Las latitudes del arte eterno
Críticas
El centro Damián Bayo, de Santa Fe, acoge la nueva muestra del chileno Guillermo Muñoz en la que se adentra en los entresijos del buen realismo
Siempre me ha parecido que lo que se realiza en torno a lo artístico en el Centro Damián Bayón de Santa Fe es tremendamente importante y complementa el buen conjunto expositivo que existe en Granada. Se trata de un espacio de infinitas posibilidades museológicas; los proyectos expositivos que allí tienen lugar poseen calidad y están muy bien sustentados conceptualmente. Hasta la institución que se levanta en una esquina de la plaza de la histórica localidad granadina han llegado muy buenas muestras de artistas significativos; artistas de aquí y de allá; autores jóvenes y con profunda y amplia trayectoria, creadores natos que imponen una máxima potestad creativa. El Damián Bayón es, pues, un centro muy a tener en cuenta; un espacio expositivo abierto y con absoluta proyección, bien dirigido y con una programación que marca los más amplios estamentos de la creación. Por eso, creemos que es un centro que ha de ser considerado y valorado. Lo que hasta allí llega nunca nos va a dejar indiferente.
En este magnífico desarrollo expositivo llega una muestra que cumple con todos los planteamientos fundacionales de este Instituto de América. Un artista nacido en Chile, nacionalizado español y residente en esa espectacular villa de Chinchón; un pintor de raza que se abre a los postulados de un clasicismo pictórico con la fortaleza creativa de un concepto artístico moderno y lleno de entidad. Y es que Guillermo Muñoz Vera (Concepción, Chile 1956) es un pintor de gran pureza, conocedor de la técnica eterna de la pintura y ejerciente de un realismo donde se contiene todo lo bueno de la gran pintura de siempre. Porque Guillermo Muñoz Vera está en posesión de una máxima intensidad pictórica. Sabe introducirse en los entresijos del buen realismo, ese que es veraz, que se asienta en lo que es artísticamente auténtico, en la técnica generadora de lo bueno, de lo que ha sido creado con las máximas formulaciones de una plástica totalmente sustentada en el conocimiento y en el poder de la forma artística.
La exposición es un ejercicio supremo de pintura narrativa. El artista se sitúa en los periplos viajeros de Magallanes y Elcano. Desde ese primer concepto, se formula todo un amplio abanico de poderosas instantáneas sobre lo más mediato y lo más inmediato de aquellos acontecimientos que tuvieron lugar en un mundo dispuesto para nuevos y felices encuentros. La obra de Muñoz Vera es un compendio de gran pintura figurativa. Por sus obras pasa todo el entramado pictórico realista. El espectador se encuentra, aparte del claro sentido conceptual, con una amplísima programación de pintura de verdad. Todo el espacio realista tiene lugar en sus obras. En ellas el trabajo pictórico se expande con toda la magnitud de una pintura sin resquicios, con todos los aditamentos que suscribe una realidad perfectamente acondicionada en fondo y forma. Si el continente no ofrece la menor duda; signos inequívocos de un pintor grande que conoce todos los entresijos de la pintura, que no se atiene sólo a los efectismos pictóricos del que depende sólo de la técnica. En el contenido, nos formula un amplísimo organigrama de conceptos: paisajes marineros, increíbles vistas dominadas por una densa atmósfera de verdad, mares que se encrespan, que apaciguan su oleaje en horizontes de absoluta belleza; escenas marineras donde se reflejan historias presentidas que el autor convierte en feliz realidad; paisajes que atestiguan la magnitud de aquellos horizontes apenas hollados por primeras miradas; magníficas imágenes de la fauna y la flora de aquellos parajes; cuadros de género donde se muestra una realidad humana determinada por un tiempo que se nos manifiesta fiel y enraizado en lo verdadero. Escenas presentidas que buscan conjugar lo presente y lo ausente, el ayer y el hoy, lo mediato y lo inmediato. En definitiva, una bella historia, espectacularmente pintada que nos pone en la sintonía de un pintor total; dominador de todos los planteamientos artísticos y poseedor de un lenguaje pictórico, sabio, lúcido, veraz y convincente.
La exposición de Guillermo Muñoz Vera en el Damián Bayón es toda una mágica lección de buen hacer artístico. La pintura eterna, la que no tiene tiempo ni edad, suscribe la realidad imperecedera de un arte que siempre está de actualidad. Nos encontramos con una muestra de amplias perspectivas, donde el espectador se encuentra con los diferentes presupuestos de un arte que es total, que manifiesta la realidad de la gran pintura de siempre, esa que nunca pasa de moda porque encierra la verdad de lo auténtico. Se trata de una exposición que no lleva por el arte imperecedero, ese que está conseguido con la solvencia de una técnica determinante y una visión sabia de lo que fue, es y será, la pintura de verdad.
El Centro Damián Bayón ofrece con esta muestra su amplio testimonio programático. Una exposición que define el arte de siempre y que nos sitúa en los medios de un pintor de verdad; un artista consciente que marca las distancias en un arte que es eterno
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