Exposición de Agus Díaz Vázquez en la galería Ruiz Linares de Granada

El desarrollo de la pintura moderna en general y de la figurativa en particular pasa por infinitos estamentos plásticos y amplísimos desenlaces estéticos. Sobre todo, ésta última cuyas perspectivas se han visto ensanchadas hasta límites insospechados. En ella, lo real adopta, asimismo, infinitas vías de expresión. La representación amplía sus estructuras y extralimita sus circunstancias. La ilustración va mucho más allá de lo que puede desentrañar las posiciones de la mirada y encaja nuevos perfiles. Todo es susceptible de plantear esquemas que sólo se adecúan a los amplísimos perfiles de un concepto que es el que únicamente manifiesta el propio tratamiento artístico. Por eso en la pintura de Agus Díaz Vázquez, artista onubense pero muy bien situado y consolidado en los mejores esquemas del arte granadino, no encontramos que su realidad se limite a una única dimensión centrada en un asunto representado, aunque éste se encuentre muy bien definido, sino que desarrolla muchos más registros para situarnos en una nueva estructura donde plástica y estética yuxtaponen sus fronteras y conjugan sus intenciones.

Estamos ante una muy buena exposición en una galería que, creo, junto a la de Ceferino Navarro, son las únicas que, en Granada, ahora mismo, se encuentran en disposición de canalizar con solvencia y éxito, la obra de los muchísimos artistas que tienen en la ciudad su centro de operaciones. Muy poco para tanto como existe. Ruiz Linares, bien orquestada por Fernando Carnicero lleva tiempo ofertando, en la primera planta, de su conocido negocio de antigüedades -calle Estribo, 6- un espacio hasta donde han llegado importantes artistas de esa ingente pléyade de buenísimos hacedores que existe en Granada. Una exposición que nos hace comprobar cómo la galería está al cabo de lo que se cuece en el arte granadino y su posición, de cara a lo contemporáneo, se llena de sentido y se abre a las circunstancias de todas cuantas acontecen en la plástica actual; que son muchas y variadas.

Trayectoria

Agus Díaz Vázquez es artista serio; de los que le importa el arte en su esencia, de los que conocen su realidad y anhela mantener vivo el concepto artístico que él lucha sin descanso por alcanzarlo y llevarlo a cabo. No es artista afecto a las coheterías que tanto abundan y está lejos de las pobres alharacas que tanto existen en la profesión auspiciadas, casi siempre, por los que menos tienen que decir o por aquellos cuyas estentóreas voces pretender desviar la atención de lo poco que acontece en sus talleres. Es artista muy bien representado desde la sevillana DI Gallery - fue protagonista único en el stand de esta galería en la última edición de ESTAMPA-. Con DI Gallery como colaborador de la muestra llega hasta Granada con un conjunto de ese soberbio animalario exquisito que abre las puertas de un pintura donde la realidad y la ficción muestran escasos perfiles diferenciadores. Cada pieza de Aguz Díaz es un tratado inequívoco de esencia evocada. El artista onubense nos sitúa en un universo onírico, mediato, de felices presunciones, en el que habita unos personajes puros que deambulan en un edén metafísico que se quiere inmediato. La obra de Agus Díaz es un canto a la naturaleza, a aquellos registros que se saben que existieron pero que se han perdido en el deambular prosaico de la vida. En su pintura todo es natural, bello, sin extralimitaciones. Los colores mismos han trocado su posiciones por otros , quizás, llenos de sintonía, amabilidad y cercana belleza. En su relato, lo cotidiano, lo cercano; incluso, esa humanidad tan determinante, ha perdido todo sentido y se ha trocado en la suprema visión añorante de lo que fue y no es.

Agus Díaz Vázquez realiza una profunda introspección; un ejercicio de anhelo por recuperar ese mundo de los sueños donde lo que se ve no se alcanza. Se trata de una pintura que es, aparentemente, festiva pero que encierra límites que golpean el alma por lo que no existe. Es la visión de una existencia donde todo transcurre con la sordina de la mediatez; con la bruma del deseo, con la niebla que distorsiona.

La exposición es un libro de bellas escenas que contienen las imágenes que constelan un mundo de anhelos. Feliz animalario de pelajes únicos, horizontes que transcriben sonidos que huelen y olores que saben a dulces sensaciones. Agus Díaz nos relata un cuento vivido en un espacio sin fronteras. Es un cuento quimérico de verdades a media bellamente transmitidas. Un cuento que eterniza una existencia que se perdió o que, quizás, sólo existió en el duermevela de la vida.

Muy buena, tranquilizadora y edificante la exposición en la galería Ruiz Linares; esa galería tan necesaria en una Granada que ofrece muchísimo desde artistas superiores con pocos y buenos espacios para canalizar su ingente trabajo.