Imágenes evocadoras
Geneva Lewis cautiva al público granadino junto a la OCG en su primera visita a nuestra ciudad
El regreso de Joseph Swensen al podio de la Orquesta Ciudad de Granada este fin de semana supuso el feliz reencuentro con un director muy querido por el público granadino. El programa, de elegante coherencia estética, unió la suntuosidad lírica de Korngold con la transparencia pastoral de Beethoven, en una velada que conjugó refinamiento técnico y hondura expresiva. La presencia de la joven violinista Geneva Lewis, en su primera visita a nuestra ciudad, fue sin duda un gran valor dentro de la velada; tocando un violín Guadagnini del siglo XVIII, ofreció una interpretación brillante, contenida y de una musicalidad natural que cautivó desde el primer compás.
Joseph Swensen, principal director invitado de la OCG junto con Christina Zacharias, es ya bien conocido por los asistentes al Auditorio Manuel de Falla, y su presencia en el podio es garantía de elegancia en las formas y viveza en el carácter. Su batuta mostró nuevamente ese equilibrio entre rigor y flexibilidad que define su estilo. El programa elegido reflejaba bien su ideario: un arco entre la nostalgia de su tierra desde el exilio de Korngold – compositor centroeuropeo refugiado en los años treinta del siglo XX en el Hollywood dorado – y el canto a la naturaleza de Beethoven, quien con su música elevó lo cotidiano a la categoría de trascendente. No es casual, pues, que Swensen concibiera esta doble propuesta como un itinerario emocional desde lo íntimo hacia lo universal, del refinamiento melódico al gozo pastoral.
Erich W. Korngold, quizá menos conocido por el gran público, fue un talento precoz a quien Mahler y Strauss auguraron un destino brillante; sin embargo, los sucesos previos a la II Guerra Mundial le obligaron a exiliarse a Estados Unidos, donde encontró un nuevo sentido a su arte como autor de bandas sonoras en la efervescente industria cinematográfica del Hollywood sonoro. Su Concierto para violín en Re mayor, op. 35, compuesto al poco de establecerse en Los Ángeles, rescata temas de sus primeras bandas sonoras y los reviste de una elegancia típicamente vienesa. Más allá de su origen cinematográfico, la obra respira autenticidad y lirismo; es música nacida del corazón de un romántico tardío que nunca renunció al canto melódico ni al esplendor armónico.
OCG: Espacio sinfónico
Programa: Erich Wolfgang Korngold, Concierto para violín en Re mayor op. 35; Ludwig van Beethoven, Sinfonía núm. 6 en Fa mayor op. 68 “Pastoral”.
Orquesta Ciudad de Granada
Solista: Geneva Lewis (violín)
Director: Joseph Swensen
Lugar y fecha: Auditorio Manuel de Falla, 10 de octubre de 2025
Clasificación: 5 estrellas
El poder escuchar este Concierto para violín de Korngold fue de gran interés, no solo por ser menos frecuente en el repertorio, sino además por recibir una acertada interpretación en los atriles de la OCG. Swensen, buen conocedor del violín y su repertorio, supo elaborar un discurso orquestal bien matizado en cada sección tímbrica.
Sin embargo, quien nos deslumbró fue la solista Geneva Lewis con una versión de la obra, sencillamente, espléndida. Con una sonoridad cálida y una técnica impecable, afrontó las exigencias del primer movimiento, Moderato nobile, con una naturalidad pasmosa, equilibrando precisión y vuelo lírico. En Romanze, su arco dibujó un fraseo de transparencia mozartiana, sostenido por una orquesta que acompañó con mimo y contención. El Allegro assai vivace final, de ritmo casi danzante, permitió a la solista desplegar virtuosismo sin ostentación, siempre al servicio de la música. La serenidad con que resolvió los pasajes más comprometidos y la delicadeza de su sonido dejaron en el auditorio una impresión de madurez y elegancia interpretativa, pese a su juventud. En justo reconocimiento, recibió una larga ovación del público y de sus compañeros de la orquesta, lo que persuadió a Geneva Lewis para tocar una pieza fuera de programa: el tercer movimiento, Largo, de la Sonata para violín núm. 3 en Do mayor BWV1005 de Johann Sebastian Bach.
La segunda parte del concierto estuvo ocupara por la Sinfonía núm. 6 en Fa mayor op. 68 “Pastoral” de Ludwig van Beethoven. Bien conocida gracias a su carácter programático y a su reutilización en cine y televisión, en la batuta de Swense sonó con una vitalidad contenida, más interior que expansiva, que optó por tempi naturales y un fraseo reposado, pero sin caer en el preciosismo. Los vientos, especialmente flautas y oboes, ofrecieron una labor de precisión y color digna de mención, mientras las cuerdas mantuvieron una textura ligera que favoreció la claridad polifónica. En la Escena junto al arroyo, los diálogos entre maderas evocaron un paisaje sereno y contemplativo; en el Scherzo, la animada reunión de campesinos cobró un carácter rítmico y desenfadado; y la Tormenta surgió con ímpetu controlado, pero de gran expresividad, desembocando en un canto pastoral que cerró la sinfonía con apacible claridad. El director supo dosificar la emoción y construir una arquitectura global donde cada movimiento se integró en un discurso unitario, orgánico y pleno de sentido.
El público, que llenaba el auditorio casi por completo, reconoció con prolongados aplausos la calidad de la interpretación y la compenetración entre director y orquesta. Swensen, tras hacer saludar a todas las secciones orquestales por separado, regaló una propina en reconocimiento a la calidez y admiración con las que siempre es recibido en Granada. Como gesto de agradecimiento, preparó con los músicos de la OCG un arreglo para orquesta de cuerdas y fagotes del segundo movimiento Vivace del Cuarteto de cuerdas núm. 16 en Fa mayor op. 135, también de Beethoven. Fue, en definitiva, una velada del agrado de todos, en la que la OCG volvió a demostrar su madurez artística y su capacidad para afrontar repertorios tan distintos con solvencia y sensibilidad.
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