JUAN CARLOS RODRíGUEZ escritor Y CATEDRÁTICO EMÉRITO de literatura

"Los ingleses fueron los primeros que se tomaron El Quijote en serio"

  • El catedrático ofreció una charla magistral en la que aseguró que siempre hemos entendido mal a este personaje que no estaba loco, sino que era congruente con su código mental

Juan Carlos Rodríguez ha desgranado a Cervantes y a su personaje más famoso en una conferencia magistral donde destacó aspectos poco conocidos del hidalgo manchego y de su autor, enmarcándolos también en el contexto de la literatura del Siglo de Oro.

-¿Es difícil atraer la atención masiva sobre Cervantes?

-No demasiado. El Quijote tiene imán. Siento decirlo, pero los ingleses fueron los primeros que se lo tomaron realmente en serio. La burguesía inglesa necesitaba un 'género nuevo', donde reconocerse y que la retratase, y a ese género que era a la vez tragedia y comedia lo llamaron novela, descubrieron que su padre era Cervantes y se dedicaron a imitarlo.

-Un aspecto poco conocido...

-Pero facilísimo de comprobar. Henry Fielding, uno de los mejores autores del XVIII británico, concibió su novela Joseph Andrews escribiéndola 'a la manera de Cervantes', como nos dice literalmente en el subtítulo. Igual ocurre con el magnífico Laurence Sterne y su genial obra Tristram Shandy, donde a Cervantes se le cita prácticamente cada dos páginas, se le llama maestro, etc. Y así hasta Dickens e incluso el comienzo del Ulysses de Joyce. En la España de los Austrias, una corona sometida al Vaticano y a la Inquisición, el Quijote o era un mero libro de burlas o era incluso menospreciado por un jesuita como Gracián. Entonces los jesuitas imponían la Norma literaria, como ya escribí alguna vez. Y hasta 1905 no se celebró el primer centenario del Quijote. Hay que tener en cuenta los avatares oscuros que El Quijote sufrió en España, desde la aparición de la Segunda Parte en 1615.

-Usted ha señalado alguna cuestión más en este sentido.

-Tan obvia como que en el extranjero la cultura española es conocida sólo por Cervantes y Lorca o por Velázquez y Picasso.

En el ámbito científico, que es ya más de especialistas, sí se reconocen además los trabajos sobre la célula de Ramón y Cajal y, dentro de la investigación sobre la cadena genética, alguna vez alguien se acuerda de que Severo Ochoa también había nacido en España, aunque su formación plena se desarrolló en Estados Unidos, como se sabe. Aquí dentro, pensar, escribir o investigar sigue siendo llorar. Y eso abarca todas las prácticas artísticas, desde la música al teatro, el cine y la cultura. Evidentemente, si no hay enseñanza primaria, ni media ni universitaria ¿adónde vamos? Se suele decir que sin un cambio en la educación no se puede avanzar en las relaciones sociales, pero que sin un cambio en las relaciones sociales no se puede avanzar en la educación. Y lo estamos viendo a las claras. Fíjate en Cervantes y Lorca: Lorca no tuvo su primer éxito teatral hasta 1933 (con Bodas de sangre) y Don Quijote nace con 50 años… A veces me pregunto si Lorca no es tan famoso porque los fascistas granadinos lo mataron en el 36. Y si a Don Quijote no se le sigue considerando un fantoche medio loco.

-¿Estaba loco Don Quijote?

-¡Qué va a estar loco! Sencillamente es congruente con su código mental. Se trata de un hidalgo pobre que ve que los nobles mandan por todas partes y no sólo en los libros de caballerías. Sancho lo único que le viene a decir es que los nobles no tienen sangre azul ni son especiales por sus orígenes. Sancho se lo repite varias veces a su mujer, Teresa, y a don Quijote. ¿Están locos los nobles o los reyes por creer que tienen sangre azul? Lo que tienen es un código mental que les hace creerse superiores, ser caballeros, mientras los demás somos villanos. Don Quijote quiere ser un caballero también, pero no quiere ser la Reina de Inglaterra.

