Jazz en la Costa vendió todas las entradas y dejó momentos inolvidables

El programa ha dado cabida a diferentes estilos y representa unos ingresos de un millón de euros para la ciudad sexitana

Rhythm and blues en familia

James Carter.
James Carter. / Rafael Marfil
Rafael Marfil

29 de julio 2025 - 13:16

Jazz en la Costa, el Festival Internacional de Almuñécar, se acerca a los 40 años de edad. Es uno de los más antiguos del circuito, aunque durante las últimas décadas se han multiplicado los eventos de este tipo que, a veces, combinan otras músicas con la esencia de lo que se considera jazz. Su carácter abierto e integrador de tendencias, durante los últimos años, hace posible que se sumen a esta propuesta muchos aficionados al funk, al blues, al soul, al flamenco y a géneros que siempre tienen una conexión, en sus fundamentos, con la música afroamericana. Esa estética sonora, aunque hoy día pueda parecer minoritaria, transformó definitivamente las bases de la música del siglo XX, y sobrevive al tiempo con la fuerza de sus inicios.

El festival vendió los abonos en días. Después, mucha gente se ha encontrado las entradas agotadas cuando ha intentado asistir a alguno de los conciertos. No hacen falta cifras. Ya que sabemos que, cada año, son miles de personas las que deciden invertir su tiempo en unas vacaciones vinculadas a la cultura, disfrutando de un lugar tan especial como El Majuelo, el jardín botánico y entorno patrimonial que fue referencia por su producción de salazón durante el imperio romano. Por si hicieran falta datos, los asistentes han sido más de 6000, con una ocupación del 100%, ampliando el aforo todo lo que la normativa de seguridad permite. Bajo el cielo sexitano de julio, y en ese entorno de palmeras y vegetación tropical, el festival de 2025 será recordado, como en años anteriores, por algunos momentos memorables. Ese carácter abierto e intercultural se refuerza, además, por el alto porcentaje de personas extranjeras que, vinculadas a la costa, asisten cada año.

Chano Domínguez.
Chano Domínguez. / Rafael Marfil

El pianista gaditano Chano Domínguez, junto al contrabajista norteamericano Christian McBride, recibieron la medalla de la ciudad, de manos del alcalde de Almuñécar, Juan José Ruiz, y de su concejal de cultura, Alberto Manuel García, firmando para la posteridad en las baldosas del Bulevard del Jazz del parque sexitano. El retorno de inversión, para los que duden del valor de un evento así, tanto en ingresos directos como indirectos, se sitúa en torno al millón de euros.

Escuchar jazz

El jazz es una música que, de inicio, no se deja abrazar fácilmente. Es un reto de escucha, serenidad y sensibilidad. No ofrece, en muchas ocasiones, un producto precocinado, preparado para consumir, como sucede en otros géneros. Eso define un perfil de público, autoexigente, decidido a explorar, a ponerse a prueba en cada sesión. Aunque fue una música moderna, pensada para el baile en la década de los años 30 y 40 del pasado siglo, se fue intelectualizando y fue construyendo una estética más compleja, pero apasionante. Es toda una escuela vital.

Christian McBride
Christian McBride / RM

Así, quien piense que las críticas que hemos publicado en este periódico se centran solo en una descripción técnica de la música, se equivoca. Si alguien siente que no le interesa el jazz y que no quiere asomarse a ese universo, es que no ha entendido nada de lo que aquí se ha querido contar. Lo importante, siempre, es la dimensión humana, las personas. Es el viaje conjunto que hace una tribu, como la definía el contrabajista Christian McBride, para luchar contra las adversidades de la vida, para sentir de forma individual y conjunta. Por eso, en los análisis de conciertos, hay tantos nombres propios, tanta humanidad.

San Cristóbal

Almuñécar es, desde siempre, el lugar vacacional de referencia de la costa granadina. El destino habitual de las vacaciones de muchas personas, aunque, hoy día, hay quien prefiere otras latitudes y otras actividades, lo que es muy respetable. Su opción como destino viene hermanada con el resto de localidades granadinas que se asoman al Mediterráneo. Nunca fue Málaga ni Almería, que son alternativas diferentes. Hay quien piensa que aglutina a demasiada gente en verano, pero estamos los que sentimos que eso no es un problema, sino una oportunidad. Y el encuentro de la afición al jazz durante el festival es un ejemplo. En la web de Jazz en la Costa se habla, de forma específica, de la playa de San Cristóbal, esa bahía en el oeste de Almuñécar que ha visto cómo algunos de los grandes tocaban su saxo en el paseo en años anteriores, como un músico callejero, como el caso de James Carter, el músico cuyo concierto ha sido, en esta edición, uno de los mejores que se recuerda.

