Entrevista Ángelo Néstore | Poeta

"Me duele que haya feminismos tránsfobos"

  • El escritor italiano reflexiona en su nuevo libro sobre los privilegios masculinos, el sistema binario de género, el movimiento 'queer', la educación sexual y el sexismo lingüístico

  • El profesor y traductor afincado en Málaga presentará 'Hágase mi voluntad' este miércoles a las 20:00 en Ubú Libros acompañado de Olalla Castro y Rosa Berbel 

Ángelo Néstore (Lecce, Italia, 1986), en una imagen reciente.

Ángelo Néstore (Lecce, Italia, 1986), en una imagen reciente. / Martín de Arriba

Ángelo Néstore (Lecce, Italia, 1986) sueña con un mundo no binario donde las categorías de género desaparezcan. "Si lo pienso un nicho es la utopía perfecta: / sin hombres o mujeres, / todos extranjeros", escribe al principio de su nuevo libro, Hágase mi voluntad (Pre-Textos). En él, reflexiona sobre los privilegios masculinos heredados, la opresión del hombre hacia la mujer, la transexualidad, el movimiento queer y el sexismo lingüístico. A través de referencias luminosas y una bella poética, Néstore describe el mundo injusto dominado por varones donde vivimos.

El poeta italiano afincado en Málaga no duda en cargar contra su estirpe, "un vagón repleto de hombres [...] que invaden el espacio que durante siglos han ido conquistando"; ni en señalar que tenemos un problema cuando "el niño adolescente que abre Porntube [...] y que ve a una mujer rodeada de cinco hombres [...] no ve en esa escena un entierro". El escritor también cuestiona las categorías de género –"me dejo ser carne que se abandona a ser carne y nada más"– y busca "un lugar donde poder inventar una lengua que no hable siempre en masculino, que no defina". El profesor y traductor presentará su nuevo poemario, Premio Emilio Prados, el miércoles en Ubú Libros a las 20:00 acompañado de Olalla Castro y Rosa Berbel.

-Redactar este libro, dice, ha sido "un proceso hermoso y doloroso". ¿Qué ha aprendido con él?

-Ha sido hermoso ir descubriendo partes de mí que estaban escondidas y quizá no me atrevía a contar. El duelo ha sido enfrentarme a una parte de mí, la parte de opresor que no estaba viendo. He tenido que enterrar mi parte frágil para poder poner sobre la mesa mi parte más monstruosa, que tiene que ver con mis privilegios masculinos. Este libro ha sido un ajuste de cuentas para mí mismo.

Portada del libro 'Hágase mi voluntad' de Ángelo Néstore. Portada del libro 'Hágase mi voluntad' de Ángelo Néstore.

Portada del libro 'Hágase mi voluntad' de Ángelo Néstore. / G. H.

-"Y he crecido así, con la gargante limpia de quien nunca tuvo / que gritar", escribe. ¿Qué privilegios se resisten a perder algunos hombres?

-Últimamente se está hablando mucho de nuevas masculinidades. Parece que con hablar de este tema se soluciona el problema. Y no. Las nuevas masculinidades son las masculinidades de siempre. El proceso para deshacerse de la masculinidad tal y como se ha construido es un proceso muy largo; y tiene que ver con la perdida de ciertos privilegios. Aunque no me sienta cómodo en la etiqueta de género masculino, tengo que reconocer que he crecido con ella. Nunca he tenido miedo de volver a casa por la noche. En el colegio nunca he tenido que pasar por ciertas miradas, o escuchar comentarios en la calle. Ni he sentido cierta inseguridad o no he cumplido con equis expectativas porque he recibido una educación de hombre. Antes de hablar de nuevas masculinidades o de nuevas formas de pensar el género vamos a cuestionarnos los privilegios que tenemos. Privilegios de clase, de género. No es lo mismo que yo sea una persona negra, asiática, o de clase baja. Insisto, no basta con hablar de ello. Si no estaríamos haciendo un lavado de cara muy peligroso.

-En el libro reflexiona sobre su condición de inmigrante. No ha cruzado el estrecho en patera, pero ha vivido un proceso hasta adaptarse. ¿Le asusta el auge de partidos de ultraderecha como Vox?

-No he cargado con el estigma de inmigrante porque vengo de un país de primer mundo. Pero sí, me da mucho miedo. He recibido odio y violencia verbal después del auge de la extrema derecha en Andalucía. Hace poco, me entrevistaron en El Mundo y muchos comentaban: "Vete, vete, vete". Si a mí me hacen eso y soy una persona que viene de Italia, imagínate qué clase de opresión pueden generar hacia personas de otros países mucho más desfavorecidos. Es fundamental que en la literatura se reflexione en torno a estos temas.

-¿Qué desventajas y violencias tiene el hecho de vivir en un sistema binario?

-Es un sueño, una utopía, que sólo encuentro en la muerte. No la voy a ver con mis ojos, pero quizá con el tiempo se diluya ese sistema binario. Es un sistema de opresión, que se ha ido construyendo durante siglos. Es imposible decir ahora: "Venga, un mundo sin género". Es como si intentamos quitarle todos los privilegios a la iglesia católica de repente. Para mí, ese sería un mundo ideal. Un mundo en el cual se entienda la frontera como algo político, igual que el género como algo político. Que nos demos cuenta de que todo es cultural y que está construido; y como se ha construido, se puede deshacer. Eso lo dice Judith Butler y la filosofía queer.

