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Un gran creador en ejercicio

La exposición de Pablo Palazuelo en una de las Salas del Museo CajaGranada sirve, más que nada, para conocer de forma bastante amplia la obra de uno de los más grandes artistas españoles del siglo XX. No estamos, ni mucho menos, ante las obras maestras del artista ni siquiera ante una muestra superior que perfila la entidad pictórica y artística de Pablo Palazuelo, sí, en cambio, permite un acercamiento muy válido para contextualizar el conjunto creativo de un artista total que supo evolucionar desde una materialización aplastante a un esencial reduccionismo que abría los cauces de la mayor poética y de la máxima espiritualidad sensorial.

La exposición responde a esos postulados que siempre ha caracterizado los conjuntos artísticos seleccionados por Marisa Oropesa. Ella sabe plantear, como nadie, mínimos esquemas de la obra del autor que presenta y, desde ellos, potenciar la unidad creativa del artista en cuestión. Lo ha hecho en múltiples de ocasiones y con gran número de significativos artistas. Sabe escoger hitos referenciales y, desde ellos, disponer acertados planteamientos expositivos para que sirvan de pura referencia y saber a qué atenerse.

La muestra se plantea con un sentido cronológico, acentuando muchos de los momentos creativos del artista y abre las perspectivas y los muchos matices de la obra de este gran creador que había nacido en Madrid en 1915; estudiando Arquitectura en la Universidad de Oxford y comenzando a dedicarse a la pintura nada más terminar la Guerra Civil.

Pablo Palazuelo no tardó en contactar con la realidad artística que existía más allá de nuestras fronteras que, por supuesto, no tenía nada que ver con los adocenados planteamientos artísticos que existían en una España que intentaba abrirse a los nuevos horizontes que dictaba el Arte Contemporáneo; lo que se traduce en la posesión de un lenguaje muy característico que responde a un ejercicio plástico diferenciador y que se traduce en una concepción especialísima del elemento geométrico.

Pablo Palazuelo es el autor de una obra que, a pesar de su aparente rigidez y frío desarrollo conformante, no es el resultado de un estricto proceso matemático -aunque en sus piezas se entrevea la influencia de unas posiciones numéricas-.

El autor lleva la abstracción hasta unos límites de máxima pureza, a unos ritmos geométricos que crean tensión no sólo material y que abre nuevos horizontes. Su escultura, con los mismos postulados compositivos que la pintura, nos acerca a un universo mucho más extremo, donde la rigidez de la forma se ve atemperada por una insinuante línea de sugerencias. Son pellizcos matéricos, evocadores procesos materiales donde toda representación es posible gracias a una contundente realidad plástica.

Pablo Palazuelo ha ocupado todos los segmentos de un arte al que él ha abierto los más diáfanos horizontes. Esta máxima posición de artista total en ejercicio, le valió poco tiempo antes de morir, que se le concediera el Premio Velázquez de las Artes Plásticas. No obstante el mayor galardón ha sido una larga vida de absoluta dedicación a una religión artística de la que era su mayor creyente.

La exposición en el Museo de CajaGranada responde a los proyectos ideados por Marisa Oropesa, esta vez con la colaboración de Gonzalo Sotelo y la Fundación Pablo Palazuelo. Con ella vamos a contactar con la apasionante y apasionada obra de uno de nuestros más insignes artistas. Aquel que murió a los noventa y dos trabajando y ejerciendo su absoluta capacidad de artista en ejercicio.

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