"Los géneros son la proyección de las ideas, grados de emoción"
El escritor granadino acaba de publicar 'La espada de Miramamolín', una novela que aborda el personaje de Don Carlos Fernando de Austria
El escritor granadino Antonio Enrique es un autor todoterreno que aborda casi todos los géneros literarios. De la poesía (La luz de sangre, Santuario de oro...) pasa a los ensayos (Los suavísimos desiertos, Erótica celeste...) con naturalidad, abordando también la narrativa y la crítica literaria, que desempeña en distintas revistas y prensa diaria. Enrique acaba de publicar La espada de Miramamolín, su última novela, y en la que cuenta la historia de Don Carlos Fernando de Austria, hermanastro de Carlos II el Hechizado. Don Carlos Fernando, hijo legítivo de Fernando IV, es enviado a Guadix, donde toma la canonjía en la catedral.
-¿Cómo se le ocurrió indagar en un personaje tan poco conocido, en general, como Don Carlos Fernando de Austria? Siempre estuvo a la sombra de Carlos II…
-Viene a morir a Guadix y es enterrado de limosna. Tratándose de un hermanastro del rey por entonces más poderoso del orbe, es materia suficiente. Y el hecho de que se sepa tan poco de él es un atractivo más. Luego está la época, esto es el Barroco, en su tiempo final, el más denso, el más contradictorio y brillante. Por lo demás, a sus descendientes los veía por la calle. Tal vez ni ellos lo supiesen. Hasta tal punto se había borrado su memoria.
-Para los no iniciados en el tema, ¿cómo describiría a Don Carlos Fernando?
-Tal como en la novela se representa es un hombre obeso, frisando la cincuentena, candoroso y a la vez agudo. Le gusta no estar con el poder. Buen conversador. Irónico, afable, bien humorado.
-De lo relatado en La espada de Miramamolín, ¿cuánto hay de histórico y cuánto de leyenda?
-De histórico, en Guadix, existen dos documentos. Con respecto a su leyenda, no existe. Aparte de algunos estudiosos, todos le ignoraban y siguen ignorando.
-¿Qué luces arrojan esos dos documentos?
-Uno refiere su investidura de canónigo y otro su acta capitular de defunción. Son dos documentos muy distintos: uno, detallado, otro displicente, como despachado a prisa. Es fácil inferir cómo su consideración había descendido. Hay, también, noticias desperdigadas en el Archivo episcopal; las mismas son laudatorias de su generosidad y puntualidad en sus obligaciones.
-¿Y qué quería resaltar con el título de la obra?
-La espada de Miramamolín es la de los juegos infantiles en palacio. La llamaban así para seguir el juego, no porque hubiese pertenecido al caudillo almohade. Al regalársela el Hechizado a su hermanastro cuando ambos se despiden, intuyendo que nunca volverán a verse, el rey está expresándole su mayor cariño. Esa espada hace de hilo conductor de la novela. Sirve para recordar los tiempos pasados en el viejo Alcázar, pero también para establecer la trama de su presente en Guadix.
-Escribe poesía, ensayo y novela. ¿Hay algún género con el que se sienta más cómodo?
-En todos, según el momento. Es la idea lo que proyecta el género. Son modos distintos de expresión, de tal manera que lo que funciona en un género no lo hace en otro. Todo depende no sólo del tema, sino también de la actitud. Son grados de emoción. Y de fantasía.
-También coordina el Aula Abentofail de Guadix. ¿Cuáles son exactamente las funciones de esta iniciativa?
-Cuando la creé en 1999, mi deseo fue el de establecer una plataforma de opinión pública. Es decir, lo prioritario para mí no era tanto el interviniente como las personas, puesto que me di cuenta de que, en los pueblos, la gente no tiene donde opinar con libertad. Paga el pueblo, no la Junta, lo que confiere, además de cercanía, una libertad sin presiones de monitores ni comisarios. Los intervinientes entienden esta dignidad de que sea el pueblo quien remunere, y por esto aceptan, en general, sus cortos emolumentos de buen grado. Aquí todo el mundo tiene la palabra, sin diferencias de adscripción política ni credo de ningún tipo. Ahora bien, el derecho de réplica es sagrado. Los hasta ahora setenta y tres intervinientes son escritores del mayor prestigio, lo cual no suele ir emparejado a la fama. Ésta, aquí, es secundaria.
-¿Sabe ya qué forma o qué genero tendrá su próximo proyecto?
-He publicado cuatro libros en poco más de cuatro meses, no por voluntad propia, sino porque los libros salen cuando quieren. Y queda un quinto, de ensayo, este mismo mes. Así que voy a 'darme una vuelta' por ahí. En el telar siempre hay libros, pero no hay prisa. Las cosas o se hacen despacio o mal.
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