José Ramón Ripoll: “Manuel de Falla ha sido un faro para los artistas del siglo XX”
El escritor y periodista ha publicado la huella del músico y de toda una generación de músicos, poetas y artistas que marcaron la cultura española desde finales del siglo XIX hasta el exilio tras la Guerra Civil
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El escritor y periodista José Ramón Ripoll ha publicado El árbol sonoro de Manuel de Falla. Bosquejos de una regeneración, un volumen editado por el Instituto Cervantes dentro de la colección Mina de Pasatiempos. En sus páginas, el autor recorre la huella de Manuel de Falla y de toda una generación de músicos, poetas y artistas que marcaron la cultura española desde finales del siglo XIX hasta el exilio tras la Guerra Civil. A través de artículos previamente aparecidos en la revista Rinconete, Ripoll dibuja un mapa en el que se entrecruzan nombres como Barbieri, Granados, Albéniz, Pedrell, Turina, los hermanos Halffter, Alberti, Bacarisse, Lorca, Gerhard, Mompou o Montsalvatge, todos bajo la sombra inspiradora de Falla.
— Usted y Manuel de Falla comparten un origen gaditano y una vida dedicada a la música. ¿Por qué eligió precisamente las obras de Manuel de Falla como objeto de su investigación y qué lugar ocupa el maestro en su propia vida?
— Desde mi niñez he venido teniendo un contacto directo con la música, aunque mi territorio verdaderamente creativo sea la poesía. Estudié en el Conservatorio de Cádiz, que hoy se llama Manuel de Falla, pasaba casi diariamente por la casa natal del compositor y muy pronto, en el teatro que lleva su nombre, escuché parte de su obra, que desde un primer momento me sedujo, tanto por su capacidad ensoñadora como por su riqueza expresiva. Me preguntaba cómo alguien tan cercano a mi entorno, con quien compartía luz y paisaje, fue capaz de traducir esos elementos comunes en algo tan puramente personal. Con el tiempo, esa primera seducción de carácter local fue ensanchándose hasta convertirse en una de mis grandes pasiones.
Pregunta.— El próximo año se conmemoran los 150 años del nacimiento del maestro. ¿Usted cree qué la creación musical de Falla sigue teniendo plena vigencia en la actualidad?
Respuesta.—Por supuesto, cada vez es más evidente que su aportación creativa, no solo genera producciones contemporáneas, sino que despierte un gran interés entre quienes se acercan a la música. Hay muchos aspectos en la obra de Falla que lo hacen clásico y moderno a la vez.
P.—¿Cuál considera que ha sido la influencia de Manuel de Falla en la cultura española y cómo valora su papel como catalizador de aquel proceso de regeneración artística iniciado en el siglo XIX y prolongado en el XX gracias a compositores y creadores de distintas disciplinas?
R. —Falla ha sido un faro para los artistas del siglo XX, no solo para los músicos sino para todo tipo de creadores empeñados en encontrar un camino expresivo hacia el futuro sin abandonar lo mejor de nuestro pasado. Estoy seguro que sin iluminaciones como la suya la cultura española de su tiempo hubiese permanecido estancada en cierto casticismo. Sus ideas renovadoras se expandieron a otros campos porque él consideraba la música como algo más allá de la partitura o la sala de concierto: era la raíz sonora de una forma vital, el "canto primitivo" y a la vez renovador de una sociedad que mira al futuro sin perder sus orígenes.
P.—Su libro se articula en tres grandes secciones, cada una precedida por un fotomontaje que refuerza la dimensión visual y estética de la obra. Estas imágenes, acompañadas de versiones en color, enriquecen la lectura al enmarcar los textos en un contexto gráfico que complementa la narración. ¿Por qué eligió esta estructura y qué función quiso otorgar a los elementos visuales dentro del conjunto?
