"Con este espectáculo mimamos a ese público que nos demanda copla"
Pastora Soler, Pasión Vega, Manuel Lombo y Diana Navarro actúan mañana en el Palacio de Congresos con la nueva versión de 'Azabache', un homenaje a la canción popular
Pastora Soler pensaba, la noche que representaba a España en Eurovisión, que nunca iba a sentir mayor nerviosismo que en aquel momento. Se equivocaba: apenas un mes después vivía con verdadera inquietud el desafío de Azabache, 20 años, el espectáculo consagrado a la copla con el que la intérprete recordaba, junto a Pasión Vega, Manuel Lombo y Diana Navarro, aquel emblemático montaje que en 1992 conformó un irrepetible repóker de damas compuesto por Rocío Jurado, Juanita Reina, Imperio Argentina, Nati Mistral y María Vidal. "En Eurovisión me decía: Nunca voy a estar tan nerviosa como hoy. ¡Pues no! Cuando empezamos con Azabache no podía ni sostener el micrófono", recuerda la sevillana. Pasión Vega confirma que la sensación de angustia previa a aquel estreno era tremenda. "El silencio cortaba el aire. ¡No hablábamos nada del miedo que teníamos!", exclama. Las razones para la tensión, aquella velada de junio, eran varias: contribuía el hecho de revivir la propuesta original en el mismo recinto en el que se había llevado a escena dos décadas antes -el Auditorio de la Cartuja, que sería rebautizado más tarde como Rocío Jurado-; el elenco actuaba con una orquesta sinfónica dirigida por José Miguel Évora "y con las agendas de cada uno habíamos tenido poco tiempo para prepararlo", rememoran. Pero la entrega y la profesionalidad de los implicados posibilitaron que saliesen airosos de aquel aprieto.
El éxito de la aventura provocó que ese concierto puntual tomara otra dimensión mayor, y ahora este cuarteto de cantantes, gracias "a la demanda de la gente que quería vernos, algo maravilloso", anda embarcado en una gira que recorre la geografía española: un ocupado calendario que mañana viernes desembarca en el Palacio de Congresos de Granada.
"Estamos agotando en todos sitios, y eso nos tiene muy contentos", expresa Diana Navarro, que después de dos discos centrados en flamenco y zarzuela regresa con Azabache a su punto de partida, la copla. "Todos venimos de allí en cierta manera, y resulta increíble poder abordarla como lo hacemos: de manera clásica, pero también con el punto innovador que le da Évora", afirma. La gala es un homenaje a la riqueza de la canción española, pero también una celebración concebida para esos admiradores que reclamaban a los intérpretes que no se desviaran demasiado de las raíces. Así lo ve Pastora Soler: "Es una oportunidad para mimar a ese público que nos dice: Tú tienes que cantar copla, ¡no te muevas de ella! Y ahora vamos a estar cuatro meses con un espectáculo en el que cantamos exclusivamente copla. Y en las condiciones en las que se debe hacer: en teatros y en directo".
¿Hereda cada uno un personaje de aquel montaje de los 90? No: para empezar, claro, las cuentas no saldrían -esta vez hay un componente menos en el elenco-, también se ha querido evitar que nadie reemplace a nadie. "Todos tenemos canciones de todas, de Juanita, de la Jurado...". Eso sí, precisa Lombo sobre la elección del repertorio, "había temas que tenían que recaer en cada uno de nosotros, porque el público espera que los interprete uno en concreto. En el caso de Pastora, Triniá; en el de Diana, María de la O; a Pasión se la asocia con Ojos verdes y yo tenía que hacer Antonio Vargas Heredia. Hay canciones con las que los espectadores nos identifican, pero también hay sorpresas, temas que nunca habíamos cantado".
Para Pasión, son esas piezas inesperadas las que más están disfrutando. "Al final esos temas son los que más te apetecen. Es interesante ponerte con una canción que a priori menos tiene que ver contigo", afirma. Una impresión que respalda Pastora. "Es que esas coplas que son la bandera de cada una las interpretamos desde que éramos niñas. Ponerte con algo que nunca habías hecho antes, y descubrir lo que te gusta, es muy enriquecedor".
Lombo lleva con agrado ser la primera figura masculina que se incorpora a la historia de Azabache, pero cree que el factor sorpresa no viene sólo de su sexo. "Yo nunca me había dedicado a la copla exactamente. Había hecho algún apunte, pero siempre versionado, me había dedicado más al flamenco. No es sólo que haya un hombre en el cartel, también está mi forma de hacer, que cojo la copla y la interpreto a mi manera", opina. El cantante supo desde la primera cita -aquel concierto de junio, en el Auditorio Rocío Jurado- que la experiencia iba a suponer un antes y un después en su carrera. "Es que yo además abro con Señorío. Y cuando dije aquella primera frase de Sevilla quita el sentido, ese pisar en Sevilla y decir eso...", evoca emocionado ante una Diana Navarro que sale al paso para defender su ciudad. "Pero cuando la hizo en Málaga [donde estuvieron en septiembre y a la que volverán en Marzo] cambió la letra, que conste. Y el público de allí estuvo entusiasmado, fue el mejor", señala.
