El Festival de la Guitarra de Granada celebra el centenario de 'El amor brujo' de Falla

Esperanza Fernández y María Esther Guzmán junto a la OCG emocionaron en el Auditorio que toma el nombre del artista español

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María Esther Guzmán y OCG durante el homenaje
María Esther Guzmán y OCG durante el homenaje / Daria Zelenska
Daria Zelenska

Granada, 25 de julio 2025 - 10:42

El Auditorio Manuel de Falla de Granada se llenó este jueves para conmemorar los cien años de la versión definitiva de El amor brujo, una de las obras más emblemáticas de Manuel de Falla, en el marco del Festival de la Guitarra. El concierto fue inaugurado por la Orquesta Ciudad de Granada bajo la dirección del maestro Álvaro Albiach. Fue un recorrido por la historia de la música española del siglo XX, desde las raíces del flamenco hasta la guitarra clásica. La dirección de Álvaro Albiach aportó equilibrio y sensibilidad, y la Orquesta Ciudad de Granada respondió con solidez y elegancia.

El público también tuvo el privilegio de escuchar una pieza poco conocida: la suite del ballet La madrugada del panadero, de Rodolfo Halffter, discípulo cercano de Falla. Esta obra, escrita en los años 40, tiene un carácter rítmico muy marcado y recuerda a Stravinski.

Dos protagonistas

Después, al escenario subió la guitarrista sevillana María Esther Guzmán. Comenzó sus estudios a los seis años con Andrés Segovia, gracias a lo cual perfeccionó su técnica hasta el más alto nivel. La artista interpretó la Fantasía para un gentilhombre, de Joaquín Rodrigo. Esta pieza fue compuesta en 1954, también como encargo de Andrés Segovia, y se inspira en la música del siglo XVII de Gaspar Sanz.

Al final de su intervención, María Esther Guzmán agradeció al público de Granada y a los organizadores por la oportunidad de participar en el festival. “Siempre es un placer volver a Granada”, dijo la guitarrista. Al terminar su parte del concierto, la artista fue llamada al escenario tres veces. Como bis, interpretó la conocida pieza Asturias de Albéniz para guitarra, lo que provocó una gran ovación del público.

Luego al escenario subió Esperanza Fernández, una de las grandes voces del flamenco y nominada al Latin Grammy. Con el tiempo, se ha convertido en la intérprete más aclamada del género. Con esta obra la cantaora sevillana debutó en 1995, de la mano de Mario Maya, y desde entonces ha sido una de sus grandes embajadoras.

La artista interpretó su parte de forma muy emocional, sincero y expresivo, demostrando su talento no solo como cantante, sino también como actriz dramática y bailaora. Se quitó sus tacones y bailó descalza en el escenario, acompañada por la orquesta.

Ella fue una maestra de la elegancia natural hasta en los gestos más sencillos como beber agua en las pautas del cante. Su interpretación dramática, expresiva, vocal y dancística fue tan intensa y viva, que el público la llamó al escenario en cuatro ocasiones para agradecerle y no quería dejarla ir.

El concierto, de una hora y media de duración, se celebró con un lleno total y dejó al público completamente encantado.

Historia de El Amor Brujo

La obra original llevaba por título El amor brujo. Gitanería en un acto y dos cuadros. Fue concebida como un espectáculo escénico con libreto de María Lejárraga, aunque en su primera publicación apareció firmada por su marido, el dramaturgo Gregorio Martínez Sierra. La historia gira en torno a Candela, una joven gitana atrapada en un amor imposible con Carmelo, debido a la presencia del espíritu celoso de un antiguo amante. Gracias a un conjuro y la aparición de otra mujer, Carmela, el hechizo se rompe y los protagonistas logran unirse.

La historia de El Amor Brujo comienza en 1915, cuando famosa bailaora Pastora Imperio encargó a Manuel de Falla una nueva obra para su compañía. El compositor, que acababa de regresar de París tras estallar la Primera Guerra Mundial, aceptó el reto. La obra se estrenó en Madrid, en el Teatro Lara, con música de Falla y libreto de María Lejárraga. En ese primer montaje, la propia Pastora interpretó el papel de Candela, una joven gitana atrapada por el fantasma de su antiguo amante.

Manuel de Falla revisó El amor brujo en varias ocasiones —hasta once versiones distintas—, transformándola poco a poco en una pieza más cercana al concierto sinfónico que al teatro. La versión definitiva llegó en 1925, despojada de escenografía, pero cargada de fuerza musical y expresiva.

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