"La ingratitud hacia el que ha prestado buenos servicios se repite en España"

José Calvo Poyato. Escritor

El novelista, que acaba de publicar la novela 'El Gran Capitán' sobre la vida del militar y político, ofrece esta tarde una conferencia dentro de los actos con motivo del V centenario de su muerte.

"La ingratitud hacia el que ha prestado buenos servicios se repite en España"
G. Cappa Granada

16 de abril 2015 - 05:00

Gonzalo Fernández de Córdoba tiene un lugar en la Historia al lado de Julio César, Sun Tzu, Clausewitz o Napoleón. El militar, de quien se cumplen cinco siglos de su fallecimiento en Loja, cambió para siempre el arte de la guerra y consiguió humillar a las tropas francesas en batallas como la del Garellano. Quizás por eso, con esa espina clavada durante siglos, desenterraron los restos del genio militar en el Monasterio de San Jerónimo de Granada durante la Guerra de la Independencia para, dicen, tirarlos al río Darro. El escritor y historiador José Calvo Poyato acaba de publicar El Gran Capitán (Plaza & Janés), una novela sobre el segundón de una familia que encumbró un imperio y que pasó a la posteridad como uno de los grandes estrategas. Calvo Poyato ofrece esta tarde una conferencia sobre Fernández de Córdoba en el Ayuntamiento (20:30 horas) y la semana que viene presenta su trabajo en el marco de la Feria del Libro.

-Mariana Pineda y, ahora, el Gran Capitán, protagonizan sus dos últimas novelas. ¿Se ha instalado literariamente en Granada?

-El Gran Capitán es muy granadino, pero es cordobés de nacimiento y de formación. Hace 500 años que falleció y hay ciertos aspectos de su vida, más allá de las grandes campañas en Italia, como es su vida una vez que se retira. Precisamente entre Loja y Granada vive los últimos años de su vida, momentos marcados por la ingratitud de un rey al que ha servido con una lealtad extraordinaria. Ese ocaso de su vida una vez que vuelve de Nápoles me interesaba de forma muy particular, por lo que la novela comienza en 1512 con la batalla de Rávena, que supuso un terremoto y propició que el rey tuviera que tomar decisiones en contra de su voluntad.

-¿Con el Gran Capitán se repite eso de "que buen vasallo si tuviera buen señor"?

-Yo no defiendo eso de que la historia siempre se repite y que no hay nada nuevo bajo el sol, en todo caso se repiten ciertas situaciones, pero eso de la ingratitud hacia el que ha prestado buenos servicios es algo que en España se repite a lo largo de los siglos.

-En la novela se apunta la amistad entre Gonzalo Fernández de Córdoba y Boabdil. ¿Este dato muestra a un hombre con amplitud de miras y adelantado a su tiempo?

-Gonzalo nace en 1553, un año muy significativo porque algunos lo toman como referencia para clausurar la Edad Media con la conquista de Constantinopla por parte de los turcos. Él nace en una zona fronteriza entre la Corona de Castilla y el Reino de Granada, es un lugar en el que la gente tiene que ser dura, tiene que estar predispuesta a que en cualquier momento llegue una razzia del otro lado. Nace en un mundo en el que la presencia del Islam está muy presente. Cuando comienza la guerra de Granada en 1481 él ya es un hombre maduro y entabla una relación con Boabdil que se mantiene durante todo el conflicto. Los Reyes Católicos ayudan a Boabdil para azuzar el conflicto interno del reino nazarí y el Gran Capitán canalizará esto. De hecho, entra en Granada frecuentemente en la ciudad disfrazado para llevarle recursos a Boabdil.

-Siempre se destaca su papel en las Capitulaciones, ¿se sintió traicionado por el rey cuando los puntos de este acuerdo fueron sistemáticamente violados?

-Los Reyes Católicos pidieron rehenes durante las conversaciones y Boabdil envió a sus hijos, lo más querido que tenía, pero especificó que tenían que quedar al cuidado de Gonzalo Fernández Córdoba. Yo creo que después se sintió mal cuando vio cómo se incumplían sistemáticamente las Capitulaciones en las que tomó parte activa. Creo que ahí le quedó una espina de pesar.

-¿Qué palabra define mejor a este personaje?

-La lealtad.

-¿Esta lealtad tiene ese halo romántico del caballero perfecto?

-Gonzalo, como muchos otros jóvenes, se ha formado en la primera corte de Isabel la Católica, cuando todavía se está en guerra con Juana la Beltraneja, son personas que responden a ese ideal caballeresco de novelas como Amadís de Gaula. Ellos se ha educado en las formas de la caballería, donde la lealtad, la honradez y la defensa del débil son elementos fundamentales. No recibió la respuesta que merecía por parte del rey. Gonzalo Fernández de Córdoba fue un segundón en su familia, pero su propia personalidad se impone a su destino, y quien le va a ayudar va a ser la reina Isabel.

-El personaje que comienza narrando la historia, Diego García de Paredes, apunta al comienzo de la novela que Isabel fue el alma del imperio que se forjó durante esos años. En la serie de televisión se llega incluso a apuntar una relación entre la reina y el Gran Capitán que va más allá del amor platónico...