De Lombo, sus compañeras resaltan que es "quien más sorprende del espectáculo, a nosotras se nos conocía más", también su "clase y saber estar", pero hay otro hombre que recibe un sinfín de elogios durante la entrevista: José Miguel Évora. "Se nota muchísimo su mano", advierte Navarro, que resalta su condición de pionero. "Es un innovador, como se ve en un disco como Tauromagia, que hizo con su hermano [Manolo Sanlúcar]. Fue de los primeros que se interesó por la fusión entre el contexto sinfónico clásico y el flamenco, en este caso la copla". En Azabache, el director de orquesta y productor revisita clásicos desde "esa creatividad única que tiene", prosigue Navarro. "Al principio a la gente le asombra lo que oye, porque los arreglos de siempre están en nuestro código genético coplero, pero es verdaderamente bello lo que ha hecho Évora". Pasión Vega destaca la "recreación" que ha llevado a cabo de cada composición. "No acudimos sólo a códigos muy españoles, hay muchas músicas dentro y muchos otros caminos que confluyen allí y están muy presentes en estos arreglos. Son muy originales. He ido sondeando, y hay gente muy a favor y otra que se desconcierta un poco", observa la malagueña y gaditana de adopción. Porque, como añade Pastora Soler, en el conjunto hay "versiones muy parecidas a los clásicos, pero otras más originales, más atrevidas".
Por la "admiración" que aseguran tenerse, los cuatro parecen alejarse de esa lucha de egos desmedidos y rivalidades que se contaba del mundo de la copla. Ellos defienden que forman parte ya de una promoción que ha logrado sacudirse los clichés que se asociaban al género. El cambio de perspectiva se debe, entre otros factores, a la labor "con pico y pala" de algunos profesionales que les han precedido. "Ha sido una transformación curiosa. La copla estaba asociada al franquismo, luego pasamos a un tiempo en el que queríamos ser suecos y no se podía cantar ni copla ni flamenco. Carlos Cano y Martirio recuperaron una dignidad que en cierto modo se había perdido", argumenta Navarro. Pasión Vega reivindica asimismo "el camino que cogió Rocio Jurado, con esas baladas tan atrevidas, tan feministas, con esas letras que eran tan audaces para la época". Y se suma a ese recuerdo de Carlos Cano, "preocupado por los temas sociales, que te metía en la copla los problemas del trabajador".
A pesar de esa lógica intranquilidad del estreno, el grupo no siente que la larga sombra del primer Azabache les incomode. "Cogemos lo bueno, la admiración que tenemos a las artistas que participaron allí, lo que hemos podido aprender de ellas. Si tengo que cantar Qué no daríayo como lo hacía Rocío Jurado no podría abrir la boca", confiesa Pasión Vega. Pero Lombo matiza: "Siempre, haciendo copla o haciendo lo que sea, tienes una responsabilidad ante el público, eso es lo que al final importa. Es verdad que al principio nos podía imponer un poco el espectáculo en el que nos basábamos, pero después del primer concierto esa presión desapareció. Lo que sentimos es ganas de disfrutar y de trabajar".
Lombo ha representado estas navidades otra propuesta conjunta, ¡Que canten con alegría!, junto a Ismael Jordi y Jesús Méndez. En estos tiempos tan complicados, ¿la unión hace la fuerza? "Totalmente. Y a mí un espectáculo como éste me conviene, no lo voy a negar, yo he sido el último en llegar desde un nivel profesional a todo esto. Es una forma de presentarme ante un público para el que era poco conocido. Pero creo que todos estamos ganándonos adeptos de otros, que vienen porque les gusta alguien, pero ven nuestro trabajo y les gustamos".
En este sentido, Pastora Soler indica que "antes igual las folclóricas se tiraban los trastos, pero en nuestra generación nos tenemos que ayudar. Debemos unirnos en este gremio tan difícil al que pertenecemos y ahora más, tal como están las cosas". Ellos continúan llenando teatros, pero saben también que el panorama se ha vuelto muy diferente con la crisis. Pasión Vega apunta que la situación económica ha provocado "que ahora uno se tiene que pensar muy bien lo que hace. En realidad son tiempos para la calidad y la creatividad". "Es un momento de criba", aporta Lombo. Porque, le toma el relevo Pastora Soler, "hemos tenido años en que salía de todo. Había más artistas que público. Y no había creatividad: yo tuve problemas con mi discográfica porque tenía que hacer el tipo de canción comercial que era lo que se vendía. Ahora ya no, ahora te dejan hacer. Porque como no se vende...", cuenta con una risa amarga.
Pero los cuatro esquivan el pesimismo y se emocionan con todo el recorrido que aguarda a Azabache. Pasión Vega revela que alberga "una ilusión enorme" en volver al Teatro Real, donde estarán el 24 y el 25 de febrero. "Canté tangos allí con José Manuel Zapata y fue una de las noches más mágicas de mi carrera. Y es un hito llevar la copla al Real", manifiesta, mientras los demás asienten.
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