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'Al final siempre ganan los monstruos', el libro de Juarma porque no hay futuro...

  • La editorial catalana Blackie Books publica la primera novela del granadino, también conocido por su faceta de dibujante, sobre la vida de un grupo de amigos en el pueblo de Villa de la Fuente

Portada de 'Al final siempre ganan los monstruos', de Juarma (editorial Blackie Books)

Portada de 'Al final siempre ganan los monstruos', de Juarma (editorial Blackie Books) / B. B.

Al ser preguntado sobre la temática general de Al final ganan los monstruos, Juarma (Deifontes, 1981) resumía la cuestión hace un tiempo diciendo que su primera novela trata sobre que no hay futuro. Ninguno. Para ser más exactos va sobre buscarse las habichuelas en mundo podrido de adicciones difíciles de controlar. Es lo que vertebra este libro que la editorial Blackie Books acaba de editar y lanzar al mercado después de un experimento que empezó en 2017 como un Club de Lectura privado en Facebook y que dio paso a un novelón que plasmó la editorial granadina Camping Motel en tirada muy limitada. Una joya surgida desde la mal llamada por los mesetarios como España de provincias y que acabó en las manos de la editorial catalana independiente, que ha pulido la obra que se configura como una de las grandes novedades editoriales de este 2021.

Juarma, que cuenta con adeptos a su trabajo en todo el país por su extensa carrera como dibujante y creador, se lanza así a su gran aventura como escritor tras años forjando un mito propio en sus cómics, fanzines, colaboraciones y su ingenio en redes sociales tachado por muchos de humor negro. Y es que mientras sus seguidores y los críticos intentan encuadrar el trazo, el estilo y el pensamiento de este granadino universal, lo cierto es que una de sus grandezas es tener un mundo tan propio que solamente él sabe qué quiere contar y decir, aunque la temática universal de sus ideas y su concienzudo estilo hacen que mucha gente sienta como muy suyo lo que dice el escritor nacido en Los Montes Orientales de Granada.

La cuestión es que Al final siempre ganan los monstruos podría etiquetarse dentro numerosos géneros (thriller, novela negra, neonoir, realismo oriental, de aventuras, melodrama, sátira o novela de ficción a secas) pero realmente lo más acertado es decir que es un libro de Juarma porque el viñetista y escritor es un género en sí mismo. Es lo que tiene moverse al margen de convencionalismo y combinar influencias como la poesía bachatera de Romeo Santos con la prosa de Donald Ray Pollock, el estilo sincopado del WhatsApp o el ritmo vertiginoso del Tiempo de Juego de la Cope narrando un gol de Aduriz por poner uno cualquiera. La sintonía de una España deprimida pero orgullosa y de la falta de oportunidades para escapar de trabajos míseramente pagados y vidas de seres mediocres. Es decir, la de mayoría de nosotros.

Juarma es otro ejemplo viviente más de que el arte no da de comer en España y sus manos callosas de dibujante muestran las cicatrices de un todavía joven (a los 40 años según los presentadores el telediario todavía se es joven) que ha tenido que desempeñarse entre la paleta de mezcla de la obra, la vara para zarandear olivos en su tierra, las tijeras para cortar en la vendimia y que sabe también lo que es trabajar cara al público en la ingrata profesión de camarero. Experiencias que van curtiendo mucho más que el título en Filología Hispánica y que son, de alguna manera, el mejor bagaje del Juarma escritor. 

Juarma (Deifontes, 1981) en una foto de archivo Juarma (Deifontes, 1981) en una foto de archivo

Juarma (Deifontes, 1981) en una foto de archivo / G. H.

Más allá de la cuestión estilística que tanto intenta afinar Juarma sin dejar cabos sueltos y de lo importancia de su recorrido vital a la hora de sentarse a escribir, lo que probablemente tiene más valor de esta novela y de su obra como dibujante es que hace un retrato de la sociedad actual que tendrá validez cuando de aquí a unos años se quiera revisar este tiempo. Es la gran virtud de Al final siempre ganan los monstruos, un libro que en la nota promocional de Blackie Books se define como "una novela coral, canalla pero tierna que presta oído y da voz a los que apenas pueden explicarse. Entre Faulkner y Makoki, entre Rebeldes y Carson McCullers, un libro durísimo y divertido sobre un lugar y sobre no poder salir de él".

Un libro que se localiza entre Villa de la Fuente, el pueblo donde Cristo perdió el mechero y plantar marihuana puede ser la salida fácil para al menos tener un vehículo y no tener que coger el autobús para desplazarse a la Ciudad, ese otro lugar donde se vive de un modo más salvaje y absurdo. Entre ambos mundos discurren las vidas de Juanillo, Jony, Lolo, Vanessa y el Cucaracha, personajes marcados por su relación con las drogas que moldea a la perfección este Mohamed Chukri de Los Montes Orientales.

Un rato de lectura que te puede dejar un mal sabor de boca y abrir los ojos sobre la droga y lo que pasa a escasos kilómetros de donde vives, pero que deja un buen sabor de boca el saber del triunfo creativo de personas como Juarma. Lo que demuestra que no siempre ganan los monstruos, también ganan los que se entregan a la creación y vuelcan el corazón en ella. Es decir, los mejores. Sólo una recomendación antes de hacerse con un ejemplar que ya están a la venta: quitar la faja del libro cuando llegue con la frase de Cristina Morales y olvidarse de ella para meterse de lleno en las historias.

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