Granada Sound 2025: como cuando cortan la música en un pub, pero con 25.000 personas

Un sábado más brillante gracias a Carlos Ares, Viva Suecia y Siloé acaba marcado por el caos organizativo en la salida del festival, con colas de más de hora y media para coger los autobuses

Granada Sound 2025: la promesa de Santander, el Chino en el patio de su casa, y el oro volador de Tokyo

Rafa Val, al inicio del concierto de Viva Suecia
Rafa Val, al inicio del concierto de Viva Suecia / Antonio L. Juárez / PicWild

El sábado llegó con la amenaza de que el Zaidín Rock le robara fieles al Granada Sound. Porque eso de hacer coincidir los dos grandes festivales de la ciudad el mismo fin de semana, como que raro. Y feo. Había que escoger entre los Cero, Lagartija Nick y Hora Zulú o Carlos Ares, Viva Suecia o Siloé. Y lo cierto es que aquí nadie robó nada a nadie. El Cortijo del Conde estaba full house , al igual que la explanada del Palacio de Deportes 15 kilómetros más allá. Pero hay diferencias, y no solo en el cartel. Al menos en el Zaidín saben gestionar al público, y mira que allí es gratis la música. En el Sound, pues queda la sensación que, pase lo que pase, la gente seguirá pagando un dineral por ir, por tomarse una simple cerveza en vaso plástico, y sin saberse ningún nombre del cartel. Y ese es el fallo, es el capote con el que la organización luego se permite hacer lo que quiera. Da igual, parece que de un año a otro a todo el mundo se le olvida.

Porque empiezo por el final, cuando ni siquiera sonaba ya música. Como cuando a las cuatro de la mañana te largan de un pub. Pues aquí lo mismo, pero con 25.000 personas a la vez. El Granada Sound siempre acababa con un cartel que progresivamente iba "echando" al público del recinto. Se guardaba los platos gordos para primera hora de la madrugada para terminar con sesiones de DJ largas que hasta las cuatro de la mañana iban vaciando poco a poco el Cortijo. Este año no. Botón de stop y todos para casa, incluso con los de seguridad ejerciendo de pastores de rebaño y con silbatos dirigiendo al personal.

Consecuencia de todo ello fue la saturación para salir de allí. Las colas para coger los autobuses o los taxis se prolongaron durante casi hora y media. Fer me contaba a las 5:03 que acababa de llegar a casa. "Criminal lo de terminar y cortar de golpe a las tres. 28.000 personas a la vez", me escribía. Y es que en toda la noche no pude encontrarlo. Ni a él ni a Elvira, que temiéndose lo que iba a pasar, se fue al comenzar el último concierto para no comerse la cola del bus. O sea, pagas tu entrada y te vas sin ver el último grupo por la mala organización. Capítulo aparte, las comunicaciones: ni 5G, ni 4G. Es como buscar una aguja en un pajar.

Volviendo a los autobuses y a los taxis, con la Policía Local algo nerviosa, saturada y malhumorada cuando le vino toda la marabunta que salía, canalizados todos por una única calle, una ratonera. Un peligro y un paso atrás para la organización, que ya de por sí anda señalada por pertenecer al fondo proisraelí KKR. Gente por la carretera, cruzando la carretera de Cetarsa con un tráfico que ni en hora punta se ve por ahí. Porque luego, quien vino en coche y lo dejó por la zona de la antigua Tabacalera o el Monaita, se comieron sus 40 minutos para salir por el único punto por el que se podía. 40 y gracias, porque la Guardia Civil se afanó en regular la circulación. Hubo quien perfectamente pudo echar una hora. Algunos tuvimos hasta suerte. Ya gana este festival el suficiente dinero, y tiene sobrada experiencia, como para perpetrar lo de la pasada madrugada.

Aroa Lorente, o como se la conoce, Samuraï, en el Granada Sound
Aroa Lorente, o como se la conoce, Samuraï, en el Granada Sound / Antonio L. Juárez / PicWild

A la música

Antes de todo eso ya se veía que el sábado apuntaba maneras, para lo bueno y lo malo. Desde primera hora de la tarde el cantante revelación de este verano concentró la atención de muchísimos y llenó a pesar del calor. Carlos Ares abrió la escena en su primer Granada Sound con la misión de fidelizar a una fanaticada a la que aún le quedaban muchas horas de música. Y de consumir. Recuerdo pocos años con este calorín. Por primera vez no hizo falta plantearse siquiera echarse una chaquetilla para el después. Como el fresco que suele hacer en su A Coruña natal. Cuando tocó Peregrino cómo pinchó en el corazón. Algunos seguimos de resaca emocional en algún punto entre Sarria y la Praza do Obradoiro.