R.—Las imágenes, que han sido cedidas por el Archivo Manuel de Falla, menos un par de ellas, que pertenecen al Archivo Fundación y al Centro Federico García Lorca de Granada, enriquecen la publicación en cuanto ilustran el texto con algunos de los personajes que aparecen en la narración, sin olvidar nunca que la figura central es Falla. Elegí esas fotografías por su valor histórico y estético a la vez. En cuanto a lo tres bloques de artículos, señalados en romano, responden a tres periodos importantes en la vida del compositor y en la música española. Podría decirse que los tres apartados responden a los antecedentes y compañeros generacionales de Falla, a su obra creativa junto a la de Turina y a su influencia en el proceso renovador de la cultura que se inicia con la Institución Libre de Enseñanza y, aunque truncada tras la guerra civil, llamea en el exilio y en el interior, como en los casos de Gerhard, Rodolfo Halffter, Joaquim Homs o Montsalvatge.
P.—Lleva más de veinte años escribiendo sobre Manuel de Falla y ha publicado más de un centenar de artículos dedicados a él. ¿Considera que ya ha investigado lo suficiente sobre su obra y legado, o aún quedan líneas de estudio que le gustaría seguir desarrollando?
R.—Yo no soy un investigador sensu stricto, pues en mi vida me he dedicado más a divulgar o a intuir que a estudiar a fondo. El personaje y la obra de Falla han sido abordados desde distintos puntos de vista por parte de muchos musicólogos nacionales e internacionales, pero conforme pasa el tiempo, las nuevas generaciones están dotadas de nuevas herramientas que le permiten hacer una lectura nueva y un estudio comparativo diferente. Creo que la indagación en Falla, como en cualquier otro artista, es inagotable, y por supuesto seguiré atento a cualquier propuesta innovadora.
P.—En su opinión, ¿cuál es el verdadero legado que Manuel de Falla ha dejado a la cultura y a la música?
R.—Separar cultura y música es imposible. Solamente la escucha de la obra de Falla nos ofrece una rica y variada gama de color, formas y recursos expresivos jamás lograda anteriormente en la música española. A pesar de su limitado catálogo, dicha obra no tiene limitaciones. Su estilo, aunque plenamente enraizado en una tradición sonora, nos muestra un sinfín de posibilidades conforme el músico va evolucionando e incorporando a su voz nuevos hallazgos y técnicas de cuanto ocurre en Europa. Al tiempo, toda esa inquietud impulsó a una serie de poetas y artistas a crear bajo una nueva luz y a formar parte de su "árbol sonoro" y la regeneración de la cultura.
P.—El libro reúne más de un centenar de artículos que usted publicó en la revista Rinconete a lo largo de casi dos décadas. ¿Qué le llevó a recopilar ahora estos textos en un solo volumen y cómo fue el proceso de selección?
R.—Llevo un cuarto de siglo colaborando con artículos sobre música española e iberoamericana en Rinconete, el periódico virtual del Instituto Cervantes, y les propuse a sus responsables hacer selección de ellos, en forma de libro, dedicada a Manuel de Falla y a todo los que, de alguna manera estuvieron cerca de él (Pedrell, Granados, Albéniz, Juan Ramón Jiménez, Turina, los hermanos Halffter, Lorca, Alberti, Gerardo Diego o Rosa García Ascot, entre muchos otros). A los responsables de la institución les pareció buena idea y así nació este volumen, inaugurado por un generosísimo prólogo del director de Instituto Cervantes, Luis García Montero, y unas precisas palabras de la directora de Cultura, Raquel Caleya. Es un libro que puede leerse artículo por artículo de principio a fin o de forma arbitraria, a gusto del lector.
P.—Usted presenta a Manuel de Falla como un puente entre la tradición y la modernidad. ¿Cómo cree que logró conciliar esas dos dimensiones en su música?
R.—Falla escogió de la tradición todo aquello que le ayudaba a escuchar el pasado con oídos del presente, al tiempo que desechaba cuanto podía condenarlo a la inmovilidad. Tuvo a Felipe Pedrell como maestro, y a él le debe en gran medida esta manera de rastrar esa tradición liberada que, como un río subterráneo no deja de cantar en su eterno fluir. Falla aprendió a escucharla, al tiempo que miraba al futuro, abría ventanas y dejaba que esos cantares respiraran otros aires y regaran otros campos, invitando a muchos coetáneos a abdicar de ciertas actitudes casticistas y a conocer otros medios de avanzar en el tiempo sin abandonar del todo las raíces.
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