pioneros en el fenómeno de grupo tributo. Fundado en 1993 por el guitarrista y teclista Enrique Sánchez, hace casi 20 años se propuso un objetivo: llegar algún a tocar todas, absolutamente todas, las canciones de los Beatles, desde el primero al último disco. Y lo han hecho con tal perfección que han llegado a tener el reconocimiento de la Universidad de Sevilla o a tocar en el mismísimo The Cavern de Liverpool, en donde comenzaron los Beatles.
"Hay varios factores que han incidido en este fenómeno", dice Sánchez. "La música creativa, rompedora, está en declive. Ahora mismo hay tanta diversidad de propuestas que no existe nadie que realmente despunte. En los últimos años, muchos músicos se han instalado en la mediocridad. Llegó un momento en que se dijo que todo lo bueno que había que componer estaba ya compuesto. Otro factor es que los grupos tributo son más asequibles. Y luego está la rentabilidad artística: a nosotros, muchos fans nos dicen que hacemos posible que escuchen a The Beatles y estar a la altura de su bolsillo".
Y eso es algo que también se debe tener en cuenta. "Nosotros tenemos un presupuesto distinto según el lugar en el que tocamos y por eso creo que se ha abierto un camino muy razonable", explica el fundador de Los Escarabajos.
Esa misma filosofía la aplican los ZooState de Guillermo Crovetto: "Nosotros tenemos un presupuesto de 1.200 euros para la banda en las salas grandes. Otro presupuesto de 800 euros para salas medianas y de 600 euros para las salas pequeñas. Y siempre tenemos ofertas. Cada verano tenemos asegurados al menos cinco o seis conciertos en la provincias de Granada, Jaén y Almería, y eso es porque no queremos salir de Andalucía, porque si no, tendríamos muchas más actuaciones".
La razón está en la calidad que los grupos tributo deben garantizar en sus espectáculos. Sub-Space lleva en directo el proyecto Vertigo, de U2, con proyecciones de vídeo e imágenes en 3D. "No tratamos de imitar a U2 completamente, sino crear nuestro propio montaje a partir de sus canciones", explica Crovetto quien, no obstante, preferiría dedicarse más a Quäsar, cuyo repertorio es absolutamente propio.
"Con el grupo tributo ganamos más que con Quäsar y, por desgracia, es así", añade el cantante. "La gente que va a ver a Quäsar es porque conoce al grupo de antemano y se trata de un público muy restringido. Pero a ZooState va casi todo el mundo, porque va a tiro hecho. Si te gusta AC/DC vas a un concierto, aunque no sean AC/DC, pero sabes que te vas a divertir. Además, los grupos tributo están formados por gente técnicamente muy preparada: si vas a hacer un repertorio de Led Zeppelin o U2, necesitas unos mínimos de calidad. La vergüenza profesional te impide subirte a un escenario si sabes que no vas a estar a la altura".
Y hay que estar tan a la altura como lo están Los Escarabajos sevillanos, que tienen en su repertorio más de un centenar de canciones de The Beatles. Hasta tal punto que, hace dos años se embarcaron en el proyecto Juke box tour, un espectáculo dividido en dos pases. En el primero, el grupo interpreta un disco íntegro de los Beatles, por lo general, en orden cronológico. "Como un disco normal de los Beatles duraba una media de unos 45 minutos, da tiempo para ofrecer un segundo pase", explica Enrique Sánchez. "Y ahí tocamos lo que el público haya pedido previamente". Eso incluye que Los Escarabajos pueden pasar de tocar A hard day's night a Oh, darling, A day in the life o I'm the walrus. Algo que ni los mismísimos Beatles podrían haber logrado de haber decidido seguir tocando en directo a partir de 1966. Los medios técnicos para hacer ese material en directo no lo hacían posible en la época.
Pero la eclosión de los grupos tributo tiene su otro reverso de la moneda, incluso para los mismos músicos. "Está muy bien tocar canciones de otros artistas que te gustan", dice Joaquín Vílchez. "Pero cuando vienes de un mundo en el que tú tocabas tus propias composiciones y hacías creaciones nuevas, terminas por aburrirte. Ése fue mi caso con el grupo en el que estaba, Light Years: terminé por cansarme de tocar sólo cosas de otros".
"A mí me parece genial que haya pintores que copien La Gioconda a la perfección", añade. "En el Museo del Prado puedes ver a diario a artistas muy buenos y muy técnicos copiando cuadros de Goya hasta en el más mínimo detalle. Pero ellos no son Goya. Se limitan a imitar, no a crear. Y una de las esencias de la música es tener tu propia alma, tu propia personalidad".
Para ello, hay un término intermedio: el elegido por bandas como Four of Us o Los Simpáticos, en Granada. "Four of Us nació como una nueva idea para enfocar el material de The Beatles", explica Popi González, que comparte su participación en ese grupo con su puesto como batería en Los Ángeles, la banda que formó su padre, Poncho González, o con José Ignacio Lapido. "Como había tantos grupos que hacían cosas igual que The Beatles, nosotros decidimos interpretar todo su repertorio de forma acústica, de la misma manera que se habrían originado las canciones mientras las estaban componiendo John Lennon y Paul McCartney". La propuesta de Four of Us no da mal resultado. Tienen conciertos a menudo y el público sale gratamente sorprendido.
Otra cosa llamativa es que la mayoría de los integrantes de los grupos tributo tiene sus proyectos personales en solitario. Pero, por lo general, tienen que aguardar en un cajón esperando tiempos mejores.
La crisis, por otra parte, ha desencadenado un nuevo efecto entre los músicos. "El mundo se está volviendo al revés", dice Joaquín Vílchez. "Nosotros ya no fijamos el precio de nuestros conciertos. Lo fijan los empresarios. Y tenemos que tragar con ello. Es como si tú vas al taller de un mecánico y le dices lo que te tiene que cobrar. Sería absurdo. Pues eso sí se aplica a la música".
"Hay algo que está mal", añade Vílchez: "Los Sex Pistols comenzaron imitando a grupos que les gustaban para luego desarrollar su propio estilo, como hicieron Los Beatles, Los Clash, los Rolling Stones, Pink Floyd y quien fuese. Ellos tenían unas referencias de las que partían para encontrar su sonido particular. Hoy, sin embargo, todo queda en la pura imitación, sin evolución".
Un fenómeno adicional, apunta otro músico, es internet: "La gente se descarga tanta música que está absolutamente saturada y ha perdido el interés por lo nuevo. Y eso no es bueno".
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