-Son interpretaciones que tienen poco sentido. Yo no me planteo eso, el código de honor al que responde Gonzalo y la propia reina deja poco margen a relaciones de este tipo, aunque es cierto que podía haber un gran afecto. La relación sentimental es muy peliculera pero no responde a una realidad. Hay quien dice que la animadversión de Fernando el Católico provenía de esta relación, pero lo cierto es que tenía celos porque era un personaje más popular.

-En el quinto centenario de la muerte de Isabel la Católica se organizaron grandes fastos en Granada. Salvando las distancias entre ambos personajes, ¿por qué cree que la figura del Gran Capitán está pasando tan desapercibida?

-El Museo del Ejército está preparando una gran exposición en Toledo. En Granada hay cosas, aunque lo cierto es que es un personaje perfecto para una de esas grandes superproducciones de Hollywood. Es un personaje excepcional, revoluciona el concepto del arte, de la guerra.

-Las revistas que dedican monográficos a los grandes generales de la Historia ponen al Gran Capitán al nivel de Napoleón o Julio César...

-Fue el primero en darse cuenta de que la infantería, que era algo auxiliar hasta entonces, podía ganarle a la caballería. Probablemente sea hasta más grande en este sentido que los que ha citado, cambia el concepto de la guerra y ataca cuando le conviene, cuando las circunstancias están a su favor. En la batalla del Garellano hay una gran nevada y viste a todos sus soldados con capotes blancos, con lo que eran invisibles en la nieve.

-En la novela hay personajes que se sorprenden de que Fernández de Córdoba invite a su mesa a músicos, poetas e incluso cómicos de la legua. ¿De alguna manera introdujo el Renacimiento en España?

-Dicen que a estos artistas, algunos de los cuales habían estado en la corte, les preguntaba cuánto les había pagado el rey para pagarles él más. Es el segundón de una familia que crece en un mundo rural y hostil, pero entra en Roma como los grandes generales de la antigüedad, el papa le recibe con el máximo reconocimiento, las grandes familias se disputan su presencia en las fiestas... Acaba convirtiéndose en un príncipe refinado y en Loja crea una pequeña corte que recuerda a las de los príncipes italianos, protegiendo como un mecenas a los artistas.

-Introduce en la trama elementos mágicos como una carta astral que predice cómo va a ser su vida. ¿Sandro Rey podría haber vivido con comodidad en la España de hace cinco siglos?

-Gonzalo era un hombre profundamente supersticioso, de hecho siempre quería pelear los viernes. Lo de la carta astral es un elemento novelesco, pero de alguna manea refleja el respeto que tenía por las cosas de este tipo. Había una astrología judiciaria que atraía a todas las grandes personalidades del Renacimiento, incluidos los papas. En aquella época se daba a la astrología un carácter científico, tenían el convencimiento de que los astros y su posición tenían una gran influencia en las personas.

-Al final de libro, en las notas del autor, dice que el pasaje de las cuentas del Gran Capitán son producto de la leyenda en la forma en que ha llegado hasta nosotros. ¿Cómo fue realmente este episodio?

-Fue virrey de Nápoles y tenía que rendir cuentas, que se pueden ver en el Archivo de Simancas. Rindió unas cuentas milimétricas y dio cuenta del dinero recibido, cómo lo había gastado, de las gestiones que había tenido que hacer... Gonzalo rinde cuentas enfadado por la altivez que tienen con él y ya los cronistas del siglo XVI que se preocuparon por su figura, como Paulo Jovio, dicen que sacó un cuadernillo en el que tenía detallados los gastos, a partir de lo que surgió esa frase en la que le afea al rey que le pidiera cuentas de esa manera a un hombre que le había dado un reino.

-En esa gran producción 'hollywoodiense' que se podría hacer sobre el Gran Capitán, ¿el rey Fernando tendría el papel de villano?

-El gran temor del rey era que Gonzalo se proclamara rey de Nápoles. De hecho, manda al alcaide de La Peza que lo vigile porque dice que ha recibido noticias de que se iba a embarcar rumbo a Italia en un puerto de las costas del Reino de Granada. Parece que el alcaide le dice al rey que no tiene elementos para sospechar de él, pero la verdad es que cuando fue virrey demostró tener una personalidad muy fuerte; hay un detalle muy curioso, y es que los reyes le dicen que tiene que expulsar a los judíos de Nápoles, una orden que desobedece.

-¿Cómo se casa la lealtad con tener iniciativa propia?

-Hay otro elemento, porque su familia, que tuvo grandes polémicas con el conde Cabra pese a proceder del mismo linaje, se caracterizó por proteger a los judíos y a los conversos. Eso lo aplica luego en Nápoles.

-En la novela recoge elementos de la vida cotidiana de la época, como la creencia de que consumir cantárida potenciaba la capacidad sexual del hombre. ¿Era la viagra de la época?

-Fernando, cuando muere Isabel, se casa con doña Germana de Foix; por entonces ya tenía 60 años y su esposa veintipocos, con lo que necesitaba más vigor sexual para cumplir maritalmente. Otro vigorizante sexual de la época era comer criadillas de toro y dicen que Fernando el Católica se pegaba auténticos atracones con tal de dar satisfacción sexual a su joven esposa.

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