Avishai Cohen
Avishai Cohen / RM

San Cristóbal es el sitio donde se pasan unas horas de playa antes del concierto, donde paseó Stan Getz con algún amor que silenciaremos, donde el acuarelista Geoffrey Wynne retrata, muy atento a la luz, la belleza de una mañana de playa, enamorado de la costa granadina. Es el sitio donde pasó unos días el actor David Niven, retratándose junto a su segunda esposa, Hjördis Paulina Genberg, con el fondo del viejo hotel Sexi, en 1956. El que participó en algunas películas memorables del viejo Hollywood, como Rebelión a bordo, Cumbres borrascosas, 55 días en Pekín o La pantera rosa, demostraba en esa imagen que había vuelto a la vida, tras la tragedia sucedida a su primera esposa, fallecida en un accidente mientras jugaba al escondite en la casa de Tyrone Power. Y es que, San Cristóbal, como otras playas granadinas, alberga esos secretos, siendo el lugar donde nuestro sentir se asoma al mar, buscando siempre el consuelo de la belleza. Quizá, superando el dolor y fabricando nuevos sueños.

Hay lugares más idílicos en el mundo, pero no hay duda de que se trata de un paraíso que siempre está muy cerca. En ese contexto, la edición del festival en el verano de 2025 ha ofrecido algunos momentos para el recuerdo. Con el permiso de la sesión histórica de Carter, digna de transcribir en cualquier escuela de jazz, quizá los minutos más especiales los protagonizó un romántico, el pianista Benny Green, del combo de McBride, que regaló a su señora una interpretación extraordinariamente sensible de That’s all. También, el bis Remembering, del contrabajista israelí Avishai Cohen, nos llevó a esa melancolía que hay que saber dosificar en dosis justas, para que no te atrape para siempre. Por lo demás, los cantantes de soul y blues que abrieron y cerraron el festival, siendo buenos músicos, no dejaron huella, pero es imposible que cada concierto sea histórico.

Cada vez que se cierra el festival de la Costa es como sentir aquello del fin del verano, aunque todavía estamos en su ecuador, pero es la despedida de quienes nos encontramos en El Majuelo para poner en común nuestra inquietud cultural y personal. Y es el arte, justamente, lo que nos hace más humanos. Ojalá que el Ayuntamiento de Almuñécar y la Diputación granadina tengan siempre la voluntad de este sustento, que hace posible obtener, además de sensaciones, las imágenes para el recuerdo de Andrés Castillo o Pepe Torres, entre otros muchos fotógrafos que plasman con su mirada esa estética tan peculiar de los conciertos. También, al hacer balance, hay que reconocer siempre la apuesta de su director, Jesús Villalba, por este festival, junto al equipo de profesionales de excelencia, como la directora de Granada y Busquístar, Mariche Huertas, y Antonio Miguel Arenas, Julio Bolívar y resto del equipo de producción. La próxima cita con el jazz será en la Alpujarra, del 7 al 9 de agosto.

Han pasado décadas desde que muchos hemos aprendido de los grandes músicos que han actuado en El Majuelo. Además, como es el caso de quien ha elaborado estas críticas, arropado siempre por la sabiduría de los que han peleado siempre en estas trincheras, como el crítico musical Juan Jesús García, maestro y amigo, con el que se comparte, en estos festivales, la lucha por el instante decisivo en la fotografía, la pelea contra los focos y el nerviosismo de los músicos, rodilla en tierra; la defensa de nuestra condición de nikonistas, resistiendo frente a la competencia de otras marcas, además del constante reto de identificar canciones y comprender los títulos en inglés. El humor como forma de enfrentar la vida y, sobre todo, el respeto a los profesionales, como fue mi caso desde la primera crítica y la primera fotografía, hace mucho tiempo, con el vértigo de escribir sobre algo tan complejo como el jazz. Por esa razón, nuestras reseñas han estado repletas de menciones a tantas personas aficionadas con las que se construye cultura y comunidad. Esperamos disfrutar 100 años más de esta oportunidad para encontrarnos a nosotros mimos. Eso es siempre la música.

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