Las historias de fantasmas son para el teatro
Emilio Gutiérrez Caba e Iván Massagué traen 'La mujer de negro', un clásico de la escena londinense El Teatro Isabel la Católica acoge el domingo la única representación en Granada
De noche, una mansión aislada rodeada de pantanos y un silencio estremecedor. No es el comienzo de una película de terror, sino el escenario imaginario en el que transcurre la obra de teatro La mujer de negro, que este domingo se representa en Granada de la mano de Emilio Gutiérrez Caba e Iván Massagué.
Ambos actores, el primero gran veterano de la escena española y el segundo joven intérprete con más trabajos en televisión que en teatro, no escatiman en elogios el uno hacia el otro, y eso que la conversación con ellos se produce por separado y en la distancia. "Iván pertenece a una nueva generación de actores y es un hombre muy preparado que le ha dado otro aire a la obra", sentencia Gutiérrez Caba, a quien el propio Massagué define como "un maravilloso actor y mejor persona", por lo que trabajar con él es "un honor por todo lo alto"
También coinciden los dos actores en que esta obra de misterio, basada en la novela del mismo título de Susan Hill y adaptada por Stephen Mallatratt, es una "pequeña rareza" en los teatros españoles, donde no es muy habitual representar montajes de este género, como sí lo es en Inglaterra, donde estuvo en cartel 25 años seguidos.
En esta obra "se juega mucho con los espectadores" explica Massagué, "porque no utilizamos sólo el escenario, sino también el patio de butacas, los pasillos, todo el teatro, por lo que el público va entrando en ella". "Al público le da sensación de fragilidad, sienten que el espacio se ve invadido por la acción, les crea inquietud", afirma Gutiérrez Caba, quien añade que precisamente por eso "le gusta tanto a la gente que no ha ido nunca al teatro como a los que van mucho; es una de esas obras que crean afición entre los jóvenes".
Gutiérrez Caba ya se ha metido en la piel del protagonista, Arthur Kipps, en numerosas ocasiones -"unas 800"- desde 1998, pero en esta ocasión también dirige este montaje que se representa en el Teatro Isabel la Católica, aunque la idea de hacerlo no partió de él, sino de la compañía Shakespeare and Lope. "Sopesé la idea porque como ya la había hecho como actor, podía permitirme el lujo de mirarla desde otro lado, porque además la tenía muy controlada".
Tan controlado que es la tercera vez que participa en la puesta en escena de La mujer de negro y las dos anteriores fueron "experiencias gratísimas" tanto por el hecho en sí mismo de representarlas como por los actores con los que compartió escenario -Jorge de Juan y Carlos Vicente- y quienes las dirigieron -Rafael Calatayud y Eduardo Bazo-.
En su opinión, todos ellos aportaron algo a la obra, cada uno le dio un sesgo diferente y, con el tiempo, "todos hemos crecido y también le hemos ido dando algo más". También el actor que le da la réplica en este montaje, Iván Massagué, "le ha dado otra posibilidad más". Por eso asegura que "es grato poder comprobar que el teatro no está muerto, que es una materia viva" y que todos los que participan en él le aportan cosas que lo van engrandeciendo, como es el caso de las dos voces en off que participan en este montaje: Narciso Ibáñez Serrador y Luisa Martín.
En La mujer de negro Arthur Kipps (Emilio Gutiérrez Caba) es un abogado de mediana edad que alquila un teatro y contrata los servicios de un actor profesional (Iván Massagué) para que le ayude a recrear una historia que le sucedió años atrás. En este contexto, el abogado va contando su historia y poco a poco va entrando en la actuación teatral, mientras el actor interpreta al joven Kipps cuando le sucedió aquel hecho que marcó su vida.
Aunque esta recreación de ida y vuelta, de pasado y presente, de lo real y lo imaginario pueda parecer un poco intrincada, Massagué afirma que no es así porque "es muy gráfica y está muy bien contada", algo que corrobora Gutiérrez Caba, que especifica que "tiene muchos alicientes, se puede entender como comedia en algunos casos, como drama en otros y como una historia de fantasmas en otros".
En la obra participan los dos actores, un escueto escenario y el resto del espacio teatral. Eso es lo que ve el público, pero Gutiérrez Caba y Massagué destacan la "importantísima" labor de los técnicos, que con las luces y el sonido consiguen recrear la atmósfera fantasmal en la que se desarrolla parte de la representación. "Sin ellos hubiera sido muy difícil hacerla", señala el director, que especifica que son invisibles para el público, "de ahí nuestra gratitud". En el mismo sentido se pronuncia Massagué, quien explica que aunque no sean visibles están casi a pie de escenario, lo que provoca "el sobrecogimiento del público y que sienta el miedo de cerca". Miedo y estremecimiento esperan a los espectadores.
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