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El legado de Lorca vive en los lugares que lo vieron crecer y morir

Federico García Lorca vuelve a ser protagonista en Granada. La apertura del Centro Lorca ha provocado que la figura del poeta vuelva al primer plano, un lugar del que nunca debería marcharse. Dejando de lado las controversias que el proyecto de La Romanilla ha generado, el autor de Bodas de sangre dejó un legado imborrable que está en los libros, en los teatros, en los recitales de poesía, pero también en los pueblos granadinos.

En la conocida como "ruta lorquiana" se dan cabida lugares importantes en la vida de Federico y que marcaron su posterior obra, pero también emplazamientos con una historia oscura que puso fin a la trayectoria de uno de los mayores poetas españoles.

La ruta comienza en Fuente Vaqueros, un municipio con más de 4.400 habitantes. Allí, un 5 de junio de 1898, veían la luz por primera vez los ojos de Federico García Lorca, el primer hijo del matrimonio entre Federico García Rodríguez y Vicenta Lorca Romero, su segunda esposa. En esta residencia pasó sus primeros años hasta que la familia se trasladó al vecino pueblo de Valderrubio, que en esa época recibía el nombre de Asquerosa.

Actualmente, la casa ha sido restaurada para ejercer las funciones de un museo, con el que mantener vivo el recuerdo del poeta y al mismo tiempo dar a conocer su obra. Gracias a la labor de Isabel, hermana menor de Lorca, se ha conseguido restaurar con el más mínimo detalle el aspecto original de la vivienda, incluyendo incluso varios muebles que tras la venta del inmueble fueron "secuestrados" por los familiares para evitar su pérdida.

Claro que el lugar ha sufrido algunos cambios. Las antiguas caballerizas son ahora ocupadas por la zona de administración y el antiguo granero, en la planta superior, se ha sustituido por una sala de usos múltiples, en la que se van alternando exhibiciones sobre Federico García Lorca. La más reciente está dedicada, en conmemoración de su 80 aniversario, a Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores, escrita en 1935 y estrenada a finales de ese año en el Principal Palace de Barcelona, protagonizada por Margarita Xirgú, musa del poeta.

Con motivo de esta exposición, el lugar acoge los vestidos de la protagonista, el cartel original del estreno, las críticas en prensa que recibió, así como varios libros sobre botánica que Lorca utilizó para preparar el libreto. Todo ello es parte del legado que actualmente conserva la casa de Fuente Vaqueros, que junto al Centro de Estudios, situado a pocos metros, forma el Patronato Cultural Federico García Lorca. Aquí se puede ver Federico García Lorca para niños, el libro de Ian Gibson con ilustraciones de Javier Zabala que crece hasta un tamaño colosal, como Alicia al tomar el pastel de la caja en la que pone "cómeme", tal y como reza la presentación de la exposición. José Rodríguez, guía de la casa-museo de Fuente Vaqueros, invita a no dejarse engañar por el título, pues cualquier persona, ya sea niño o adulto, puede visitar y disfrutar de la exposición.

Aunque la ausencia de documentos impide conocer la fecha exacta, Federico García Lorca se trasladó a Valderrubio cuando tenía entre cinco y ochos años. Allí el joven poeta se empapó de las vivencias e historias que corrían por el pueblo, gracias en parte a la humildad de su familia, que pese a su enorme capital, prefería vivir en un hogar modesto y no en una gran mansión.

Eduardo Ruiz, responsable de esta casa-museo y vecino de Valderrubio, lo explica a la perfección. Su vivienda se construyó en la misma época que la de la familia Lorca y, a pesar de no tener los mismos recursos económicos, es visiblemente más grande.

Eduardo insiste en la importancia de esa humildad, algo que permitió a Federico relacionarse con las clases populares de la zona y conocer una realidad social que sería el germen para muchas de sus historias. Quizá el caso más claro sea el de Frasquita Alba, vecina de una tía de Lorca y que inspiraría la clásica obra teatral de 1936. El poeta escuchaba, a través del pozo, las conversaciones de la familia, aunque posteriormente la modificaría, por ejemplo, eliminando a los hijos de la viuda. Algo similar ocurrió con Yerma, basada en una "caravana" de mujeres que viajaban a Moclín para curar su infertilidad. Pero como reconoce Eduardo, esas historias se gestaron en el pueblo, pero no se escribieron allí. Pasaron varios años hasta que el poeta puso sobre el papel lo que había visto de pequeño.

Al igual que en Fuente Vaqueros, la casa-museo se ha restaurado hasta el más mínimo detalle, para lo que han contado con el apoyo del pueblo que se volcó en las labores de rehabilitación, así como en la donación de objetos pertenecientes a la familia. En total, según registra el inventario, Valderrubio cuenta con 353 elementos lorquianos, todos ellos con el nombre del vecino que los donó a la institución.

También como en Fuente Vaqueros, la casa cuenta con dos plantas, aunque la segunda se utilizaba para labores agrícolas. Todavía se conservan recuerdos de esa época, como los "apuntes" que el padre realizaba sobre las paredes para gestionar las cuentas de su negocio. Algo que fue borrado por su mujer encalando encima y que fue descubierto por casualidad, durante las labores de restauración para comprobar el estado de los muros. Debido a sus estudios, Lorca se trasladó a Granada, aunque visitaba Valderrubio durante el verano debido a los negocios de su padre.

Aunque poco después se trasladó a la Residencia de Estudiantes de Madrid, Lorca también pasó varios periodos de tiempo en la Huerta de San Vicente, comprada por su padre en 1925. Allí trabajó en varios proyectos como el Romancero Gitano o los Dibujos humanísimos. Parte de ese trabajo se puede observar en el museo de la Huerta, donde están expuestas pinturas de Lorca como Figurin estudiante o Casa con huerto, pero también de otros artistas como Salvador Dalí (Mujer marinera que fuma en pipa) o Rafael Alberti (Estampa del sur).

El poeta alternaba su estancia en la capital con las distintas residencias en Granada. Fue en una de esas visitas, en julio de 1936 cuando cambió su historia para siempre. Lorca llegó a la Huerta de San Vicente poco antes de estallar la sublevación militar que desembocaría en la Guerra Civil, y pese a que varios embajadores le ofrecieron asilo ante las consecuencias que esto podría acarrear para alguien como Federico García Lorca, él prefirió quedarse en su hogar. Fue allí donde los falangistas lo apresaron y lo trasladaron a Víznar donde estuvo preso hasta el momento de su ejecución, en la madrugada del 18 al 19 de agosto de 1936.

Más de 70 años después, se desconoce el lugar exacto en el que se encuentra el cadáver del poeta. Se cree que está en una fosa común en un lugar situado entre Víznar y Alfacar y es ahí donde termina la ruta lorquiana. En 2013, la carretera que une los dos municipios fue señalizada como Lugar de memoria histórica de Andalucía, mientras que en el Barranco de Víznar, donde se calcula que hay unas 2.000 víctimas sepultadas, se erige un monolito en el que puede leerse "Lorca eran todos".

De Fuente Vaqueros hasta Víznar, la historia del poeta de la Generación del 27 puede descubrirse gracias a los pueblos que lo vieron crecer y, desgraciadamente, también morir. Ni el propio Lorca escribiría una drama como este, en el que un niño feliz y risueño conoció las mieles del éxito social y literario, para acabar siendo fusilado en plena madrugada y enterrado en un lugar desconocido. El último legado de Lorca sigue sin aparecer.

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