-¿Piensa que la división hombre-mujer es algo natural o un constructo político?

-Lo segundo. Esta división justifica el poder de ciertos individuos, en este caso los varones, sobre las mujeres, las personas de género no binario, las personas transexuales. Todas las que no cumplen con ciertas expectativas, o que no cumplen con ciertos aparatos biopolíticos.

-Decía Spinoza que "no se sabe lo que puede un cuerpo". ¿Estamos preparadas para entender que el cuerpo es un campo de batalla? ¿Cómo hacer de las corporalidades máquinas de guerra?

-Yo en un poema lo digo, que el cuerpo es un campo de batalla. Eso se hace siendo consciente de que el género es algo performativo, algo que se construye día a día haciendo ciertas tareas, cumpliendo ciertas acciones. Así se está asignado al cuerpo una función y una expectativa social. Ahí entraría el concepto de los cíborg, del género entendido como una tecnología de poder.

Otra imagen del escritor afincado en Málaga. Otra imagen del escritor afincado en Málaga.

Otra imagen del escritor afincado en Málaga. / Martín de Arriba

-¿La teoría queer nos da herramientas para la batalla del cuerpo de la que habla en su libro?

-Sí. La teoría queer es la clave para empezar a entenderlo. Es una teoría que es de momento lo único que nos permite cuestionar lo binario. Lo trans y lo queer hacen tambalear todo. Van a la base. Cuestionan desde un punto de vista político y científico. Tendemos a pensar que la ciencia es algo objetivo. El discurso científico es objetivo y también tiene que ver con la ética, es político. La homosexualidad hasta hace nada era una enfermedad. O la histeria, la locura. Loca es la persona que se salen de la norma. Con la transexualidad estamos en ello. Me duele que dentro de los feminismos, como es el caso de Lidia Falcón, haya feminismos tránsfobos que vean la transexualidad como una amenaza para las mujeres. Vivimos un momento histórico y político en el que tenemos que cuidar de estas personas, de todos los cuerpos e identidades que se escapan de la norma.

-Izquierda Unida ha expulsado al Partido Feminista por cargar contra las leyes trans. ¿Qué opina?

-Me alegro de que IU haya expulsado al partido feminismo. Lo digo y hasta me tiembla la voz.

-Dedica un poema a un niño que ve porno y "no ve en esa escena un entierro". ¿La educación sexual es una asignatura pendiente en España? ¿Cómo profesor siente miedo al hablar de estos temas?

-En absoluto. Mira lo que está pasando con el coronavirus. El miedo es algo individual fácil de contagiar y de convertirlo en algo social. Los profesores tenemos una gran responsabilidad: luchar contra esto y hacer que los alumnos, los ciudadanos de hoy y de mañana, desarrollen un espíritu crítico. Tienen que tener acceso a esta información. Se debería hablar de educación sexual de manera más natural, más orgánica. El niño o la niña que se mete en una página porno modela su deseo basado en lo que ve. Si lo que ve son cosas machistas y estructuras de poder en el cual la mujer siempre está sometida al deseo del hombre, es lo que reproducen. Lo que creen que tiene que ser. Hay que trabajar la educación sexual desde primaria. Leí que con el tema de la manada la gente buscaba el término. Quería buscar placer viendo esta escena. En la universidad hablo de todos estos temas. Veo una respuesta muy positiva. Ha habido personas que han decidido no venir a mis clases. Es lo que hay.

-Defiende en su libro "una lengua que no hable siempre en masculino". ¿Cómo luchamos contra el sexismo lingüístico?

-El sistema lingüístico es un reflejo de los equilibrios de poder. Es muy importante, para una persona que se dedica a la escritura, trabajar desde este ámbito, ampliar el horizonte y reflexionar sobre la posibilidad, como antes te he dicho, de que todo es una construcción, es ficticio. Se puede deshacer. Si yo digo todas y digo que ese todas incluye a una persona, es simplemente una cuestión de deshacernos de ese masculino genérico para que se vea la posibilidad de que existe otra manera de nombrar los cuerpos. Porque si no lo femenino siempre está relacionado con el espacio de la exclusión, es decir, nombra en femenino cuando quiero nombrar una parte de la sociedad. Es como lo diferente, lo que está fuera. Yo siempre hablo en femenino genérico o cuando hablo de mí mezclo femenino o masculino. Me gustaría que cambiara la RAE, pero no es mi objetivo. Me gustaría que cuando yo hablara en femenino la gente reflexionara sobre el lenguaje como una herramienta política. Es una performance permanente. Es una cuestión de costumbre. Al principio de las clases yo hablo en femenino genérico. Después de dos meses la gente se acostumbra. Lo extraño es extraño hasta que no lo es. Hay que nombrar las cosas para que no sean extrañas. La lengua no sólo nombra. La lengua hace. Ahí está mi lucha y mi reflexión.

-¿La gente se pierde en debates banales como el de portavoza?

-Sí. Se banaliza el discurso. Igual que se banaliza lo queer, los feminismos, todo, para restarle importancia. Leí hace poco que una empresa había despedido a todas sus trabajadores porque en el contrato ponía trabajadores. Había utilizado esa herramienta del lenguaje en una justificación de despido procedente.

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