Un libro narra la gestación del 'Guernica', un alegato inmortal contra la guerra
La novela de Baltasar Magro se centra en momentos esenciales de la vida de Picasso
Pablo Picasso, que no solía trabajar por encargo, sucumbió a las presiones, aceptó pintar un mural para la exposición de París de 1937 y se gestó el Guernica, que más allá de denunciar el bombardeo de esa ciudad se convirtió en un alegato inmortal contra la guerra, como revela en una novela Baltasar Magro.
"Quería que la gente escuchara la voz de Picasso, que viera cómo pinta y conociera sus sentimientos, su manera de pensar y de sentir mientras está en un proceso de creación", afirmó el autor de La luz del Guernica, publicado por Roca Editorial. El resultado fue, en aquel momento, una obra "para llamar la atención sobre lo que estaba ocurriendo en España, pero el cuadro tiene una visión mucho más lejana, y ésa es la grandeza del genio".
"Al verlo, la gente no se pregunta nada, simplemente siente, desde un niño de 3 añitos a una persona de 80 años, con cualquier formación, incluso con diferentes ideologías, y es el misterio de esa obra", apuntó el periodista y escritor.
La novela se centra en dos momentos de la vida de Picasso: 1917, cuando viaja a Florencia, se reencuentra con los clásicos y ve obras como Los desastres de la guerra, de Rubens, y mayo de 1937, hace ahora 75 años, cuando crea la obra, y que es uno de los momentos "más críticos" en la carrera del artista malagueño.
"Antes de pintar el Guernica, Picasso ha estado un año sin tocar un pincel, un tipo que antes pintaba en un día tres cuadros", destacó Magro, y cuando los republicanos exiliados en París le piden el mural, en realidad "todos piensan que no lo lograría".
El artista había conocido en febrero "un suceso mucho más importante que el de Guernica, la matanza de la carretera de Málaga a Almería, en la que murieron miles de personas", y, en plena crisis creativa, Picasso fue "incapaz" de plasmarla en una obra.
El lector de la novela puede ahora "entrar en la habitación donde se hace el Guernica y vivir cada día cómo evoluciona el cuadro y las conversaciones de Picasso con quienes van a visitarle". Paradójicamente, la obra causó en aquel momento "decepción" a algunos porque "no era lo que esperaba mucha gente, que quería algo que todo el mundo identificara, con estilo muy realista, y no veía ni aviones ni el pueblo". Pero Picasso sostenía que la misión del arte era "superar la realidad, en una época en la que la fotografía se había desarrollado mucho, y dictaba lo que no debía hacer el artista".
Magro ha descubierto con sorpresa los numerosos aspectos que estaban "por descubrir", como sus crisis personales y de creatividad, su fetichismo o ese viaje a Florencia.
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