"Se identificó con 'La condesa descalza', fue el personaje que más le marcó"
Carmen Vargas. asistenta personal
Nada de lo que rodeó al animal más bello del mundo puede resultar indiferente. Carmen Vargas, su asistenta personal durante los últimos 14 años de su vida, atesora secretos por los que mataría cualquier mitómano, biógrafo o cotilla. Estos días ha visitado Granada para recordar a la actriz en la presente edición del Festival de Cine Clásico de Granada, Retroback, que este año se ha consagrado a Ava Gardner. Siempre discreta, Vargas, que desde la muerte de la estrella trabaja para la familia de Gregory Peck -con el que trabajó en varias cintas como El gran pecador,Las nieves del Kilimanjaro o La hora final-, cuenta algunos detalles de como fueron esos años, cuando ella era una joven ecuatoriana de 22 años que empezó a trabajar casualmente para "miss Gardner".
-Usted trabajó para Gardner 14 años, de 1976 a 1990, cuando falleció. ¿Cómo recuerda esa etapa?
-Viví con ella unos años muy bonitos. Empecé a trabajar con 22 años, de ahí mi inocencia, porque ni siquiera sabía quien era ella. Lo descubrí cuando me invitó a que la acompañase a México. Yo veía que era muy buena, cariñosa y siempre estaba preocupada de mí, si me faltaba algo. Tenía todas las comodidades, pero me preocupaba porque hablaba mucho sola y al final eso era porque estaba aprendiendo el guión de su próxima película (risas).
-Entonces fue cuando consintió irse con ella, ¿no?
-Sí, ella me dijo que lo iba a pasar bien, que me iba a proteger. Era muy amigable con todo el mundo. Recuerdo, por ejemplo, que una vez llegué de compras y le enseñé un jersey. Me contó que había ido a visitar a una señora a una residencia de ancianos y que estaba preocupada porque pensó que las mujeres mayores tendrían frío, así que me pidió que le comprara una docena para que las repartiera allí. Era una señora a la que le gustaba compartir las cosas.
-¿Cómo empezó a ser su asistenta personal?
-Por una agencia. Entré y pregunté qué trabajos tenían y ellos me preguntaron si me gustaban los animales, porque había una señora que tenía un perrito. Yo les dije que me encantaban los perros y cuando fui resultó que el suyo mordía, esa era la razón por la que había perdido a la otra persona que tenía ese puesto.
-Pero supongo que mordería jugando...
-No, no, mordía un poco por agresividad. Pero cuando fui a hacer la entrevista no me mordió, sólo se sentó a mi lado. A mi me dio la impresión de que a ella no le gustaba que tocasen al perro. Entonces yo pensé que si cogía el empleo no tocaría el perro y miss Gardner pensó que yo era la chica que trabajaría para ella. Al año la perrita murió y ella cogió otro de la misma raza, corgi, que son los que tiene la reina de Inglaterra.
-Una mujer que recibió el apodo de 'el animal más bello del mundo', que empezó a trabajar como actriz porque un cazatalentos de la Metro vio unas imágenes que le había hecho su cuñado para su estudio de fotografía y quiso ficharla inmediatamente, que cuentan que tuvo a tantos pretendientes como amantes, ¿lamentaba la pérdida de esa belleza?
-No, ella lo llevaba bien, no se preocupaba de eso. Sólo tenía dos o tres cosas de maquillaje: un poquito para los labios y un poco para las cejas. Sobre esa cuestión siempre decía que "somos como somos" o "whatever whatever".
-Esas frases recuerdan a las que pronunciaba 'La condesa descalza': "Lo que será, será".
-Sí, yo creo que se identificó con esa película mucho y que por eso llegó a querer España. Incluso su entierro recuerda al de esa película. Cuando ella murió había una mañana bonita. Después de la ceremonia empezó una lluvia suave y la gente tuvo que sacar los paraguas. La escena era parecida a la de la cinta.
-¿Considera que ese fue el personaje que más le marcó de toda su trayectoria como actriz?
-Yo pienso que sí. Entre otras cosas, fue la primera película que vino a hacer en España y cuando conoció el país, cuando descubrió la vida aquí, quiso quedarse.
-¿Por qué se enamoró de este país?
-Le gustaba sobre todo la gente porque decía que era alegre y amable, que siempre salía, aunque fuese invierno.
-¿Y por qué, entonces, los últimos años de su vida decidió pasarlos en Londres?
-Su casa la tenía en Londres. Cuando uno se hace mayor quiere estar en un sólo sitio: no entre Inglaterra, España y América. Lo que no sé es decir el motivo por el que eligió Londres para comprarla.
-¿Cree que asociaba España con la fiesta y ella ya había cambiado?
-Claro, como todos nosotros, que de jóvenes somos diferentes y de mayores somos más tranquillos.
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