-Entonces ¿hemos entendido mal El Quijote?

-Sí, lo hemos entendido mal. Desde los románticos se forjó la idea de que Don Quijote era lo trascendental, lo ideal, que era el gran soñador, etc. Mientras que Sancho, por ser labrador era pragmático y pegado a la tierra sin ideal alguno. Lo malo es que Ortega y Unamuno en ese primer centenario del siglo pasado seguían creyendo en eso y lo difundieron por todas partes.

-¿El Quijote es el símbolo del espíritu español?

-Ni Cervantes ni Shakespeare eran símbolo de lo español y de lo inglés porque eso no existe. Por mucho que los nacionalistas herederos de Pujol se crean que existe el espíritu catalán; tampoco existe el espíritu vasco o andaluz. Con tanto espíritu estamos convirtiendo ésto en una película de cazafantasmas. Lo que sí existe es una historia social y literaria de España y de Inglaterra y ahí Cervantes y Shakespeare son fundamentales.

-Usted ha escrito un libro sobre El Quijote.

-Sí, en el capítulo IX de la primera parte, Cervantes aparece en su obra comprando su libro en el mercado de Toledo. Por eso yo titulé mi texto El escritor que compró su propio libro. Para leer el Quijote. En realidad, este libro lo fueron escribiendo mis clases y las reacciones de mis alumnos durante diez años o más.

-Y obtuvo un premio.

-Y además con una historia curiosa: ese Premio Josep Janés de Ensayo Literario, que lógicamente se otorgaba en Barcelona, tuvo una sola convocatoria. De modo que soy el primer y único Premio Josep Janés que existe. Me satisfizo mucho porque el presidente del jurado era Vázquez Montalbán y el secretario, el editor Constantino Bértolo que intentaba salvar esa colección de ensayo de la editorial Debate. Pero Random House se comió todo el asunto, como ahora se han comido a Random House. Afortunadamente, llegué a un acuerdo con la editorial Comares, donde el libro se reeditó en 2013, en la colección Guante Blanco.

-¿En qué momento creativo se encuentra ahora?

-Creo que bueno. La editorial Marcial Ponsacaba de publicarme hace un par de meses un libro digamos bastante serio al que he titulado Para una teoría de la literatura (40 años de historia). Ha sido un trabajo muy duro, pero me siento francamente satisfecho. Y a la vez he publicado un libro más ligero, con el título de El bolero y el tango (O cuando los cuerpos hablan), que también acaba de salir a la calle.

-¿Alguna anécdota divertida de su lectura del Quijote?

-Siempre me gusta contar las mentiras que les largó Don Juan Valera a los nobles rusos que le acompañaban en un viaje diplomático hasta Moscú, a mediados del XIX. Valera, gran cervantista, estaba tan harto de esos nobles rusos que presumían de su caviar que les llegó a decir que en España comían caviar hasta los campesinos de la Mancha allá en el XVII. La mentira de Valera es como para mondarse de risa, si no hubiera algo triste por debajo. Valera nos remite al pasaje de la Segunda Parte en que Sancho se tropieza con su amigo y vecino el morisco Ricote, que viene desterrado y disfrazado junto a unos falsos frailes alemanes. Éstos fingen que están perseguidos por los protestantes para sacar dinero aquí en España. Se sientan en el campo, sacan vino y caviar que traen los alemanes y que Ricote dice que es bueno porque despierta la sed. Sancho se asombra de que el morisco beba tanto vino como los falsos frailes, pero ese es el pasaje en que Ricote dice de él y los moriscos exiliados: 'Doquiera que estamos, lloramos por España'. Valera cuenta lo del caviar pero ni él ni Cervantes aluden a esa expulsión de los moriscos bajo Felipe III. Esta es la parte triste.

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