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La fotografía andaluza, base de un estudio sobre arte social

  • El comisario y crítico de arte Juan Ramón Barbancho analiza en su libro 'La imagen como fábrica' las relaciones entre creación, política y sociedad

La imagen como fábrica es el título del libro en el que Juan Ramón Barbancho ha recogido el trabajo fotográfico de una serie de creadores que realizan su labor en Andalucía. Partiendo de las fotografías de estos artistas, Barbancho, comisario y crítico de arte cordobés, trata de analizar la función del arte como reflejo de la realidad social. El libro ha sido publicado por el Centro de Estudios Andaluces.

Dentro de los seis capítulos de los que se compone esta monografía hay un factor común: la relación entre arte, política y sociedad. Barbancho asegura que no ha tenido la intención de hacer un libro sobre fotografía o sobre fotógrafos, sino que La imagen como fábrica supone un ensayo, a través de la obra de una serie de fotógrafos, sobre un arte de contenido social. "Cuando hablo de política no me refiero a partidos, parlamentos... sino al mismo origen de la palabra, la res pública, lo que al público le interesa", explica su autor. Este arte comprometido es en la actualidad, asegura, una tendencia creativa pujante sobre todo en aquellas regiones en las que las circunstancias conducen a ello casi como una obligación moral, por ejemplo en países de América Latina.

En España, y en concreto en Andalucía, este arte comprometido socialmente no ha llegado a convertirse en la tónica general entre los creadores, aunque hay artistas que utilizan temas sociales como eje vertebrador de su trabajo. Los focos de interés suelen ser la inmigración, el problema de género y la recuperación de la memoria histórica. El arte, opina Barbancho, puede ser un agente de cambio: "No sé si puede cambiar las cosas, pero sí contarlas, crear conciencia". "Los artistas de todos los ámbitos de la cultura", comenta, " tienen la capacidad de darles voz a aquellos que no lo tienen".

Algunos de los artistas que sirven de base al estudio que contempla La imagen como fábrica son andaluces de nacimiento, otros proceden de distintas ciudades de España pero han desarrollado su actividad artística en Andalucía. Entre estos creadores se encuentran fotógrafos como Gonzalo Puch, Paka Antúnez, Ángel García Roldán, Noelia García Bandera, Fernando Baena, David Luna o Manuel Muñoz.

La ciudad, el género y la memoria histórica son los temas que más se han tratado en los últimos años. En Córdoba desarrollan su actividad creadores como Tete Álvarez, que realiza una trabajo sobre las cartografías de la ciudad, o Verónica Ruth Frías, que plantea una reflexión en clave de humor relacionada con el feminismo. "La gente que está trabajando en Córdoba está haciendo una gran labor creativa a pesar de las difíciles circunstancias", dice Barbancho. "Lo que pasa es que no siempre sale: esta ciudad es mundialmente conocida por la poesía, por ejemplo, y parece que las artes plásticas destacan menos, pero hay grandes creadores trabajando aquí".

Uno de los motivos en los que se apoya Barbancho para explicar el escaso desarrollo del arte social en Andalucía es que es una comunidad en la que la pintura se rige como arte plástico protagonista. Se trata de un soporte que, a lo largo de la historia, ha tenido una función de reflejo social, pero en la actualidad no se implica, por lo general, con la realidad inmediata y tiende a mirar hacia otros temas, "como la propia pintura, el color, el trazo". Es por eso que Barbancho centra su trabajo investigador en otros soportes artísticos como la fotografía y la videocreación, que se han ido descubriendo como las vías más adecuadas para hablar de lo que pasa en el mundo. "Vivimos en un mundo que no es para estar encerrado en un estudio mirando el aletear de las mariposas, la cosa está jodida, aunque obviamente cada uno puede hacer lo que le dé la gana", comenta.

En las últimas décadas, desde mediados del siglo XX, el arte ha vivido una evolución en cuanto a formas y soportes que ha venido acercándolo al gran público, dejando a un lado ese concepto elitista que en otras épocas lo ha caracterizado. Sin embargo, matiza Barbancho, se trata de "una democratización entrecomillada", pues sin formación y sin cultura no puede entenderse el arte. El acceso a la cultura, "recogido en la Constitución y en los Estatutos de Autonomía, es universal, pero si el Estado no pone las bases para que los creadores puedan trabajar y para que la gente tenga una formación que le permita disfrutar de ese trabajo, esta legislación constitucional se queda en agua de borrajas". Además, "hay un problema fundamental tanto en la universidad como en los centros de arte: están empeñados en enseñar el qué, el quién y el cuándo, pero ni el para qué ni el por qué se ha creado una obra", critica Barbancho.

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