Samuraï, para algunos, está ya en el imaginario colectivo de este festival. "Concierto top 5 de toda mi vida en el Granada Sound", me dice Fer. Lo cierto es que no sé por qué me fío de él, pero lo hago. Y lo cierto también es que la chica de seguridad que controlaba la entrada del foso estaba de acuerdo y no disimulaba que le estaba gustando. Haciendo su trabajo, pero se movía al son de la música de Aroa Lorente. Y de ahí, ya con muchos en subidón, se pasó a Dorian. Faena de aliño a la espera de El Sur o A cualquier otra parte, "uuuuhhh, su tema más famoso", se le escucha decir con disimulada ironía a un tal Dani Esøn, que en mi cabeza suena como Denílson, aquel que fichó el Betis de Lopera.

Que no falte el selfie con la cerveza y el vaso del 'festi'
Que no falte el selfie con la cerveza y el vaso del 'festi' / Antonio L. Juárez / PicWild

Murcia-Suecia

Del Betis no se vieron muchas camisetas. Tampoco cosas palestinas. Ni siquiera alusiones. Lo que sí se vio es mucho amarillo. Del escandinavo más en concreto. La legión de fans de los murcianos Viva Suecia fueron fieles a su cita y ellos se lo devolvieron con un potente Bien por ti para arrancar un concierto que supera al de hace dos años. Han madurado de una manera espectacular. Si quieres que tu hinchada te aliente hasta el final, asalta la cancha. Y eso hicieron el guitarrista Alberto Cantúa y el bajista Jess Fabric nada más empezar el show: bajar del escenario y alentar a todos. La orilla cerró un fulgurante arranque en un concierto donde retumbó Algunos tenemos fe o La voz del presidente, que cerró un ejercicio de potencia con reivindicación final de Rafa Val. "Viva discos Bora Bora, viva el Planta Baja, viva Granada y viva Suecia", exclamó. ¿Qué pasa en Murcia? Grupazos de música y Carlitos Alcaraz.

Mientras, las pelotas hinchables de publicidad, con las que debía jugar el público, invadían asimismo el foso golpeando a periodistas, cámaras, y casi a los grupos. Por un momento parecía el Grand Prix del Verano. Más aún si había que evitar que también te diera la cabeza caliente que manejaba con maestría David Gamero. Porque de primero de trabajar en comunicación es: nunca de pongas debajo del brazo de esa cámara.

Lo mejor es que tras Viva Suecia llegaba el mamarracheo, que se echaba de menos. Sí, Ojete Calor, con el chanante Carlos Areces y Aníbal Gómez, hicieron a todos gritar eso de "Mocatriz, Mocatriz: modelo, cantante y actriz". Un lema que motivó camisetas que imaginaban su definición en la RAE. Pero que quedó descafeinado aunque arrancaran con una versión de Bienvenidos para ganarse a la parroquia local. Parece que a la organización le moló cuando en la misma franja horaria, la penúltima, hace unos años pusieron a Ladilla Rusa. Aquello salió bien, pero claro, no son lo mismo. A tenor de la respuesta de la muchachada, hueso: se optó por aliviar y rellenar.

Marc Gili, cantante de Dorian, anoche
Marc Gili, cantante de Dorian, anoche / Antonio L. Juárez / PicWild

Siloé no es casualidad

Dos chavales vestían camisetas de Oasis. Tiene pinta de que se las pillaron de verdad en sus conciertos. Ahí, restregando. Pero, dispuestos a tirar de ensoñaciones, ¿se imaginan que a los hermanos Gallagher se les va la pinza un poco más y, por poner, hacen gira europea, y en esa incluyen España, y dentro de ella, Granada? Les pregunto. Cucho, así se llama uno, dice que se muere. Y este redactor, con él.

Siloé lo cerró a lo grande. Y muy a lo grande. O sea, para sorprender a todos y cada uno y ya ser considerados un grupo cierrafestivales. Y eso es mucho para los pucelanos Fito Robles, Xavi Road y Jaco Betanzos. Y casi que Fer Herrero, que si es por hacer patria, ahí se puso en segunda fila y solito. Y tanto, era imposible meterse ahí. Menos mal que volví a cruzarme con Lasso, Soto y compañía, con los que viví otro tipo de Granada Sound: el que va sin agenda, a pasárselo bien, a estar en un sitio y luego en otro. Y con muchas risas.

Por Siloé merece la pena pagar una entrada aunque sea para verlos solo a ellos. Sostuvieron un cierre de festival que nadie se esperaba. Reza por mi, Si me necesitas llámame, para acabar dando Todos los besos del mundo entre fuegos artificiales y saltos de los 25.000 del Cortijo del Conde. Así se acabó otro Granada Sound, al menos en lo artístico. Porque a muchos les quedaban dos horas o así para llegar a casa, como ha quedado referido. Un verano más que se va con música de la mejor, con besos, abrazos y un deseo entre los que se reencuentran. Volver a hacerlo, como sugiere Carlos Ares con Peregrino. Como escribieron Samu Barroso, Alba Romero, Laurita Taborda en aquella botella de Veña en algún lugar entre Ferreiros y O Pedrouzo.

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